A pesar que trabajan desde el 3 de julio en Atlético, los hinchas todavía siguen descubriendo las diferentes facetas de los Favio Orsi y Sergio Gómez. En realidad, se podría decir que los fanáticos “decanos” todavía siguen conociendo y reconociendo a la dupla. “Estoy a un paso de tatuarme en la frente que yo soy Gómez”, dice entre risas Sergio. “En la calle todavía me dicen ‘hola, Orsi’ y yo me detengo a explicarles que el negro es Gómez y el pelado es Orsi”, aclara y suelta una carcajada.
Consultado por la dinámica de la sociedad, Orsi señaló que no hay buenos y malos. “Nosotros trabajamos en forma integral; yo tengo un poco más el aspecto del malo, pero no soy tan malo. Sergio por ser más grandote lo parece, pero es bastante tranquilo”, detalla Orsi, que coincide con su co-equiper: “Soy el que tiene la cadena más floja, pero lo importante es que somos buenas personas”, se justifica Gómez, que al parecer es el más permisivo.
En lo que también coinciden es que ambos tratan de esquivar las preguntas sobre las cábalas. Pero Orsi, por supuesto, no dio brazo a torcer. La palabra cábala, que vienen del término hebreo qabbālāh (tradición) y a la que la Real Academia Española define como un “cálculo supersticioso para adivinar algo”, se pueden materializar en las formas más variadas en la vida cotidiana. Pero si lo trasladamos al fútbol, algunas de las típicas son: ver los partidos con las mismas personas con las que se obtuvo previamente un resultado favorable, utilizar la misma vestimenta, distribución de los asientos, volumen de televisión y así ciento de opciones que forman parte del ritual entre los más “cabuleros”, como se conoce a los supersticiosos.
En el partido contra Barracas, Orsi utilizó una remera que tenía una leyenda bastante particular y que muchos hinchas la relacionaron con el fútbol. “Good vibes – happy people” (“buena onda – gente feliz”) decía la indumentaria del entrenador que a LA GACETA le confió que no fue una elección adrede. “Fue de casualidad, sí solo por eso ganamos sería muy fácil. Nosotros pasamos por momentos de tener muchas de esas cosas, que yo digo son usos y costumbres. Es entrar a una zona de confort. Por ejemplo (Rafael) Nadal no pisa las líneas cuando termina el game y no por eso gana. Lo hace porque es un fuera de serie”, señala quien durante toda la charla no bajó la guardia. “Todo lo que a uno le haga sentir más cómodo suma. Hemos tenido, pero no siento que sean cábalas, uno entiende que el resultado no llega por eso. Son usos y costumbres”.
Gómez por su parte, cuando se quedó en offside no le quedó otra que admitir. “Ahhh, esa es una de muchas”, dijo con una sonrisa cómplice, cuando vio una foto de una botella de agua que en cada partido toma un papel preponderante. “Uno busca su lugar de confort para la mente. Si creería que todo pasa por una botella, listo; no vendría a entrenar todos los días. ¿Para qué trabajar con los jugadores? Es la forma en la que la mente busca tranquilizarse”, dice el técnico que antes de cada tiempo tiene un ritual que cumple a rajatabla.
Además de repetir su indumentaria, Gómez ingresa al campo de juego a paso cansino, con una botella de agua en su mano. Una vez que se realiza el sorteo de los arcos, abre la botella, toma algunos sorbos y la coloca en uno de los vértices del corralito delimitado para los entrenadores, con la tapa apuntando al arco donde atacará su equipo. Inmediatamente después reza. Antes del inicio del complemento hace exactamente lo mismo. “Son varias cábalas y por ahí son demasiadas, pero hay otros que son peores que yo”, admitió Sergio, que fue cambiando algunos rituales.
“Era una mala costumbre que tenía cuando atacaba el equipo rival que la cambié. En algún momento van a descifrar las nuevas, pero la que tenía estaba mal”, dijo el DT que mientras dirigía Godoy Cruz, cuando el rival atacaba se tomaba la zona genital. “En la vida estamos para ir mejorando. Tengo tres hijas mujeres que me decían ‘papi, te vio todo el mundo’; por eso después salí a pedir disculpas porque era lo que correspondía. Si alguien se siente ofendido no está bien seguir haciéndolo”, remató.
Para finalizar, Gómez desenmascaró a su compañero. “¿Te dijo que no tiene cábalas? Qué no tiene Favio… las tiene a todas”, sentenció entre risas.