Los crossovers generacionales suelen ser armas de doble o triple filo. O funcionan -no es lo habitual- o naufragan. Ejemplo: ¿juntar a Steve Martin y a Martin Short con Selena Gómez? ¿En serio? ¿Qué tiene en común una megaestrella pop de la factoría Disney con dos comediantes de la vieja y respetable escuela? Será que los tres son buenísimos artistas; o será que hay una corriente empática de lo más evidente. Nada es garantía de éxito. Hay, y esto deja de ser una conjetura, un proyecto de altísima calidad televisiva. Por eso en “Only murders in the building” (“Sólo crímenes en el edificio” -OMITB-), cuya tercera temporada puede verse por Star+, las piezas de un puzzle improbable terminan encajando.
La serie funciona como un mecanismo de cajas chinas: el asesinato que en cada temporada los protagonistas se abocan a resolver es apenas un recipiente, o mejor dicho un hilo conductor de historias que se cruzan, revelaciones, flashbacks, cameos y vueltas de tuerca. Ingeniosa, pícara -falsamente naif-, OMITB termina siendo tan fresca como inclasificable. Una rara avis del streaming, tan rara como ese ensamble protagónico que pergeñaron a cuatro manos Steve Martin y John Hoffman, los padres de la criatura.
Comedia negra de interiores, los de un señorial y gigantesco edificio neoyorquino -el Arconia-, OMITB se ríe del furor desatado en EEUU por los true crime podcasts. En ese formato cuentan sus investigaciones los protagonistas, así que se vuelven populares y terminan víctimas del efecto boomerang: nunca dejan de ser sospechosos. En esos puntos las historias de Charles (Martin), Oliver (Short) y Mabel (Gómez) dejan de ser paralelas y empiezan a tocarse, primero con sutileza, después como partes de una madeja difícil de desenredar,
OMITB es un show inteligente, hecho con buen gusto, y al mismo tiempo mordaz. Martin y Short se satirizan a sí mismos y Gómez los contiene con una ternura filial. Esa dinámica es el corazón de una serie que habla de muchas cosas, algunas con humor, otras sin anestesia.
Disgresión
Casi en paralelo llegó la tercera temporada de otra serie de lo más recomendable (y también en capítulos de media hora estrenados con frecuencia semanal). Pero si bien hay un parentesco con OMITB cuando de humor negro se trata, “Physical” transita otras rutas. Estamos en los recurrentes años 80 y Sheila Rubin (Rose Byrne) descubre que el fitness por TV puede ser una mina de oro. En algún momento se hará rica y famosa, pero lo que nos muestra el show creado por Annie Weisman es el proceso.
Entonces todo es demasiado complejo en la vida de Sheila, la intimísima, la familiar y la profesional, así que renuncia a cualquier clase de escrúpulos para saltar tantos obstáculos. Rose Byrne es un huracán que se lleva puesto “Physical”, una chica cínica, vulnerable y sufrida; heroína y villana; resiliente desde una bulimia que la atormenta; capaz de ser bondadosa y perversa sin grados de separación. Fácilmente identificable por multitud de mujeres. Y dueña de algunos pasajes memorables (como el final de un capítulo en el que maneja a toda velocidad mientras suena “Destination unknown”, el himno ochentoso de los Missing Persons). “Physical” está en AppleTV, la plataforma que transmite los partidos de Lionel Messi.
Y además...
Volviendo a OMITB, una de sus aristas más felices pasa por los personajes secundarios (Nathan Lane en la primera temporada, Cara Delevingne en la segunda) y por los cameos (con Sting a la cabeza como el vecino famoso y mala onda del Arconia y, cómo no, Amy Schumer). Este año la vara sigue subiendo nada menos que con Paul Rudd y... Meryl Streep. No puede pedirse más que ver a la mejor de todas interpretando, justamente, a una actriz frustrada por la carencia de suerte y, en fin, de talento. Es la clase de lujo que puede darse un show como OMITB.
Hubo un tiempo en el que Steve Martin, Martin Short y Chevy Chase conformaban algo así como tres de un par perfecto. Cuando Chase se cayó de ese combo, nadie habría imaginado que lo reemplazaría Selena Gómez, ni el más sagaz de los directores de casting. El chiste -buenísimo- es que Gómez es, a fin de cuentas, la más adulta de los tres, la que toma las decisiones más responsables. Y cuando se golpea están Charles y Oliver para sostenerla desde un lugar de infinito amor y respeto, sin condescendencias de por medio.
Porque esa es también la fuerza motora de OMITB, tan divertida como atrapante; el esfuerzo por no subestimar -jamás- a un espectador largamente cacheteado por el streaming.