Las primeras muestras de asteroides obtenidas por la NASA en el espacio profundo cayeron en paracaídas en el desierto de Utah ayer, como colofón a un histórico viaje de siete años.
En un sobrevuelo de la Tierra, la nave espacial Osiris-Rex soltó la cápsula de muestras a 100.000 kilómetros de distancia. La pequeña cápsula aterrizó cuatro horas más tarde en una remota extensión de terreno militar, mientras la nave nodriza partía en busca de otro asteroide.
Según publicó Infobae, los científicos calculan que la cápsula contiene al menos una taza de escombros del asteroide rico en carbono conocido como Bennu, pero no lo sabrán con certeza hasta que se abra el contenedor. Algunos se derramaron y flotaron cuando la nave espacial recogió demasiados y las rocas atascaron la tapa del contenedor hace tres años. Japón, el único otro país que ha traído muestras de asteroides, recogió una cucharadita en un par de misiones.
Las piedras y el polvo entregados ayer representan el mayor botín procedente de más allá de la Luna. Las muestras, bloques de construcción conservados de los albores de nuestro sistema solar hace 4.500 millones de años, ayudarán a los científicos a comprender mejor cómo se formaron la Tierra y la vida.
Osiris-Rex, la nave nodriza, partió en una misión de 1.000 millones de dólares en 2016. Llegó a Bennu dos años más tarde y, utilizando un largo palo de vacío, recogió escombros de la pequeña roca espacial redondeada en 2020. Cuando regresó, la nave había recorrido 6.200 millones de kilómetros.
El esfuerzo de recuperación de la NASA en Utah incluyó helicópteros, así como una sala limpia temporal instalada en el Campo de Pruebas y Entrenamiento de Utah del Departamento de Defensa. Las muestras se trasladarán hoy a un nuevo laboratorio del Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston.