¿El amor puede sanar? Sí, claro que sí. Los hinchas “decanos” lo ratifican cada 15 de septiembre con una muestra de cariño hacia el club, pero también hacia Luis Gerardo Caro.

Esta fecha es especial, no hay dudas. Lleva más de 20 años metida en el corazón de los simpatizantes. Aunque su inicio tiene una explicación triste, el día sirve para que los hinchas -a partir de una tragedia- puedan encontrar un nuevo motivo para reunirse, reflexionar y recordar con alegría a “Luisito”, como suelen nombrarlo; porque  lo sienten parte de la familia y aunque pasan los años, en Atlético prometen que nadie se olvidará del joven que perdió su vida a los 13 años, el 15 de septiembre del 2001, a la salida de un clásico amistoso jugado en La Ciudadela.

“Hay que trasladar el sentimiento y el cariño por el club a los más chicos. Prometí eso con mis hijos y por eso los traigo siempre”, dijo un simpatizante acompañado por dos nenes. El dato de color fue que los tres tenían la misma remera con una recordada frase de Héctor “Chulo” Rivoira: “el único ídolo que hay aquí es la camiseta”.

La movilización de simpatizantes comenzó temprano. Alrededor de las 17 ya se podían ver algunas camisetas celestes y blancas, algunas banderas y las mini reuniones de amigos empezaban a ser cada vez más numerosas. Con el correr de los minutos los hinchas comenzaron a desplegar todo su cotillón. Una bandera de casi 50 metros, pilusos, papelitos, sombrillas y por supuesto, instrumentos de percusión. Dos detalles para destacar: el buen comportamiento de los hinchas y el rápido accionar de la Policía para cortar calles y guiar a la caravana.

Como cada año, la concentración fue en plaza Urquiza para luego trasladarse a la puerta del estadio “José Fierro” en donde se preparó un escenario por el que desfilaron varias bandas.

“La DK-Stone, son las estrellas esta noche”, respondió a LA GACETA uno de los organizadores del evento mientras llegaba la marea de hinchas. A las 20.10 se vivió el primer momento explosivo de la noche. La caravana había llegado a su fin y todos entonaron el “Viejo y Glorioso”, uno de los himnos dentro del cancionero “decano”.

Familias completas, pero sobre todo muchos jóvenes participaron de este encuentro que cada año que pasa se vuelve una tradición. “Desde ayer nos organizamos con mis amigos para venir después de la escuela. A la cancha no puedo ir por cuestiones económicas, pero siempre que se puede acompañamos al equipo”, relató Marcelo, que cambió una semana de su colegio por el banderazo “decano”.