Qué jugador raro es Bucca. A veces invita a preguntarse: ¿por qué no juega en Primera división? Y a veces se pierde en la cancha, falla pases fáciles y cambia tranco elegante, propio de los tipos que saben, por abulia y bostezos. Por suerte para San Martín ayer Bucca se conectó al polo positivo, así que entró al área arrullando la pelota en el pecho, levantó la cabeza y le sirvió el gol a Dening. Con ese poquito de fútbol, muy poquito, el equipo enderezó la esperanza en la tabla gracias a tres puntos que cotizan en dólar blue. El nivel de juego es otra cosa.

En fin, cuando se gana hay que mirar el vaso medio lleno. Sobre todo porque Defensores Unidos de Zárate entró a la cancha con un jugador más: Meritello. La patada voladora que le aplicó a Bellido no sólo le valió la roja a Meritello; también la reprobación de sus propios hinchas. Le dijeron de todo cuando marchaba al túnel con el cartel de reincidente pintado en la espalda. Meritello jugó para CADU, dejando al “santo” con 10 y en la estacada. Tendrá que hacer muchos, demasiados méritos, para recuperar algo de la confianza de la gente. Iban 36 minutos, 0 a 0 y la perspectiva de afrontar una hora de juego con uno menos. Eso es caminar al filo del precipicio.

Pero ese San Martín atribulado recibió una ayuda que posiblemente no estaba en los planes. Se la regaló el rival. Como CADU no tenía intenciones de atacar, vino a Tucumán con la exclusiva misión de dejar transcurrir el tiempo. Qué equipo anodino, por Dios. A veces intentaban pispear por dónde andaba Toloza para tirarle un pelotazo. Y punto. Por eso, mientras Meritello se duchaba Frontini bajó a Abregú al centro de la defensa y puso a Bucca de cinco. Para los zarateños el hombre extra era más una incomodidad que un beneficio, a Sand lo miraban como una lejana mancha roja.

Rebobinando

A veces a San Martín se le pide más de lo que puede dar. Será difícil verle algún brillo estético, está para otra cosa. Lo imperdonable fue lo de Madryn, un papelón actitudinal televisado en directo. Por eso la necesidad de ganar y el grito que se escuchó en La Ciudadela a los -apenas- 6 minutos: “¡movete, santo, movete...!”

El equipo quiere ir para adelante pero le cuesta. Ciccolini y Andrada cambian de punta; Banegas sube pero no tira buenos centros; Dening tiene que fajarse con un cuevero que le lleva una cabeza; lo dicho de Bucca. ¿Y Prokop? Ausente sin aviso. Pero San Martín va, mientras la inexpresividad de CADU representa la nada misma. San Martín va nervioso, enredado, confuso, pero voluntarioso y solidario. Y de tanto ir a Bucca se le prende el reflector y alumbra la jugada que definirá uno de esos partidos mediocres, olvidables y, como no podía ser de otro modo, teñidos de incertidumbre en los instantes decisivos.

Un apunte: el gol cortó una racha secota de Dening y cayó en el momento justo, a los 46’. No le sobran las buenas noticias al “santo”, que Dening haya vuelto a festejar es una de ellas.

Hasta el final

Frontini no tocó nada en el segundo tiempo. Lo bien que hizo. Si alguien esperaba un aluvión de CADU, esperó en vano. Al contrario: de movida Dening se perdió un gol increíble, fallando el cabezazo en el área chica.

Durante casi 20 minutos no sucedió nada en el complemento, un paraíso para Frontini y el banco del “santo”. Habrían regalado la mitad del sueldo para que las cosas terminaran así. Pero cuando el platinado García tiró desde lejos y le acertó al travesaño el DT cortó con la siesta: puso a un central (Bazzana) y sacó a Ciccolini. Era el momento de cubrirse. Después hubo más cambios, al punto de que terminó formada una dupla de zagueros inédita: Bazzana-Bordón. Y con Abregú bien metido entre ellos.

El partido (¡al fin!) se volvió loco en los últimos minutos. Una pizca de emociones, trabajo para los cardiólogos de la hinchada del “santo”. A CADU le dio un poco de vergüenza lo que estaba pasando e intentó atacar, pero sin picante. Y Sand solucionó todo. Eso sí: a cada contra San Martín la desperdició. Ya era mucho pedir más que un 1 a 0.