La principal traba para la reducción del desempleo y del trabajo no registrado estriba en los sindicalistas. El economista y docente de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) Gustavo Wallberg adhiere rabiosamente a esta teoría, fundada sobre la base paradojal de que los peores enemigos de los trabajadores serían aquellos que deberían protegerlos.

“El sindicalista encarna la imagen satirizada del neoliberal, como ese tipo que quiere eliminar los derechos laborales. Gracias a ellos en la Argentina un 40% de la población trabaja ‘en negro’, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). Y un buen porcentaje, de al menos un 20% de los asalariados percibe un sueldo inferior a la línea de pobreza. ¡Y el sindicalismo hace acuerdos laborales que hacen que el salario suba menos que la inflación!”, denunció.

El economista desarrolló este y otros conceptos durante una entrevista que concedió al periodista Federico van Mameren, para el programa Panorama Tucumano -la nave insignia de LGPlay-.

“Parte del problema del país está en la burocracia sindical. Tenés gremialistas ricos y trabajadores pobres. ¡Hay que cambiar las leyes laborales si querés que la gente consiga trabajo! ¡Dejate de macanear con el convenio colectivo de 1974!”, arengó.

Inflación

Uno de los principales problemas económicos que padecen los argentinos es la fuerte variación que mes a mes registra el Índice del Precios al Consumidor (IPC). Wallberg dedicó varios minutos de la entrevista a hablar sobre este tema.

En primer lugar, echó por tierra la idea de que puedan existir medidas mágicas, que rápidamente reduzcan la inflación. “Hay una frase que sirve para graficar lo complicado que es esto; y dice que la inflación se compara con la pasta dentífrica: es muy facil sacarla del pomo, pero es muy difícil volver a meterla allí. Uno podría decir que sí existen maneras rápidas de acabar con esta, pero serían muy costosas para buena parte de la población”, advirtió.

A modo de ejemplo, explicó que la inflación podría bajar casi de un día para el otro si se pone cero arancel al comercio exterior. “De ese modo baja terriblemente el precio de los artículos importados; todo precio transable se desplomará. Pero cerrarían comercios e industrias, y el desempleo se dispararía. Debés permitirle a la industria nacional un ajuste en el costo. Entonces, no se trata de una medida, sino de todo un plan antiinlacionario”, precisó.

A su criterio, para empezar a bajar la inflación cuanto antes, el Gobierno debería liberar las tarifas del gas, de la electricidad, entre otros. “Necesariamente implicaría un sacrificio para las personas, pero las tarifas deben seguir subiendo. Esto es así porque se gasta mucho en subsidios; y esto implica emisión de dinero”, dijo.

Explicó que el subsidio, por sí mismo, no genera inflación. “Si tuvieras un Estado con cuentas equilibradas, con superávit, podrías tener servicios subsidiados sin que tengás inflación, porque das los subsidios con lo que recaudás de impuestos. Pero no es el caso de la Argentina, donde la emisión genera inflación”, indicó.

Wallberg continuó explicando por qué se enfoca sobre las tarifas, y no sobre otros gastos públicos que también se sustentan con la emisión. “Una buena parte del gasto público son las jubilaciones y pensiones; ¿bajarías aun más el haber de los jubilados para reducir la emisión? Por otro lado, hace falta mucha obra pública, por lo que bajar la emisión que la sustenta es complicado. En el caso de los servicios, se paga lo que se usa; entonces, deberé aprender a apagar la televisión y la luz si me voy al kiosco; ajusto el consumo”, puntualizó el especialista.

Reconoció que se trata de un cambio cultural en este país. “Porque acá se cree que muchas cosas son derechos, cuando no es así. No tenés derecho a tener el gas barato; hay que ganárselo. El derecho, en todo caso, es que nadie te impida ganarte legítimamente el dinero para pagar las cosas. Comer no es un derecho que deba garantizar el Estado; el Estado no tiene la obligación de mantener alimentado a cada ciudadano. Sí debe garantizar que nadie impida al ciudadano ganar legítimamente el dinero para que coma, que nadie interfiera cuando este salga a pelear”, dijo.

Wallberg precisó que hasta la pandemia, la emisión del dinero, por parte del Banco Central de la República Argentina tardaba un año en impactar en la inflación. “Mi sospecha es que después de la pandemia esto se aceleró, y ahora demora menos meses en sentirse la inflación. Si el BCRA deja de emitir hoy, en julio del año que viene recién sentiremos que los precios subieron”, opinó.

Y consideró que, si se hacen bien las cosas, recién en el segundo semestre del año que viene se notará una mejora de la economía. “El próximo Gobierno tendrá ‘viento de cola’: producción agrícola; precios de gas favorables; y con el gasoducto Néstor Kirchner concluido se podrá exportar gas y se dejará de importar; lo que doblemente generará ingresos adicionales”, avizoró.