De Sebastián Báez suele rescatarse su crecimiento tenístico, pero quienes lo conocen agregan su calidez y su don de gentes. Dicen que es un muy buen tipo, pura humildad, y ayer lo demostró en Austria. Acababa de conquistar el título barriendo a Dominic Thiem (6-3 y 6-1) y su discurso impactó al público. “Les pido perdón, todos querían que ganara ‘Domi’ porque es el local y es lógico -sostuvo-. Pero tuve una gran semana, me sentí muy cómodo y pude jugar mi mejor tenis también en la final”.
Un pedido de disculpas no es habitual en esa circunstancia y a Báez lo premiaron con una sincera ovación. Ya siendo campeón del ATP 250 de Kitzbuhel, tradicional torneo sobre el polvo de ladrillo europeo, Báez saltará al puesto 42 del ranking. Es su tercer título, nada mal para sus 22 años y todo lo que puede seguir mejorando. “Estoy disfrutando mucho este momento, no todas las semanas se pueden obtener los mejores resultados en el circuito, quiero festejarlo junto a mi equipo de trabajo”, añadió Báez. Cerca sonreían su coach Sebastián Gutiérrez y el preparador físico Martiniano Orazi.
Esta semana el desafío para los tenistas argentinos mejor rankeados se inicia en el Masters 1000 de Toronto, donde el favorito es Carlos Alcaraz -no juega Novak Djokovic-. En el cuadro figuran Francisco Cerúndolo (debuta ante el local Alexis Galarneau, que recibió un wild card) y Tomás Etcheverry (enfrentará al siempre difícil estadounidense Sebastian Korda),