Por Hugo E. Grimaldi

Las encuestas tradicionales, tantas veces fallidas, están dejando paso a un método de compulsa menos tradicional que hoy está en proceso de tanteo: las apuestas a ganador en la elección de octubre. Es algo acotado también, quizás poco representativo y casi imposible de segmentar, pero las casas internacionales que se ocupan de cuanto sea factible apostar han abierto un renglón más que interesante a la hora de las preferencias, deseo que se mide por la plata que cada uno quiere ganar si se dan los resultados. Igual que en el fútbol o en cualquier otra cosa (y hay tantísimas) sobre las que se juega.

Si bien hay dinero involucrado en la opinión y ese dato parece transparentar a priori el resultado, quizás haya también manipulación si se pone una moneda de más a favor o en contra de alguno. Con todos estos reparos, al día de ayer, quienes apostaban decían que Javier Milei y Sergio Massa, en ese orden, eran los favoritos y que el libertario no iba a necesitar del balotaje de noviembre, Por lo tanto, Patricia Bullrich– la que a la inversa más pagaría hoy si gana- se quedaría afuera.

Más allá del método, lo paradójico del caso es que la candidata de Juntos por el Cambio es la única de los tres que ha estructurado un plan de gobierno, Ni el ego, la desprolijidad y los problemas sicológicos (intolerancia, extravagancias o explosiones verbales) que muestra Milei, algo no menor que “The Economist” caracterizó como parte de una personalidad que “poco sugiere que sea el Salvador que la Argentina necesita”, ni tampoco las idas y vueltas de Massa con medidas que le repugnan al kirchnerismo por “neoliberales” o con promesas a los gobernadores y a La Cámpora para que lo ayuden, tanteos que lo tienen bastante desperfilado, más allá del mazazo inflacionario que carcome el bolsillo de los votantes, han conseguido armar algo tan contundente por lo abarcativo.

La candidata dice que está dispuesta a correr de atrás y de allí la presencia de Carlos Melconian y de sus colaboradores para salir a catequizar a propios y a extraños, a partir del Programa Económico de Gobierno que elaboró el IERAL, de la Fundación Mediterránea. A los radicales en primer lugar, a una parte de los cuáles los seduce todavía la depredación del Estado en contra de los privados que representa Massa y a los liberales del espacio que puedan creer que el advenimiento de Milei para hacer la contraría será más contundente que el recuerdo que tienen de lo timorato que resultó ser para ellos Mauricio Macri. Esas dos corrientes, que se le van a Bullrich por izquierda y por derecha, ya están siendo abordadas para explicarles de qué se trata el Plan.

Sin embargo, lo que se busca es recuperar votos del común o que se sumen muchos que desistieron en las PASO. Dicho en el modo apuestas, que quienes jueguen a favor sean cada vez más para que baje así la cotización del retorno. En un país como la Argentina, donde pesan tanto las figuras individuales y en medio de tantas necesidades sin satisfacción, se podría afirmar con bastante seguridad: ¿a quién le importan los planes si lo que se necesita es un líder honesto que ejecute en beneficio de las mayorías? En este aspecto, la candidata dice que ella ha venido a cambiar eso también, más allá de la bandera del “orden” que busca imponer.

Justamente, las Propuestas, que se estructuran bajo el eslogan “Un País Ordenado”, apuntan en lo económico a seguir una secuencia que, para quienes las elaboraron, deberá seguirse de modo encadenado para “reordenar” la economía y “terminar con la inflación”, ya que se cree que la estabilidad macroeconómica “es una condición indispensable” para encarar cambios estructurales. En este aspecto, el Plan de Melconian y Cia. hace un aparte singular en la Responsabilidad Fiscal y habla de déficit cero “inmediato”, ya que sin esto “la autonomía del Banco Central no es creíble”.

A partir de ese punto, el proyecto económico apunta a estructurar un nuevo régimen cambiario sin cepos, que permita exportar e importar libremente y con normas destinadas a darle seguridad al movimiento de capitales. También prevé realizar una Reforma del Estado integral, “para garantizar” que la estabilidad lograda sea “irreversible” y para tener un Estado que cumpla con sus funciones, para “que todos los ciudadanos puedan desarrollar su vida en un marco de previsibilidad y libertad”.

El andamiaje se apoya en el bimonetarismo (no ya en la dolarización que pregona Milei, hoy con casi nulas chances de concretarla de modo eficiente) para que convivan el peso y el dólar con la pretensión de “que vuelvan los dólares al circuito productivo, del ahorro y la inversión”. También se habla de “racionalización y simplificación impositiva”, con eliminación de impuestos de escasa o nula recaudación “que lo único que hacen es complicarle la vida a los que producen y dificultan las exportaciones”.

Además, el Programa propone eliminar la brecha de tipos de cambio entre insumos y productos y la liberación de todos los cupos a la exportación desde el primer día, con eliminación “inmediata” de las retenciones de producciones regionales y con un “horizonte de reducción del resto”, con mecanismos iniciales de pagos a cuenta

Según los mediterráneos, todo este andamiaje se irá encadenando para “liberar y potenciar” los aspecto productivos, ya que “el crecimiento de nuestra economía es vital” debido a que ese capítulo representa “la principal fuente de trabajo y de ingresos dignos para todos los argentinos”. Más allá de los párrafos altisonantes, lo notable del trabajo es que no deja costado sin explorar.

En el país de los personalismos, el concepto de Plataforma Electoral ha pasado a carecer de significación, aunque este Programa de eso se trata. Una base sobre temas económicos que le sirva como trampolín a la candidata. Un Manual práctico, con el que Bullrich aspira a torcer las apuestas de una carrera donde, al día de hoy, no figura ni a placé.