Muy pocos recordarán este caso. Para muchos fue la muerte de una joven que estuvo en el lugar y el momento equivocado en el barrio 11 de Marzo. Pero en realidad, fue uno de los primeros expedientes en que quedó al descubierto la violencia que se había desatado por las peleas por el dominio territorial por la venta de drogas. Un móvil que hoy es común al analizar las estadísticas de los crímenes registrados en la provincia. Ocho años después de que se cometiera ese homicidio, comenzó el juicio en contra de tres acusados y en el que las supuestas víctimas quedaron complicadas.

El 14 de noviembre de 2015, en un sábado cualquiera, Mariana de los Ángeles Ramallo (19 años) decidió acompañar a su madre un cyber ubicado a unos metros de su casa. En avenida Alem e Inca Garcilaso miraban los partidos de un campeonato de fútbol barrial. De pronto hubo un violento tiroteo. Fueron más de 40 disparos que generaron desesperación y angustia. En medio del caos, los testigos escucharon el desgarrador pedido de ayuda de la madre. La joven había recibido un balazo en el pecho.

Fue trasladada en un auto particular hasta el hospital Padilla donde los médicos no pudieron hacer nada para salvarle la vida: el plomo había atravesado su corazón. A las pocas horas, ya se rumoreaba cuál podría haber sido el origen del enfrentamiento. Fue un choque entre los clanes Los Garra y Los 30 por el dominio territorial de la venta de drogas en el sector sur de la capital.

Historial

El ataque estaba dirigido a los hermanos Daniel y Diego Gabriel López, señalados como integrantes de un grupo conocido como “Los 30” que fue acusado de haber manejado una importante red de narcomenudeo en el barrio 11 de Marzo. Entre sus integrantes también figura José Antonio “Pico” Peralta, que estuvo vinculado al clan Ale y que fue noticia a nivel nacional cuando protagonizó una fuga de la comisaría de Delfín Gallo. “Estábamos caminando cuando escuché una serie de explosiones. Pensé que eran fuegos artificiales; nunca me imaginé que hubieran sido disparos. Recién me di cuenta cuando mi hija me avisó que le habían dado un tiro”, explicó Estela Reguilón, madre de la víctima. “Nunca pude ver quién disparó; sólo que en algún estaba el asesino que disparó sin piedad”, añadió durante el debate. La mujer no pudo o tuvieron que recordarle algunas cuestiones en su declaración. Eso es lo que normalmente genera cuando los juicios tardan en realizarse.

Dos de los tres acusados están vinculados al narcomenudeo. Abraham Ezequiel Jalil fue condenado a seis años de prisión por venta de sustancias. Su hermano Y.M.J, cuya identidad no se informa porque era menor de edad cuando se registró el crimen, también fue investigado por formar parte de esa organización familiar. Ya había aparecido nombrado en otro homicidio, pero no hubo acusación en su contra porque era inimputable.

Su padre, Daniel “Garra” Jalil -de allí el nombre del clan-, está cumpliendo una condena de 10 años por ser el líder del grupo que, según la acusación, estaba dedicado a la producción y comercialización de sustancias. El mayor de los imputados fue conocido por haber realizado una llamativa declaración en un juicio por drogas: “Nunca vendí, ni venderé droga. Creo que soy una víctima de mi papá”.

El tercer acusado es Javier Alejandro Lagos (le hizo un gesto obsceno a la fotoperiodista del diario cuando lo retrataba), cuñado de los otros dos procesados y allegado a David “El Petiso David” Lobo, que afrontó varias causas en la justicia ordinaria. Pero su nombre se hizo conocido a nivel provincial por haber aparecido con el cantante L-Gante luciendo varios collares de oro y por haber alentado a la Selección en distintos países del mundo, incluido Qatar 2022. Su nombre apareció en investigaciones sobre narcos y también fue mencionado por el legislador electo José Cano como una de las tantas personas que se enriquecieron de un día para el otro en la provincia y que fueron conocidos como “los nuevos ricos tucumanos”.

Diferentes teorías

Los auxiliares Lucas Maggio y Ramón Soria, siguiendo las instrucciones del fiscal Ignacio López Bustos, pidieron que Jalil y Lagos sean condenados por intentar acabar con la vida de los hermanos Coronel, mientras que a Y.M.J, por el homicidio de la joven. “Este es un caso que debe terminar en pena por su gravedad. Estamos hablando de personas que llegaron a un lugar donde había mucha gente y dispararon sus armas sin ningún tipo de problema, sabiendo que podrían causar la muerte de terceros”, indicaron en los alegatos de apertura.

Los representantes del Ministerio Público les adelantaron a los jueces Ana María Íacono, Guillermo Taylor y Fernando Zóttoli Ortiz que durante la audiencia escucharán los testimonios de varias personas que confirmarán cómo se registró el crimen y los informes periciales.

Ernesto Baaclini, defensor de Jalil y de Lagos, desmintió la teoría de los acusadores. “Ellos simplemente no estuvieron en ese lugar”, indicó antes de solicitar su absolución. El mismo camino eligieron recorrer Camilo Atim y Florencia Abdala, que asisten legalmente al otro imputado. “Él no estuvo ahí, él no disparó ningún arma. Los disparos provinieron del interior de la cancha, donde estaban los que hoy dicen ser víctimas”, explicaron.

El motivo, un misterio

Este es un caso cargado de dudas desde el principio hasta el fin. El motivo que desencadenó la balacera sigue siendo un misterio. Los López dijeron que el problema se había iniciado porque un miembro de su familia había golpeado a uno de los acusados por haber acosado a su hermana en un baile. También contaron que antes de que se produjera la muerte de la joven, “Los Garra” habían atacado en tres oportunidades su vivienda. La Policía, cuando allanó el domicilio de los sospechosos, secuestró drogas.

La teoría de la fiscalía, sostenida ayer por los sobrevivientes del ataque, refiere que Y.M.J, a bordo de una moto, recorrió varias veces la zona para confirmar la presencia de los López en la cancha de fútbol. Luego regresó junto a los otros dos acusados, que circulaban en un automóvil blanco y segundos después comenzaron a disparar en contra de ellos. Sin embargo, las víctimas difirieron sobre el lugar donde se ubicaron los tiradores. “Por cómo describieron el episodio, quedó en claro que la joven fue herida por un proyectil que salió del interior de la cancha, lo que confirma la teoría del enfrentamiento”, explicó Atim.

Los hermanos estuvieron detenidos casi un mes por este caso. Los arrestaron luego de que se presentaran ante las autoridades para denunciar lo que había pasado y una pericia determinó que podrían haber manipulado un arma. “Todavía no entendemos por qué dio positivo el test de parafina que nos hicieron ese día”, explicó Daniel. “Siempre nos preguntamos lo mismo. Jamás manejé un arma”, agregó Diego ante las insistentes preguntas de los defensores.

Las dudas cobraron más fuerza cuando uno de los testigos contó lo que había ocurrido. El árbitro José Walter González indicó que el tiroteo se registró cuando cinco hombres ingresaron corriendo a la cancha de fútbol. “Los tiros venían de aquí y de allá. Los que entraron corriendo dispararon hacia las personas que estaban en el auto blanco”, declaró, confirmando que hubo un tiroteo. El desafío ahora será determinar quién fue el autor del disparo mortal.