MISCELÁNEA

TODO LO QUE CRECE

CLARA OBLIGADO (Páginas de Espuma – Buenos Aires)

Todo lo que crece, de Clara Obligado, deja huellas de profunda emotividad; su modo de escribir, el cuerpo sensible de la palabra en sus representaciones, desarrolla en el lector una llovizna de sensaciones que nos impregna desde cada página, a través de “estas historias secretas” que va anotando en un cuaderno, a partir de “lo que las pequeñas cosas esconden”, y tal como expresa, cuando tiende “las vidas sobre el papel, con un lápiz afilado”, rebusca en el corazón de las palabras y “hace que cualquier sonido se vuelva intenso”.

El texto está organizado en dos partes: “Sur” y “Norte”. En ambas, desde una mirada niña o de mujer, capta la naturaleza, el paisaje, las plantas y todo lo que ofrece esta tierra de la que somos partícipes. Sus “retazos” narrativos representan lo humano fusionado en este planeta, no como sujetos desvinculados del sistema ecológico universal, sino en una suma de acciones y prácticas complementarias e intercambiables.

En “Sur” la memoria recorre la infancia, “el paraíso perdido” con referencias bíblicas, al considerarlo un castigo botánico: “Expulsándonos del huerto. Desgajándonos”; la adolescencia, las actividades realizadas en vacaciones de verano, las anécdotas de sus visitas al campo, la relación conflictiva con su madre, no así con su padre, y, además, su identificación y entrega profunda con lo natural. Un relato fragmentado en los que se realizan enclaves temporales desordenados, donde la juventud y sus idealismos, el placer y el dolor ante la vida aparecen rodeados por los espantos de la dictadura.

“Arraigar en el aire”

“Norte” relata una identidad en crisis, sin raíces, a través del paisaje que le ofrece el exilio, aunque los aprendizajes en otras geografías le posibilitan darse cuenta de que se pueden “soltar amarras” y “germinar”; la voz es consciente de estas migrancias obligadas, pero advierte que ante estas adversidades, “escribir es arraigar en el aire”.

Su escritura se organiza en un todo y sus fragmentos, lo grande y lo pequeño constituyen formatos de cuadros, retratos, recortes, diccionario etimológico, anecdotarios diversos. El universo está presente como un collage hecho de paseos por espacios y tiempos diferentes, entre el verde de las plantas, la memoria y el exilio. Su libro crece como los árboles, con don poético, espiritual y esperanzador.

© LA GACETA

LILIANA MASSARA

Perfil

Clara Obligado nació en Buenos Aires. Exiliada política de la dictadura militar, desde 1976 vive en España. Es licenciada en Literatura y dirige talleres de Escritura Creativa. En 1996 recibió el premio Femenino Lumen por su novela La hija de Marx, y en 2015, el premio de novela breve Juan March Cencillo por Petrarca para viajeros. Ha publicado las antologías Por favor sea breve I y II, y cuentos como los de El libro de los viajes equivocados (IX Premio Setenil 2012), La muerte juega a los dados y La biblioteca de agua. Entre sus ensayos, el más reciente es Una casa lejos de casa. La escritura extranjera.

Todo lo que crece*

Por Clara Obligado

“¿Y si cada vida fuera un paisaje? ¿Si fuéramos llanos, selvas, médanos? Hay un término que define lo que comienzo a entender, lo que, en algún momento, representará la vida que me ha tocado: tierras escarpadas, pendientes, bancales y terrazas labradas hasta la extenuación, paredes de piedra que exhiben  hermosas esculturas de esfuerzo. A ese tipo de cultivos se los llama “agricultura heroica”. Encuentro esta definición que, de alguna manera, me representa. ¿Qué se puede plantar, cuando tu tierra ha desaparecido?

Conozco nuevos territorios, nuevas formas de labrar. No es un continente joven como aquel en el que nací, sino un territorio devastado por miles de generaciones y arados. Cultivos en terrazas, viñas nudosas, dehesas.

Empiezo a entender el paisaje”.

*Fragmento.