Antes de todo, mi recuerdo a Mario Wainfeld, gran periodista y sobre todo una persona de bien, de aquellos que miran la realidad con el asombro de quien no tiene prejuicios para recibir respuestas que no le gustan. El último reportaje me lo hizo poco luego de las PASO en su programa de Radio Nacional. Su pregunta era ¿Por qué Javier Milei?  No se me ocurrió más que contestar que nunca hay una solo factor que explique las cosas. Finalmente como decía Joe Napolitan, el fundador de la consultoría política, las elecciones siempre son sobre lo mismo, pero nunca son iguales. Pero en algo podemos ponernos de acuerdo: al voto lo mandan las emociones. Las de enojo, las de esperanza, las de tristeza, las  de ira, las de miedo.

Nunca se trata de un manojo de propuesta escritas y programáticas que movilizan votantes; más bien se trata de los que atraen votos moviendo emociones. Un diálogo que se está produciendo cotidianamente en los cafés, en las esquinas y en las casas, es más o menos este.

-¿A quién votaste?  

-A Milei.

-¿Estás de acuerdo con su propuesta de dolarización de la economía?  

-No estoy muy seguro, no me termina de quedar claro cómo dolarizaría, en cuánto tiempo lo haría y cuántos dólares yo cobraría. Además tengo miedo de perder soberanía; el país dependería de otros.

-¿Y sobre los vouchers educativos y sanitarios, qué opinas?

-Tampoco me queda claro; por un lado. me parece que haría que maestros y docentes se esmeren en trabajar mejor, pero, por otro, si el dinero no alcanza, quizás todo termine privatizándose, ya que las escuelas públicas están en mal estado y entonces se quedarían sin alumnos.

-¿Y entonces, si tenes tantas dudas porque lo votas?

-Es que los otros ya estuvieron; me cansaron; quizás sea mejor que explote todo.

No todos los que votaron a Milei piensan así, pero hay mucho de esto. La demanda de renovación de la política y la búsqueda de que las cosas cambien pareciera poder más que la propuesta electoral. Cierto es que más del 50% de los jóvenes insisten en votar al libertario, un sector rebelde, individualista y frustrado ante el fracaso de los políticos tradicionales. Pero es importante tener en cuenta que, según mediciones que hemos conocido, irán por la borda supuestos tales como que tenemos un electorado que aboga por la dolarización de la economía, que rechaza la idea del Papa y de la doctrina social de la Iglesia sobre la justicia social y que se rechaza todo intervención  del Estado en la economía. 

Por el contrario, no pasan de algo más del tercio aquellos que creen en la dolarización, los que repudian al Papa y también su prédica sobre la justicia social o quienes prefieren un Estado Ausente. Milei plantea una revolución cultural y de valores, mientras sus opositores contestan a la demanda de cambio con viejos eslogans que terminan afirmándoles como casta.

Dilematizar entre Estado o mercado u orden o caos no son respuestas eficaces porque el grueso del votante de Milei percibe un Estado ineficiente y burocrático. No es que repudien al Estado; lo quieren eficiente. Si en la vida cotidiana lo que se vive son maestros y médicos de paro es lógico entonces el cuestionamiento y la aceptación de propuestas privatizadoras. Excepto que sea desde el mismo Estado desde donde se realicen las correcciones. Hay un modelo agotado, falto de respuesta, que ha cansado a gran parte de la sociedad tanto por falta de respuesta por parte de los profesionales como del mismo Estado.

Quien quiera vencer a Milei necesita generar una ola de entusiasmo que movilice y cambie los paradigmas de la discusión.  Lo cierto es que hoy a Milei le cuesta seguir creciendo; su impulso  inicial para evitar una segunda vuelta parece detenido. No por nada lo vemos nuevamente a la ofensiva en los medios de comunicación y en las redes. No es porque esté dando el salto final, sino porque está perdiendo impulso, necesita equilibrar sus propuestas de cambio con su mezclarse con la casta de la cual Luis Barrionuevo y Mauricio Macri son exponentes.  

Quienes le votaron optaron por un cambio que incluye un salto al vacío, no un salto a lo conocido. Para cambio previsible tienen a Cambiemos. El tema para el libertario es cómo conseguir nuevos votantes. Patricia Bullrich no crece, pero tampoco se desmorona y eso es un problema para Milei. La iniciativa sobre el IVA y quitar Ganancias a la cuarta categoría de trabajadores puso a Sergio Massa en la ofensiva. Milei no se comió el amague y acompañó. Él necesita de la clase media baja, ya que más arriba no consigue votos y abajo los está perdiendo.

Los debates del 1 y del 8 de octubre quizás brinden más claridad sobre quién tiene más temple capacidad y firmeza para gobernar la Argentina.