Hasta hace un par de semanas era Sergio, a secas. O Massa. Pero algo cambió porque ahora es “Sergito”. Los referentes del oficialismo que intercambiaron palabras con el gobernador Juan Manzur en las últimas horas se sorprendieron por la nueva postura del mandatario frente a la campaña nacional del oficialismo: una suerte de redención en proceso.
La realidad muestra que, hasta la misma noche del domingo 13 de agosto, Manzur no ocultaba su apatía sobre el desenlace de las PASO. Incluso, hay quienes aseguran haberle escuchado decir “no es asunto mío”, para referirse a la dura derrota de Unión por la Patria en buena parte del país. En este último mes, sin embargo, las cosas cambiaron y el gobernador se muestra activo y, paradójicamente, hasta entusiasmado.
En alguna medida, el ego juega su parte en esta nueva coyuntura. Es entendible que el tucumano haya sentido el golpe de haberse quedado afuera del binomio provincial –por decisión de la Corte Suprema nacional- y fundamentalmente de haber integrado la fórmula presidencial del peronismo y quedado afuera en menos de 24 horas. Las PASO sirvieron como escarmiento para quienes lo dejaron de lado para priorizar a Agustín Rossi, podría razonar Manzur. En particular, porque el santafesino no había mostrado pergaminos electorales importantes para llegar a ese lugar, salvo su impronta albertista. Superada esa etapa de duelo, entonces, vale analizar el nuevo papel que le compete al ex ministro de Salud en el armado nacional.
Si es que aún mantiene sueños nacionales; ¿le conviene que Massa-Rossi gane? ¿O la reconstrucción de un peronismo derrotado y los nuevos liderazgos pueden gestarse desde el Senado, donde seguramente recaerá en diciembre? Hay quienes creen que la respuesta a la primera pregunta no invalida la segunda. No obstante, y dejando de lado las especulaciones, lo concreto es que las ínfulas de Manzur hoy son indisimulables. En particular luego del acto que organizó el fin de semana pasado y de las reuniones que tuvieron lugar en Tucumán. Puede jactarse, claramente, de que eso faltó en la previa a las Primarias. Y que se pagó en las urnas.
La cena en su casa con gobernadores y sindicalistas le sirvió para prometerle a Massa que las provincias del Norte recuperarán los votos perdidos. El desafío de obtener un millón de sufragios “dilapidados” en esta parte del país parece difícil de cumplir, por eso hay quienes se conforman con llegar a unos 600.000 sufragios, desplazar a Patricia Bullrich al tercer lugar y así colarse en la segunda vuelta con Javier Milei. ¿Es factible? El poroteo en las provincias peronistas de esta región es interesante.
En Tucumán nadie piensa que sea posible volver de los 313.000 votos de las PASO a los 612.000 de junio. Pero sí recuperar entre 100.000 y 150.000 votos. En La Rioja, Milei obtuvo 70.000 votos frente a 60.000 de UxP; en mayo, en esa provincia el gobernador Ricardo Quintela había obtenido casi 100.000 votos para su reelección. La caída en Salta fue más contundente: el massista Gustavo Sáenz fue reelecto con 337.000 sufragios, y en las PASO el oficialismo apenas obtuvo 156.000 votos. En Misiones, Hugo Passalacqua fue votado a gobernador por 429.000 electores. Unión por la Patria, en tanto, reunió 177.000 votos en las Primarias. Formosa, distrito en el que sí ganó UxP, también hubo una merma de adhesiones: de 234.000 votos a 147.000 votos. En el caso de Catamarca, Chaco (vota mañana) y Santiago del Estero no hubo derrota ni tampoco una caída dramática en números para el oficialismo; sin embargo, sus mandatarios prometieron en Tucumán una mejor performance en octubre.
Por eso esta semana, cuando Manzur contó que “Sergito” le había pedido en su último encuentro que se involucre también en la campaña bonaerense, particularmente en La Matanza, quienes lo escucharon hicieron muecas de asombro. Incluso, hasta le sugirieron concentrarse exclusivamente en Tucumán. El fenómeno Milei y el temor real a una nueva derrota siguen tan latentes como en la noche del 13 de agosto. El líder libertario es consciente de ello y por eso envió a sus referentes provinciales a tranquilizar a los gobernadores electos, con el mensaje de que podría comenzar un diálogo similar al que encaró con un sector de la casta sindical, como Luis Barrionuevo (gastronómicos) y Gerardo Martínez (construcción). ¿Osvaldo Jaldo figura en esas anotaciones de Milei? Por supuesto, en el entorno del tranqueño lo niegan rotundamente, pero en Fuerza Republicana destacan el buen diálogo que siempre hubo entre el vicegobernador y el legislador Ricardo Bussi. Es más, deslizan que desde el riñón del jaldismo le sugirieron al candidato a diputado tener, por las dudas, los teléfonos abiertos.
Tensiones y comparaciones
La centralidad política de la que hoy disfruta Manzur en el plano nacional contrasta con su intrascendencia en la gestión local, a la que aún le restan seis semanas. Esto, sumado a que la transición se hizo demasiado larga y la relación con Jaldo volvió a tensarse; principalmente, luego de las PASO. Hoy, los dos veces compañeros de fórmula –casi tres- hablan apenas lo necesario.
Ahora, las gestiones del ministro de Economía Eduardo Garvich para obtener un préstamo de $ 20.000 millones con el Banco Macro sobre el cierre del mandato enardecieron al gobernador electo. Jaldo, desde Buenos Aires, puso el grito en el cielo y eso obligó al funcionario a aclarar que sólo se tramitaron las autorizaciones, pero que no necesariamente se tomarán los fondos. Lo mismo pasa con los cheques diferidos que, desde agosto, comenzaron a recibir proveedores de la Provincia y de los municipios. El tranqueño teme que esas obligaciones le exploten apenas asuma en el cargo, a fines de octubre.
Es curioso: Jaldo duda por las consecuencias de la transición con alguien de su propio espacio, mientras en la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, el intendente Germán Alfaro (Juntos por el Cambio) ya le hizo saber a Rossana Chahla que antes de irse le dejará depositados los fondos para pagar los salarios de octubre y los compromisos más cercanos, que vencen a principios de noviembre.
Esa tirantez en el oficialismo también quedó expuesta a partir del informe que difundió LA GACETA, respecto del reparto de los fondos a los municipios. Las cifras exhibidas no sólo enojaron a los intendentes radicales, sino que también abrió pases de facturas en el oficialismo. Entre manzuristas hubo reproches, porque hay quienes miraron con sorpresa y envidia la cantidad de dinero girada por Manzur y Miguel Acevedo a Burruyacu (Jorge Leal) o Aguilares (Sergio Mansilla), en detrimento de otros. Y en el jaldismo porque, por ejemplo, Alderetes (Aldo Salomón) quedó al mismo nivel que sus pares de la oposición: cero pesos. No es casual que, el jueves, el vicegobernador haya recibido a Salomón y a su esposa e intendenta electa, la legisladora Graciela Gutiérrez. Más allá de los pataleos, está claro que las prioridades a la hora de repartir el dinero estuvieron más vinculadas a la interna oficialista que a los criterios objetivos: Burruyacu es hoy para Manzur lo que fue la comuna de Garmendia para Julio Miranda, y ofició cómo cuartel de batalla del manzurismo en el este para combatir al jaldismo con asiento en Banda del Río Salí. Y Aguilares fue la parada para reaprovisionamiento de las huestes del gobernador en el Oeste: Mansilla y Acevedo, desde hace ocho años, funcionan como una dupla de centrales tan confiable para el gobernador como la que conforman “Cuti” Romero y Nicolás Otamendi para Lionel Scaloni.
El futuro gobernador, que conoce el funcionamiento del interior, sabe que debe frenar los pataleos de los caciques municipales cuanto antes y tomar él las riendas de la relación. En rigor, el manejo territorial y financiero del interior es uno de los asuntos que más desvela a los intendentes peronistas. En el manzurismo, por estas horas, hicieron correr la versión de que al Ministerio del Interior podría recaer el presidente subrogante de la Legislatura, Sergio Mansilla. Si bien Mansilla tiene una buena relación con Jaldo y es considerado un dirigente que no pelea sólo por pelear, sino que sabe acomodarse a las circunstancias del poder, cuentan que por la cabeza del electo mandatario las ideas originarias no se modificaron.
Es decir, en áreas clave para el manejo de los recursos y la gestión, como Interior, Economía, Salud y Desarrollo Social, hay que pensar en nombres de jaldistas “puros”. Por eso el bandeño Darío Monteros, que maneja una ciudad trascendente y políticamente clave, continúa con todas las fichas puestas para suceder a Acevedo en el Ministerio. Si esto es así, el tranqueño deberá dejar a otro de los suyos en la Cámara para oficiar de presidente Subrogante y de “tapón” para el manzurismo residual. En ese caso, el destino del monterizo Regino Amado parece ineludible.