La falta de inicio de las obras anunciadas para evitar que se repitan las desesperantes escenas de 2017 provocan angustia en los vecinos de La Madrid. Y el reconocimiento de los funcionarios de que no se podrán hacer obras en el corto plazo y que los pobladores deberán pasar la época de lluvias nuevamente en estado de alerta contribuye a aumentar esa angustia, puesto que se presume que las lluvias incrementarán su frecuencia y su intensidad por el fenómeno “El Niño”, que está comenzando.
El pueblo ubicado prácticamente en el extremo sureste de la provincia, muy cerca de la cola del embalse frontal, tiene a su costado el río Marapa y se encuentra en el área de influencia del río San Francisco, que fluye más al suroeste. A causa de los cambios en el uso del suelo, los desmontes y la sedimentación, entre otras causas, la ubicación de toda la zona se fue haciendo precaria frente al embate de las aguas. La Madrid padeció cuatro inundaciones fuertes; la primera en 1992 y la catastrófica de 2017, cuando prácticamente todo la población fue tapada por la creciente, a raíz de lo cual se movilizó la provincia tanto en ayuda en la emergencia como en estudio con miras a cambiar y mejorar las cosas. Entre ellas se incluyeron obras de resguardo, que debieron hacerse en el tiempo inmediato siguiente a la inundación, aprovechando que sobrevino un período de sequía que permitía hacer los trabajos.
Pero los resultados fueron escasos. Un grupo de vecinos reclaman respuestas del Gobierno desde que se enteraron de que la obra que se había previsto para hacer un “escudo protector” ante las crecidas del Marapa se había paralizado a raíz de un litigio entre la empresa que había ganado la licitación y la provincia. Y luego llegó la confirmación de Dirección Provincial del Agua de que se había pedido que se declare desierta la licitación y que se gestione una contratación directa previo cotejo de precios, lo cual aumenta la incertidumbre en estos tiempos de profunda crisis económica que ha dado lugar a la falta de envío de los dineros comprometidos para obras. Con más razón, fondos para nuevas obras, pese a que –según advirtieron los vecinos- había en su momento 600 millones de pesos de la Nación dispuestos para esta obra. Esa plata se retiró y, en ese sentido, un funcionario dijo que esos fondos estarán disponibles sólo en la medida en que la situación económica se mantenga. Un dirigente opositor, por otra parte, aseguró que las obras que la provincia realiza con fondos nacionales están paralizadas.
Por otra parte, el titular de la Unidad Ejecutora Norte Grande reconoció que esa obra no se va a tener este año, son, quizás, en marzo y, por otra parte, dijo que será sólo un paliativo y que la solución total llegaría en el futuro, con fondos nacionales. En ese sentido, otra vecina reclamó que les preocupa lo que pueda ocurrir en el corto plazo y que con los trabajos del plan Prelluvia no les alcanza. “Los eventos aquí son muy trágicos, ahora se dice que va a haber muchas lluvias. Estamos con miedo, esperando algo peor que en 2017”.
Lo que es evidente es que toda la gigantesca movilización que se ha hecho desde la inundación de 2017 para investigar, diagnosticar y proponer soluciones no ha sido suficiente y, tras el largo período de sequía, se está ante una situación de probable riesgo. Convendría poner cuanto antes a trabajar no sólo los equipos preventivos, sino los que tienen responsabilidad en planificar y ejecutar obras, porque si ocurre otra emergencia como la de 2017 tendrán que dar salidas de emergencia y responder por lo que no se hizo. “¿Cómo hacemos con este evento que va a ocurrir, que en poco tiempo llueve copiosamente? No sé qué pensar”, dijo una vecina.