Ahora lo que se busca en las aplicaciones de citas no son sólo relaciones amorosas o sexuales, sino la oportunidad de vincularse con gente que vive o piensa distinto… Desde el año pasado este cambio fue advertido por las plataformas de dating más famosas, como Tinder, Badoo, Bumble y Happn.
En respuesta a lo que se vaticina como “la nueva era de las apps del amor”, hay empresas que ya actualizaron sus sistemas para ofrecer experiencias a tono. Por ejemplo, a través de botones que permiten hacerle consultas a la comunidad, opinar sobre un tema específico o indicar cuales son nuestros intereses.
“La tendencia muestra que bastantes usuarios ya no están tan preocupados por encontrar a su 'media naranja' o concertar encuentros presenciales de a dos. Al contrario, lo que prefieren es formar vínculos diversificados que les permitan aprender cosas novedosas o descubrir otras culturas y estilos de vida”, comenta la sex coach Elena Reche.
La cuestión resulta lógica si pensamos en los momentos en los cuales las apps de citas alcanzan su pico de uso. Según un informe (“Evaluación de las prácticas de citas en línea”) publicado -en 2018- por Tinder las vacaciones son uno de los principales períodos en que se duplican los perfiles activos y aparecen más usuarios primerizos.
“Por miedo a encontrarse con gente conocida o ser delatados, la mayoría de la gente joven emplea exclusivamente estas apps cuando viajan a otra provincia o país. Podríamos decir que son un punto inicial para vivir aventuras y disfrutar de forma casual de lo que ofrece ese destino. Al margen del ámbito sexual, cuando estamos predispuestos a conocer personas, siempre existe alguien dispuesto a pasear y acompañarnos”, explica la psicóloga.
Metamorfosis
Entonces, ¿en dónde quedaron las fotos de desnudos? ¿los matchs, el coqueteo y el factor de la atracción física?
“Las plataformas nacieron con esa lógica y no hay un punto de retorno, porque el formato virtual se volvió parte del ecosistema de las relaciones amorosas y sexuales. Acá el tema pasa por el objetivo final de esas idas y vueltas de mensajes; por eso se habla de vínculos sociales y no tanto de noviazgos o amoríos”, agrega.
Un vínculo implica una conexión fugaz o sostenida en el tiempo, entre dos o más usuarios, a partir de un elemento en común. “Según el modelo tradicional de las apps de citas, para finalmente ponernos en pareja debemos golpear antes muchas ‘puertas’. Un usuario promedio necesita hablar con bastantes individuos hasta encontrar un perfil adecuado que quiere y prefiere lo mismo que él”, indica la sex coach Bárbara Bornetto.
Aunque los algoritmos se perfeccionan con cada año que pasa y hay millones de mujeres y hombres para elegir, dicha tarea no resulta fácil. Las peores vivencias en las apps de citas pasan precisamente porque acabamos por chatear con gente que está en una sintonía distinta a la propia. Por ejemplo, son frecuentes las situaciones en que un usuario quiere sexo sin compromiso y conecta con alguien que aún cree en el amor romántico.
“Para evitar esta falta de entendimiento, hasta hace tres años plataformas como Tinder, Match y Badoo sugerían en sus FAQ que los usuarios especifiquen sus gustos y expectativas dentro de las biografías. Ahora -con este mayor viraje hacia lo social- los algoritmos apuntan directamente a lo que se conoce como 'match por intereses'”, prosigue. Es decir que, además de segmentar los perfiles por su geolocación y rango etario las plataformas también lo hacen a partir de etiquetas o hashtags.
“Con esta funcionalidad (añadida en al menos cinco portales de citas internacionales) los usuarios colocan algunas palabras de referencia para indicar qué temas les importan o sobre qué cosas desean hablar. Por ejemplo, es posible indicar que nos interesan las mascotas, la naturaleza, el deporte, el turismo, etcétera”, precisa.
En la misma línea de innovaciones, para 2024 se espera que varias plataformas incorporen botones específicos para quienes aspiran a tener “amistades online” o desean compañía para emprender una actividad.
“En el caso de Badoo dichas intenciones aparecen plasmadas en la posibilidad de colocar estados para atraer gente que pueda acompañarnos a pasear, salir al cine, recorrer un sitio turístico o colaborar ante algún problema”, acota Bornetto.
Otros protagonistas
El amor y el sexo no se mueven exclusivamente en el ámbito de las dating apps; puede parecer raro, pero a estas alturas su mayor competidor son las aplicaciones de e-learning (aprendizaje vía internet) que sirven para aprender idiomas y los sitios que ofrecen crear grupos o salas temáticas (como Discord o Telegram).
“Quizás enamorarse o acabar en una relación sea un efecto colateral pero -en comparación a las apps de citas- emplear estos soportes aporta un beneficio doble. Los diálogos son más específicos e incisivos porque las expectativas y propósitos están expuestos de antemano y los vínculos se construyen sobre la base del interés mutuo o gustos hermanos”, señala Reche.
Además, en estos portales suele haber otras políticas de respeto y códigos explícitos sobre la privacidad. “A diferencia de la primera y segunda fase que atravesaron las aplicaciones de citas, en este momento lo que más le importa a los usuarios son las experiencias e información confiable. Los datos personales pasaron a un segundo plano, porque no importa tanto cual es tu nombre o aspecto físico sino lo que tengas para decir”, resume Bornetto.