Javier Castrilli no tiene pelos en la lengua. Sigue siendo frontal y no se guarda nada. Permaneció 22 años en el arbitraje, fue juez internacional y representó a la Argentina en el Mundial de Francia 1998. Comenzó su carrera como árbitro amateur en 1978 y en 1991 fue designado para dirigir en Primera división. Con 66 años, el bonaerense llegó a Tucumán acompañados por Hugo Rojas y Raúl Merlino (miembros del Sadra) para brindar una charla sobre arbitraje. Antes del encuentro charló con LA GACETA.

- ¿Cómo ves al arbitraje argentino?

- Es un desastre. El arbitraje argentino está atravesado por dos problemáticas absolutamente distintas. Y una de ellas es precisamente lo que experimenta el arbitraje a nivel mundial respecto de los cambios, de la incorporación de la tecnología, de este verdadero tiempo de transición por el cual está atravesando, no sólo el arbitraje, sino el fútbol.

- ¿Cómo analiza la aparición del VAR?

- Afortunadamente no hay nada que pueda contaminar la tecnología. El avance de la tecnología va a continuar. Todos los cambios han impactado también en el arbitraje. Y esto ha generado muchos problemas en todo el mundo. Es una problemática de carácter global. La pregunta que todos nos hacemos es hacia dónde vamos. ¿Hacia dónde va el arbitraje? Uno avizora que en el futuro la inteligencia artificial va a terminar desplazando a la persona. El fútbol que tenemos hoy no tiene absolutamente nada que ver con lo que supimos concebir nosotros hace 20 o 30 años. Ha experimentado un cambio tremendo. Y va a seguir transformándose. Y eso es lo que nos cuesta trabajo entender. El fútbol está atravesando cambios muy profundos, cambios estructurales. Y esos cambios obviamente no tienen fin. Van a continuar.

- Siempre te quejás de situaciones que no son claras en el fútbol argentino...

- Desde hace años la prensa especializada de todo el país conoce lo que está pasando. Y lamentablemente eso ha ubicado al arbitraje en una posición absolutamente desventajosa. Hay una actitud muy perversa por parte de algunos dirigentes de la AFA. Y muy coactiva respecto a la libertad de trabajo. Porque obviamente se los induce a los árbitros a que si no renuncian a un gremio, no dirigen. Es una cosa increíble. Si no renuncian a un gremio no se les da trabajo. Es vergonzoso que el propio secretario general de un gremio termine siendo aquel que despide a los árbitros. Es decir que ocupa las dos posiciones y lo hace bajo el silencio cómplice de todos los afiliados de la AFA. Es un verdadero mamarracho lo que está ocurriendo. Una actitud discriminatoria. Reitero, viola todas las garantías, incluso las constitucionales que se les brinda al trabajador. Porque el árbitro es un trabajador. Afortunadamente la Justicia está fallando a favor de esos trabajadores.

- ¿Cuáles son los árbitros que no podrían dirigir según tu criterio?

- Espinoza, Merlos, Echavarría y Baliño. Son un desastre. Ustedes lo ven en todos los partidos, en todas las fechas. Y no hay fecha en donde no haya una jugada con un error grave o grosero, algo que en altas competencias es imperdonable. Y eso es producto de... Nada es casualidad. Eso tiene, obviamente, una causa y también tiene una consecuencia. Eso es producto del amiguismo. De las relaciones que deben tener los árbitros para llegar a ocupar un sitial de privilegio. Todos sabemos que a través de los “desastres” que cometieron, Espinoza, Merlos, Echavarría y Baliño llegaron a Primera división. ¡Y algunos son internacionales! Ese es un claro mensaje para el resto. Es decir, si ustedes quieren llegar al lugar que están ocupando ellos, tienen que hacer caso a las directivas emanadas de, principalmente, Pablo Toviggino, que está alrededor de todo este proceso tan maquiavélico como histórico y perverso. Esto es perjudicial, no sólo para el arbitraje, sino para el fútbol. Porque vemos que la mediocridad es muy grande en la Argentina y eso genera perjuicios a jugadores y a instituciones.

- ¿Alguna vez cambiará esta situación?

- Es muy difícil, porque primero tienen que cambiar la actitud de los presidentes de los clubes que se ven perjudicados. No hay una actitud solidaria con aquellos clubes que sufren partido tras partido, fecha tras fecha. Cada vez que Atlético o una institución tucumana levanta la voz, yo no escucho ni veo a ninguna otra institución que se solidarice. Parece que todos desconocen que mañana puede ser contra ellos.

- ¿Por qué siempre te consideraron polémico?

- Yo nunca me quedé en la vereda de la contemplación, yo crucé la calle, me comprometí, participé y me arriesgué. Eso implica muchos riesgos. También me sentí perjudicado. No me gustan las injusticias, no me gusta la opresión, no me gusta y rechazo todo tipo de restricción de la libertad individual. Eso es algo que uno lleva en la sangre. Siempre tomé decisiones que me comprometieron y que siguen comprometiendo mis intereses personales. Siempre fui consecuente con lo que pienso, con lo que digo y con lo que siento. Uno tiene que ser coherente, ese es el camino de la vida. Entonces, lejos estoy de adherir a esos políticos que después cuando llegan a ser gobierno cambian el discurso como forma de justificar lo injustificable.

- ¿Y por qué no hacen lo que dijeron que iban a hacer?

- Estamos a pocas horas de una elección y es importante que todos tengamos presente que es imposible una Argentina distinta con los mismos de siempre. Tenemos que cambiar si queremos cambiar la realidad. Nosotros llegamos a Tucumán por la ruta 157, que está un desastre. Es un desastre lo que están haciendo, es un desastre el estado de la ruta. Es lamentable tener que estar más de una hora esperando para que liberen el paso porque están haciendo una reforma en la ruta. Todo es un desastre. Ahí te das cuenta del atraso que hay en Argentina y del daño que generó la corrupción. Ahí también te das cuenta de que hay gente que sigue domesticada, sumida y anestesiada, a pesar de que la realidad nos golpea. Tenemos que darnos cuenta de lo que está pasando. Por eso digo que si yo quiero un fútbol transparente, un fútbol distinto, un arbitraje como me lo enseñaron a mí, no me puedo quedar en silencio.

- ¿Te gustaría ser parte del arbitraje argentino?

- Eso es imposible ahora. Mientras esté esta gente, que no tiene ningún prurito y no tiene vergüenza, no será posible. No se ponen colorados por nada. Encima al dirigente que levanta la voz, lo callan. Toviggino dice que el primero que proteste está muerto. Los amenaza. Es una forma de disciplinar. Es el ejercicio del poder a través del miedo y de la amenaza constante. Y es la manipulación del arbitraje como forma de construir poder. Porque a través del arbitraje ellos prometen, construyen y consiguen conciencia del dirigente que después lo termina apoyando. Y a aquellos que se sienten perjudicados, en los pasillos les aconsejan que guarden silencio.

- ¿Estás viviendo en Chile?

- Sí, desde hace dos años. Estuve contratado por la Asociación Nacional del Fútbol Profesional de ese país. Tuve serios problemas. Me pidieron limpiar el arbitraje chileno. Y lo hice. Y eso hizo que se generara un paro, por lo que la dirigencia decidió desprenderse de mi contrato. Ya le gané en primera instancia el juicio y ahora estoy esperando el fallo de la Cámara de Apelación. Igual decidí quedarme a vivir allá, donde formé una empresa que brinda capacitaciones. Con ex árbitros chilenos estamos brindando servicios a empresas y a entidades estatales.

- ¿Quién es el mejor árbitro de la Argentina?

- Aún con sus irregularidades, creo que los mejores son Tello y Rapallini. (Producción periodística: Carlos Oardi)