María Emilia salió temprano a comprar mercadería para cocinar. En su monedero llevaba $ 5.000. Junto con su esposo, tiene dos hijos adolescentes. Quiere ir hacer milanesas con arroz. Va a la carnicería y pregunta por el kilo de nalga, uno de los cortes cárnicos más apropiados para las milas. “Está a $ 4.800 el kilo señora”, responde el carnicero. La salsa es la opción, pero la paleta chata se cotiza a $ 3.400. Camina dos cuadras y en la pollería encuentra una opción más económica: filet de pollo a $ 2.100. Eso, más el arroz, la verdura, el pan y una gaseosa económica se llevarán todo el dinero que transporta. Los tucumanos ajustan su presupuesto a la nueva realidad devaluada. Hasta el mes pasado, una familia tipo requirió $ 213.292 mensuales de ingresos para no caer en la pobreza. María Emilia está preocupada. Con ese indicador, a julio pasado, tendría que disponer de $ 6.880 para que su familia no caiga en situación de pobreza. Agosto será peor con la devaluación brusca aplicada por el Gobierno en el tipo de cambio oficial. Una inflación del 12% mensual implica un salto extraordinario en el valor de la canasta básica y, principalmente, en la pobreza.
Hasta el séptimo mes del año, la Canasta Básica Total (CBT) acumuló una suba del 60,6%, casi al mismo ritmo que la inflación tucumana (61,3%). Pero la aceleración se observó más en la Canasta Básica Alimentaria (67,6%) que, hasta julio, fue calculada en $ 102.544 para un matrimonio con dos hijos pequeños. Eso anticipa que la indigencia pegará un salto, más allá de que el Estado intente disimular ese cuadro con planes sociales.
Al cierre de 2003, el Gran Tucumán-Tafí Viejo registraba un nivel de pobreza que afectaba al 43,5% de la población urbana. Casi 400.000 ciudadanos no podían reunir los ingresos suficientes para por abandonar este estrato socioeconómico. Durante el primer semestre de este año, el precio de los alimentos se reactivó y, por ende, se encarecieron las canastas. Por eso se estima que la medición del período enero a junio de este año podría llegar al 45%, lo que implicaría un salto de casi 10 puntos porcentuales respecto de igual período de 2022 (la tasa fue de 35,1% y la cantidad de afectados rozó los 353.500 casos), es decir que 90.000 personas más serían pobres. La devaluación torna más complicado el futuro. Una inflación de dos dígitos para agosto y septiembre condenará a la pobreza a una porción de la clase media.
El principal aglomerado urbano provincial está conformado por 279.546 hogares. Aquellos con ingreso captan un promedio total familiar de $ 186.297, al cierre del primer trimestre. Esta cifra es casi similar al valor de la CBT. La brecha de ingresos para los hogares según ingreso total familiar es de 13 veces, según datos de la Dirección de Estadística de la Provincia. Esto quiere decir que por cada peso que percibe un hogar perteneciente al decil de menores ingresos, un hogar del decil de mayores ingresos recibe 13, en promedio. En las puntas, la familia más pobre del distrito logra reunir un promedio de $ 37.675 versus los $ 499.698 mensuales que reúne la familia más adinerada, también en promedio.
Según la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), la clase media es aquella familia cuyos ingresos se sitúan entre el 75% y el 200% del ingreso per cápita familiar La clase baja se sitúa por debajo del 75%, y la clase alta por encima del 200%. Tomando esos parámetros, en el Gran Tucumán-Tafí Viejo, la situación socioeconómica es la siguiente:
• Alrededor de 458.300 personas son consideradas de clase baja (representa el 50% de la población del aglomerado urbano).
• Unos 366.000 individuos se ubican en lo que se conoce como clase media, es decir, el 40% del total de la población.
• Finalmente, 91.500 personas corresponden a la clase alta, lo que representa el 10% restante del total.
El castigo electoral
El primer semestre de este año se movió a dos ritmos en cuanto a la situación socioeconómica del país. Durante el primer trimestre, los indicadores no fueron tan malos como para dejar a la población más expuesta a la pobreza, dice a LA GACETA Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA). El investigador explica que, más allá de la inflación, en ese período siguió creciendo la actividad económica; por eso, la pobreza se ubicó cerca del 38%. Sin embargo, el panorama cambió en el segundo trimestre, con una parálisis económica y más inflación que llevó la tasa a la zona de entre el 43% y el 44%. “Así, el semestre terminó en torno del 43%”, puntualiza.
Pese a que el indicador es elevado, Salvia señala que hubo un estallido en la sociedad porque el Estado se aferró a una fuerte política de protección social, con programas asistenciales que mantuvieron a raya a la indigencia. Por el lado de los asalariados, el investigador sostiene que los acuerdos paritarios permitieron dinamizar el consumo, a la vez que hacia el cierre del primer semestre se observó el primer indicio de desaceleración inflacionaria.
Sin embargo, con el arranque de la campaña electoral rumbo a las PASO y, tras ese proceso, la devaluación brusca del 22% en el tipo de cambio oficial, la inflación pegó un salto tal que terminará en más pobreza, por arriba del 44%. Salvia, en ese sentido, advierte que, en la medida que se mantenga la actividad y no haya recesión, los sectores informales, autónomos y cuentapropistas podrán, en cierta medida, protegerse de tanta inflación, aunque no podrán evitar la pobreza.
Desde ese aspecto, el sociólogo cree que la devaluación dejará más pobreza estructural, pero también expondrá -aún más- a la clase media baja “que es aquella franja de la población que representó 15 a 20 puntos de la pobreza de los últimos 15 años y que no ve ningún porvenir ni futuro y que ha expresado su bronca y malhumor en las urnas, el domingo de las PASO, en general contra el sistema político y, en particular, contra el justicialismo”.
El dato oficial: informe en la previa de las presidenciales
En su calendario, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) tiene previsto difundir el miércoles 27 de septiembre, el dato de Incidencia de la Pobreza y de la Indigencia del primer semestre. El diagnóstico se revelará casi un mes antes de las presidenciales previstas para el domingo 22 de octubre. Con medidas que tienden a alentar el consumo y a sostener los planes asistenciales, el Gobierno trata de amortiguar la incidencia electoral de esas tasas.