El economista Nery Persichini invitó los asistentes del Tercer Encuentro regional de ACDE a sentarse en una butaca del cine a ver una película adaptada para la Argentina: “Volver al Futuro”. El experto de GMA Capital trazó un paralelo entre lo que sucedía en el país en 1983 y lo que está pasando en 2023, acompañando la foto de los cambios que, en esos 40 años, experimentó Santa Fe, la emblemática avenida porteña. 

Pero el paso del tiempo no es coincidente en un país que, cada tanto se monta en una crisis. “Uno puede pensar que en 20 días todo cambió, pero si mira la película puede que en 20 años siga igual”, señala. Sucede con el dólar, que se constituye en uno de los termómetros de esas debacles, donde hoy roza los $ 800 por unidad y que puede resultar barato si se toma en cuenta la cotización (a precio actual) en otros períodos de crisis económica argentina. Otro termómetro es la inflación, que el mes pasado trepó a 12,5%, el mayor en 32 años, pero que, por caso, durante el Rodrigazo tuvo picos del 335% o de 197% mensual  durante la hiperinflación. En este aspecto recordó al economista estadounidense Thomas John "Tom" Sargent, que postuló que “la inflación persistentemente elevada siempre y en todo lugar es un fenómeno fiscal, donde el banco central es su cómplice monetario”.

En otro tramo de su exposición, Persichini planteó las tres fases que pueden darse en la economía argentina.

-Hasta las elecciones generales del 22 de octubre: alta incertidumbre política que presiona sobre las variables macro. Una aceleración inflacionaria con presión en los tipos de cambio. Más dudas sobre el tipo de cambio fijo.

-Entre las elecciones presidenciales hasta el cambio de mando. Un escenario que dependerá del resultado electoral, con un escenario complicado de tres tercios en el que la variable es el dólar. Hay que ver hasta cuándo aguantan las reservas internacionales del Banco Central.

-La tercera fase se da a partir del 10 de diciembre. Depende de quién asuma la Presidencia, los desafíos serán enormes.  Del comportamiento de las variables dependerá el curso de la estabilización.

“Hoy el largo plazo suena a ciencia ficción en la Argentina. Lo que sí es un denominador común es que gane quien gane necesitará un acuerdo político. Hablar de plan de estabilización no es posible. En términos de estrategia electoral, nadie quiere abrir el suyo porque quieren que lo voten”, fundamentó.

Persichini, además, se animó a realizar una “abstracción mental de leer las hojas del té”, un método adivinatorio en el que una persona determinada interpreta lo que sucederá a partir de la imagen de esa hoja de la infusión. Con ese criterio, el economista de GMA Capital se animó a vaticinar que el oficialismo continuará con una política fiscal sin ajuste con inflación, con lo que difícilmente logre un equilibrio rápido. En lo monetario, no se tomarán medidas excepcionales, con la idea de mantener un estatus quo, con un tipo de cambio bajo el ajuste inicial en el caso del oficial.

Si Patricia Bullrich es la elegida, el ajuste más feroz se aplicará en subsidios y en gasto fiscal, con una política monetaria estricta que permita liberar el cepo de forma gradual. A su vez, Javier Milei plantea un ajuste inmediato del gasto, en lo que se conoce como “Plan Motosierra” que, sin viabilidad política, puede llegar a convertirse en una lima para uñas.

¿Cuál es el impacto de las variables?

Persichini se atrevió a hacer el siguiente ejercicio.

-Con Sergio Massa, el dólar oficial se mantiene atrasado. La caída de la brecha dependerá de la consistencia del plan y de su cumplimiento. La inflación se mantiene en niveles altos.

-Con Bullrich, puede darse un fuerte aumento del dólar oficial, tasas negativas y posterior ajuste y la brecha descendiendo de forma gradual. Inicialmente, una alta inflación que puede llegar a desacelerarse gradualmente.

-Con Milei, devaluación fuerte para llegar a niveles de dolarización.

El economista sostiene que la capacidad de daño del gobierno tiene que ver con el hecho de que tiene la botonera. “Lanzó medidas equivalentes al 1,5% del PBI. Hoy emite dinero que probablemente se conviertan en un bumerán sobre el tipo de cambio”, acotó. Asimismo, insiste, “la devaluación es desordenada y se le dio esteroides a la inflación, que corrían al 6% mensual y ahora al 12% con el dato de agosto”. 

A eso se le suma que la política le sigue agregando incertidumbre en la transición. “El dólar financiero está en un máximo del siglo 21: caro para los ojos de la historia de un país normal, pero barato frente a una nueva crisis”, considera. Persichini se anima a decir que los planes de todos los candidatos implican un ajuste nominal o real. “La pregunta que nos hacemos es si el sacrificio en materia de actividad y de pérdida de poder de compra en 2024 valdrá la pena”, sintetiza. Así, manifiesta, “estar en pesos es complejo frente al devaluación más cantada de la historia que se viene”.

LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO

Sin embargo, admite que hacia el futuro se percibe que hay sectores como el de minería, gas, agroindustria o economía del conocimiento que pueden aportarle unos U$S 58.000 millones a la economía argentina del año que viene.

Persichini terminó su exposición con el anhelo para 2063 que “nos permita analizar lo que pasó 40 años atrás y se diga que pagó algo que valió la pena, repitiendo el mantra que dice que el momento más oscuro de la noche es justo el instante antes que amanece”.