Por Hugo E. Grimaldi
Una conocida frase de tono bastante lamentoso reza que “con amigos así… ¡para qué necesito enemigos!”. En estos tiempos electorales, camino al domingo 22 de octubre y a horas del primer debate presidencial, se han verificado durante la última semana ciertos deslices llegados desde las trincheras propias que, por acción o declaración, han perjudicado objetivamente a los tres principales candidatos. Goles en contra. “Patear en propia puerta”, dicen en el fútbol español.
No han sido tanto los errores no forzados por ellos mismos, que también abundan, sino que son dichos o situaciones que, en el gracejo de Hugo Moyano, podrían significar que a cada uno de los tres principales contendientes los propios los han tirado “debajo del camión” o sea, que los han dejado en evidencia. Así, todos ellos tuvieron que lidiar cada uno con varias situaciones más que delicadas generadas por el “fuego amigo” y, en general, lo hicieron callándose la boca.
Javier Milei debió cargarse en la mochila el perfil negativo que trazaron sobre su personalidad dos ex compañeros de trabajo en la Corporación América, cuyo mandamás, Eduardo Eurnekian, había dicho de él “que lo último que necesitamos en un dictador”. También lo dejaron en offside la gesta anti-sanmartiniana que lanzó un futuro funcionario de su equipo económico y los dichos de otro eventual ministro en el área de Educación que hizo comparaciones abyectas con el nazismo. Este fue el calvario que le hicieron pasar al libertario:
a) Las declaraciones de su ex jefe, Rafael Bielsa, quien primero caracterizó a Milei como “un gran profesional, alguien muy calificado e intelectualmente honesto”, marcaron su “intolerancia ideológica” cuando señaló que el candidato “tiene una enorme dificultad en aceptar algo en su esfera un pensamiento que lo obligue a contradecir lo que él ha pensado por su cuenta”. De allí a la imposición hay un paso y lo explicó de esta forma: “la eventual presidencia de Javier es sumamente riesgosa para la salud de nuestro país. Es un retroceso civilizatorio en materia de derechos”, planteó.
b) Otros dichos de Guillermo Francos, quien será su ministro de Interior, agregaron más dudas sobre su modo de actuar: “puede ser que sea agresivo a veces. Yo no hubiera tenido las respuestas que él tuvo, pero es su personalidad, aunque creo que la cercanía con el poder lo ha ido moderando mucho”, trató de justificar.
c) Emilio Ocampo, probable titular del BCRA, generó mucho revuelo dentro de LLA en cuanto a que exteriorizó su muy conocido pensamiento sobre José de San Martín, a quien acusó de no ser “el Padre de la Patria ni el Libertador de América”, al tiempo que sostuvo que el creador del “mito sanmartiniano” había sido Bartolomé Mitre. Fue crucificado por muchos historiadores y la onda expansiva llegó al candidato, mientras que otro eventual colaborador, Martín Krause, disparó sueltito de cuerpo una frase sobre el Holocausto: “si la Gestapo hubiese sido argentina habría matado a muchos menos judíos”, dijo. “Que Dios me libre de mis amigos, que de mis enemigos me cuido solo”, habrá implorado el libertario.
En cuanto a Patricia Bullrich, más allá del aire que le trajeron las elecciones en Santa Fe, Chaco y Mendoza, la candidata debió lidiar con el traspié que le provocó a JxC una senadora neuquina que le brindó con su ausencia la oportunidad a Cristina Kirchner de generar un conflicto de poderes con la Corte. Además, tuvo que vérselas con la reunión de gobernadores del Norte Grande que incluyó a los eventuales aliados Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes) y tuvo que tamizar allí una respuesta adecuada. Sus malos ratos pasaron por acá:
a) El faltazo de la senadora Lucila Crexell a la sesión que le amplió la edad de retiro a la jueza Ana María Figueroa, a quien la Corte había jubilado, fisuró la postura monolítica del boque opositor que perdió la votación. Fueron muchas las voces en contra de Crexell, quien justificó su ausencia con un mensaje por la ex Twitter: “ni de vacaciones, ni escondiéndome” dijo, sino en un seminario en Alemania. Muchos no le creyeron. A Bullrich le hubiera venido bien un refrán español sobre la amistad que bien sinteriza las paranoias del poder: “Con el amigo incierto, cerrado un ojo y el otro abierto”. Milei aprovechó y la crucificó con una volea.
b) En tanto, la reunión de gobernadores en Salta adónde estuvieron los radicales, le dio aire a Massa para proponer objetivos comunes y para hablar hipotéticamente de alguna incorporación opositora en un futuro Gabinete. No se sabe si hubo algún juego consentido, pero el jujeño –también titular de la UCR- tuvo que mostrarse luego con la candidata. El golpe a Bullrich ya le había llegado.
Por su parte y más allá del Plan Platita que está haciendo saltar a la economía por el aire aún mucho más, Massa recibió varios mandobles, algunos institucionales como la situación de conflicto de poderes con la Corte que él mismo podría heredar en relación al fallo sobre Figueroa, el descalabro del Banco de la Nación y el caso de los “ñoquis” de La Plata, que se verá si han hecho mella en su candidatura:
a) La sombra de Cristina dejó golpeado al ministro en un tema que lo coloca fuera de la imagen que él quiere dar, ya que la propensión de kirchnerismo a llevarse todo por delante va contra sus propósitos de venderle algo diferente a quienes no desean más de lo mismo ni tampoco irse tanto a la derecha.
b) La corrupción que afloró en el Banco de la Nación, lugar que hoy ocupa su antecesora, Silvina Batakis, también lo dejó mal parado, ya que las designaciones por amistad o hasta la contratación de una numeróloga, resultó demasiado chocante para quien debería ser el custodio de los dineros públicos. El desvío de fondos sigue preocupando a la gente.
c) Y hablando de corrupción, el caso de “Chocolate” Rigau, quien sacaba plata de los cajeros a nombre de empleados nombrados en la Legislatura bonaerense sólo para recaudar, sin bien le pega a todos los partidos por igual, perjudica más al peronismo, sobre todo porque. salvo durante el período de María Eugenia Vidal, siempre fueron quienes gobernaron la provincia de Buenos Aires. Es verdad que todos parecen estar prendidos o al menos no ignoraban lo que pasaba, pero como Massa se candidateó allí como diputado en 2013 y ganó, se ha denunciado ahora que su campaña se nutrió de aportes de varios de quienes integraban la lista del puntero.
La situación del candidato oficialista es doblemente complicada, ya que por ser además el encargado de muñequear la economía, él mismo como ministro le agrega todos los días un toque electoral al problema, ya que busca compensar así la devaluación que hizo a tontas y a locas terminadas las PASO. O sea que, desde adentro, es él mismo quien patea también en contra de su propio arco si llega a la Presidencia, mientras fogonea la inflación, tema que el grueso de la opinión pública percibe hoy como el peor de todos los dramas que tiene la Argentina. El dólar a $ 800 lo arrincona.
Es en este punto en donde aparece una gran paradoja, porque un relevamiento de la opinión pública sobre cuestiones que hacen a la marcha del actual gobierno y a la satisfacción ciudadana que llevó adelante la Universidad de San Andrés hace unos pocos días, marca un gran contrasentido: Massa tiene lastres objetivos y así y todo parece que conseguiría el éxito buscado.
De esa encuesta surge además que el ministro-candidato posee hoy una de las peores imágenes negativas entre los políticos (-51%) y que también es el responsable visible del peor padecer de los argentinos: la inflación. Para 55% de los consultados ése el enemigo a vencer, con el correlato descalificador de la pobreza generada por un gobierno que sólo satisface a 8% de la población en temas económicos. La confianza en el Gobierno se cae a pedazos pero, sin embargo, hoy el mismo Massa parece ser más competitivo que Bullrich a la hora de llegar a un balotaje frente a Milei. Y ese eventual envión dejaría un final abierto.
Si esto que surge de la opinión pública se traduce en corrimientos electorales es una cuestión vital a desentrañar, ya que todo parece indicar que a los votantes convencidos todas estas situaciones –muchas de ellas, absurdos de la política- finalmente les resbalan ya que, salvo por el dolor de bolsillo, probablemente crean que son todas operaciones de la política y busquen justificaciones nada más que para reafirmar su decisión.
En la misma encuesta, dos de cada tres consultados dice estar “informado”, lo que no quiere decir “totalmente informado”. Lo que resulta más que probable es que los ciudadanos sólo estén prestando atención a un costado de la realidad, el que consolida su propia postura, la que los lleva a integrar redes sociales con otros de su mismo pensamiento, algo que finalmente los deja presos, ya que les impide dar el brazo a torcer y/o cambiar a tiempo.