“No, no va a funcionar. No veo ningún potencial en este demo que me hicieron llegar. (…) Su estética es demasiado grotesca, me parece una imitación burda de The Cure. Sin embargo, el tiempo pondrá las cosas en su lugar y me va a confirmar que me estoy equivocando. De manera grosera. (…) tiene que ver con la locura en la que estamos inmersos con mi equipo que no paramos de trabajar. Estamos sacados. Y eso, por momentos, me hace perder el foco. No estoy pudiendo detectar todo el talento que hay en este trío, el potencial enorme del cantante que, me dicen, además es el que compone las canciones. Sí, me acabo de morfar firmar a Soda Stereo”.

Esas son las palabras preliminares con las que Daniel Grinbank, nos introduce al capítulo siete de su biografía Te amo, te odio, dame más. Comparte con nosotros sus éxitos y sus hallazgos, pero también sus fracasos y sus errores (como el de no haber fichado a Soda), sus movimientos que ameritaron aplausos y decisiones que le aparejaron la reprobación. Más de 350 páginas que nos permiten acercarnos a la cabeza del tipo que supo hacer desembarcar en la Argentina a los Rolling Stones.

-El libro comienza con una anécdota de cuando tenías 18 años y estando de viaje por Estados Unidos perdiste toda la plata que llevabas en una ruleta en Las Vegas. Quizá un punto de partida para pensar que también en el mundo de la producción uno se la pasa intentando plenos.

-Totalmente, tiene elementos del juego, del azar. Quizás el azar tiene menos posibilidades de la impronta personal, aunque una ruleta si la tomás en una noche es perfecta en cuanto a colorados o negros que va a dar o cuántos pares e impares, pero en el largo tiempo. Está la adrenalina del juego y la comparación con el ingreso al espectáculo, y más sobre todo en esa época donde todo era más incipiente, más un aprendizaje de prueba y error, tenía un alto componente de eso. Por lo que no es al azar esa comparación que hago al principio.

-Muchas veces se considera que en la producción o en la representación no hay creatividad. Sin embargo parece difícil que alguien pueda mantenerse y reinventarse en la industria sin ella.

-No en la creatividad de la obra de arte en sí, pero en la parte de lo que llamaríamos show business o entretenimiento yo creo que hay una marcada diferencia cuando tenés un buen representante o un buen manager. Y en ese sentido va el documental de Elvis y el coronel Parker y lo que significó, o los Beatles sin Brian Epstein en la parte empresarial o George Martin en la parte de estudio para mí no hubiesen sido los Beatles, por mencionar dos íconos.

-Todo lleva a pensar que hoy el trabajo del representante es menor porque buena parte lo allanan las redes sociales.

-Si bien en estos momentos se cree que está más facilitada por las redes, creo que hay otras complejidades y cuestiones que requieren de otras lecturas para ponerle un plus a lo que naturalmente podría obtener como beneficio para el artista su propia creación. Me parece que ahí entra el trabajo del manager. Porque si no le estás metiendo la mano en el bolsillo. Me parece que tenés que cobrar porque agrandaste la torta, y de esa torta que generaste comer una porción. Si no agrandás la torta y sos solamente operativo le va a convenir más al artista tener un secretario personal que un manager.

-Leemos que tu trabajo tiene que ver con ser muy meticuloso, puntilloso, con una planificación obsesiva. ¿Cómo se hace para llevar adelante todo eso en un país con los vaivenes económicos de Argentina?

-Hay que ser doblemente puntilloso. El factor argentino es muy difícil. Te impone un cambio de reglas y variables todo el tiempo, y también te ayuda a desarrollar un instinto de supervivencia muy grande. Se hace difícil bajo todo punto de vista. No solo a mí sino a todos los que trabajamos en esta área sobre todo en cuestiones internacionales. Creo que Argentina es difícil para el empresariado en general no en particular lo mío que tiene otras variables más inestables. Te obliga a desarrollar un instinto más particular y a estar pendiente de pequeños detalles que puedan hacer las grandes diferencias y salir todo el tiempo de las zonas de confort. En Argentina cuando creés que lo habías visto todo aparece una nueva sorpresa que te impone un nuevo desafío. Muchas veces en esos fracasos que narro, muchos tienen que ver con un componente personal de haber mirado mal la película y otros con cuestiones coyunturales que ayudaron a ese fracaso.

-En la estructura del libro hay un detalle muy interesante, que son las notas que anteceden a cada capítulo y que anticipan de una manera algo más coloquial lo que vamos a leer. ¿Cómo se te ocurrió incorporarlas?

-Porque más que escritor soy productor (risas). Cuando arranco el esqueleto del libro coloco los temas de los que me interesaba escribir y veo que abordo muchos temas de mi vida, y podía suceder que alguna gente que accediera por el lado de la música no le interesaran cuestiones del fútbol por más que en todas pongo reflexiones que son bastante genéricas. Entonces me pareció, como productor, que si alguien quería saltarse un capítulo por si no le interesaba la temática lo pudiera hacer y enganchar al subsiguiente sin perder un hilo.

-¿En qué momento se te ocurre la idea del libro?

-Iba a ser un documental audiovisual y la sugerencia de dos productores fue de por qué no un libro como punto de partida. Así apareció el bosquejo con dos premisas: no nostálgico y no Wikipedia sino que siempre prevaleciera la mirada del productor, que era la mía. Empiezo a escribirlo y viene la pandemia, que me permite en mi caso bajar un par de cambios en el ritmo intenso de mi vida profesional y darle una profundidad que sin la cuarentena no sé si le hubiese podido dedicar. Y en la medida que me empiezo a meter en el proyecto, me enamoré cada vez más de él. Y el libro que inicialmente era un medio se empezó a convertir en un fin. Siempre tuve claro que si escribía un libro iba a ser totalmente honesto y muchas veces políticamente incorrecto. Por eso me permito algunas reflexiones desde la mirada de la actualidad.

-Utilizaste la palabra honestidad. Muchas veces uno lee biografías en las que se omiten circunstancias o información y eso acá no sucede, se llaman las cosas por su nombre y aparecen los excesos y las sustancias.

-Este libro me tenía que representar a mí y yo trato de hablar con la mayor claridad posible. Para bien o para mal, llamar a las cosas por su nombre. Lo que es más saliente es que no bajo ninguna línea del deber ser en el libro. Simplemente planteo cómo fue. Y llamar a las cosas por su nombre es más entendible, más directo y por más que muchas veces sea políticamente incorrecto a mí me gustan cuando aparecen tipos que hablan con claridad y con cierta crudeza o franqueza.

-Has estado trabajando con muestras que acercan al arte y a los artistas a la gente desde otro lugar.

-Es ver la evolución de la actividad que yo ejerzo. Cuando vino la pandemia tenía claro que había cuestiones que iban a cambiar, que las sociedades no iban a ser las mismas y que las muestras o exhibiciones iban a tener un crecimiento y ahí pusimos el foco como empresa. Parte de la actividad del productor no es solo entender lo que le pasa sino lo que le va a pasar al público. Ante la concentración de las grandes corporaciones de las productoras de espectáculos como productor independiente es difícil competir. Tenía que encontrar mi nicho de negocio en el que pudiera crecer manteniendo mi independencia que es un factor que trato de defender. En ese sentido creo que me genera satisfacción y es lo que me obliga a investigar, armar equipos de trabajo nuevos y, en parte, es la reflexión final del libro. Más allá de los algoritmos, de que uno cree que lo tiene todo más facilitado por las redes, la búsqueda de la singularidad de cada uno es más difícil aunque pareciera más fácil. Las redes son instrumentos que permiten acercarse a otra manera de difundir, a otro mundo, pero que siempre debiera prevalecer el instinto personal y la utilización de esos instrumentos para eso.

-Alguna vez a lo largo de este recorrido pensaste en dar un paso al costado, en decir: “hasta acá llegué”.

-Te diría que por minutos, a veces en algún momento de golpes muy fuertes y continuos. Te levantás a la mañana después de ese golpe y en la ducha lo pensás, pero nunca pasó de una ducha.

© LA GACETA

PERFIL

Daniel Grinbank nació en Buenos Aires en 1954. Es productor y representante artístico. Desde sus inicios en el emergente rock argentino de los años 70, hasta su paso por la radio, la televisión, el teatro, los musicales, y las muestras “inmersivas”, es una figura clave en el entramado de la actividad cultural de los últimos 50 años.