La libreta de apuntes padece una anemia preocupante. ¿Dónde están las situaciones de peligro? Las hojas en blanco se acumulan, al igual que los nervios en la cancha. Ni Racing ni Boca quiebran el cero, lo único reluciente es el pavimento de la ruta que conduce a los penales. Hay mucha pasión en el Cilindro, como la hubo la semana pasada en La Bombonera. Pero el público no puede marcar goles ni evitarlos, así que los 180’ se extinguen con una paridad absoluta. Entonces los penales, entonces “Chiquito” Romero, entonces Boca es semifinalista de la Copa Libertadores. Así de sencillo. ¿O no?
Atención: al minuto el pibe Ojeda filtra la pelota al corazón del área y Maxi Romero tira cruzado. El palo salva a Boca, mientras el uruguayo Matonte cobra off-side. La jugada es finísima, si la pelota entraba muy posiblemente el VAR habría cobrado gol. La acción es una promesa de partidazo, pero ese juramento se convertirá velozmente en traición. No, no habrá partidazo; en su reemplazo saldrá a escena un duelo trabado, deslucido, carente de emociones de carne y hueso, con hinchas (de cerca o por TV) que terminarán festejando un córner o un tiro libre. Muy pobre todo, demasiado marco para tan amarrete espectáculo.
En las declaraciones pospartido Rojo, Cavani y Almirón coinciden en un análisis: Boca pasó con justicia porque en el balance fue mejor. Los de Racing, con Juanfer Quintero a la cabeza, no están de acuerdo y se quejan de la “lotería” de los penales. Pero si de enumerar jugadas de gol se trata, Boca en La Bombonera lo hizo mejor que Racing en Avellaneda. Porque anoche la “academia” marcó una diferencia desde el entusiasmo y las ganas de ir para adelante, pero nunca puso un jugador cara a cara con Romero ni generó chances claras, de esas inapelables.
Esa expresión superadora de Racing se vio sobre todo en el primer tiempo. En el complemento pasaron dos cosas que equilibraron un poco las cosas: la lesión que sacó de la cancha a Aníbal Moreno (el mejor del anfitrión) y el cambio de esquema que dispuso Almirón. El DT desarmó la línea de tres con el ingreso de Weigandt por Valentini, y trató de sazonar con un poquito de picante al ataque con un jugador movedizo (Janson) por otro más posicional (Merentiel). Además intentó acercar a Cavani al área, porque al comienzo el uruguayo flotaba demasiado lejos de los dominios de Arias.
Estas elucubraciones tácticas se quedan en charlas de pizarrón. Al juego lo modificaron en las formas, pero no en el fondo, porque el partido siguió sin levantar vuelo.
La hinchada de Racing pedía a gritos el ingreso de Roger Martínez, pero el colombiano -demasiado tocado- apenas jugó nueve minutos. A Valentín Barco, Almirón ni siquiera lo mandó a la cancha. Sí puso a Campuzano para cimentar el medio y cubrirse de sorpresas.
El 0 a 0 inconmovible implicó el acostumbrado llamado a la acción para “Chiquito”. Y lo hizo de nuevo, claro, como contra Nacional. Curiosidades de la Copa: Boca llega a semis sin ganar un partido en las llaves de octavos ni de cuartos. San Romero se encarga. Todo un mensaje para el orgulloso Palmeiras.
“Chiquito” lo hizo de nuevo: siempre héroe
La crónica de la definición por penales representa otra página en la privilegiada historia de Sergio Romero. Un 4-1 indiscutible, que se desgranó de esta manera:
- Zeballos, arriba a la derecha. Inatajable. Boca arriba 1-0.
- Piovi a la derecha, primera gran atajada de Romero (foto).
- Janson, otra vez a la derecha. Abajo. 2-0.
- Juanfer Quintero, perfecto arriba a la izquierda. 2-1.
- Toda la calidad de Cavani, rematando a la derecha. 3-1.
- Sigali cambia: tira a la izquierda y otra vez “Chiquito” contiene.
- Rojo define la serie tirando a la derecha, Arias se queda casi sin reacción. 4-1 y el “xeneize” a semifinales.