Ekhart Tolle, maestro espiritual y escritor alemán de fama mundial y autor del best-seller global “El poder del Ahora”, ha acuñado un concepto muy esclarecedor acerca del sufrimiento humano: “el cuerpo del dolor”.

Una forma semiautónoma de energía, hecha de las emociones negativas que nos fueron afectando desde que nacimos y que “vive” en nuestro interior, de manera latente. Su principal objetivo, al igual que todas las formas de vida, es la supervivencia.

Y para esto necesita alimentarse periódicamente con energía que vibre en una frecuencia semejante. ¿Y entonces? Cualquier emoción dolorosa… es néctar para el cuerpo del dolor. De ahí que a una parte nuestra le atraigan tanto los pensamientos negativos, las preocupaciones, las malas noticias, los problemas y, en general, el drama en las relaciones humanas.

Y sí, aunque nos resulte difícil de aceptar, el cuerpo del dolor -presente en distinta medida en todas las personas, salvo casos excepcionales- no es otra cosa que nuestra adicción a la infelicidad.

Dolor colectivo

Tolle sostiene que el cuerpo del dolor tiene, además del aspecto personal, un aspecto colectivo. El primero es el residuo acumulado del dolor emocional sufrido en el propio pasado.

El segundo, en cambio, es el dolor acumulado en la psique humana colectiva durante miles de años a través de la enfermedad, la tortura, la guerra, el asesinato, la crueldad, la locura, etcétera. Por ejemplo, ciertas razas o países en los que ocurren u ocurrieron formas extremas de lucha y violencia tienen un cuerpo del dolor colectivo más pesado que otros. Y advierte: “Cualquiera que tenga un cuerpo del dolor fuerte y una conciencia insuficiente para dejar de identificarse con él, no sólo se sentirá forzado a volver a vivir periódica o continuamente su dolor emocional, sino que puede también fácilmente convertirse en el perpetrador o en la víctima de la violencia, dependiendo de si su cuerpo del dolor es predominantemente activo o pasivo”.

Aunque por otra parte en estos casos también se puede estar potencialmente más cercano a la “iluminación”. Un potencial que no se realiza necesariamente, por supuesto, pero como dice Tolle “si usted está atrapado en una pesadilla, es probable que esté más fuertemente motivado a despertar que alguien que sólo está atrapado en los altibajos de un sueño ordinario”.

Dolor femenino

Aparte del cuerpo del dolor personal, las mujeres tenemos participación en lo que Tolle describe como el cuerpo del dolor femenino colectivo, el cual está formado por el sufrimiento acumulado que han soportado las mujeres históricamente, a través de su dominación por parte del hombre, la esclavitud, la explotación, las violaciones, el dar a luz, la pérdida de los hijos, etcétera.

Al respecto, Tolle sostiene que el padecimiento físico y emocional que muchas mujeres sienten antes y durante la menstruación es el cuerpo del dolor en su aspecto colectivo que despierta de su latencia en ese momento, aunque puede dispararse en otras circunstancias también, restringiendo el flujo libre de energía vital (del cual la menstruación sería una expresión física).

Pero ojo, que esto también es tierra fértil para evolucionar espiritualmente: “Si usted es capaz de estar alerta y presente en ese momento y observar lo que pasa en su interior, en lugar de ser dominada por ello, le proporcionará una oportunidad para la práctica espiritual más poderosa, y se hace posible una rápida transmutación de todo el dolor del pasado”.