El Monumental colmado de hinchas que se quedaron afónicos de tanto cantar, fue testigo de una fiesta muy esperada en el “mundo River”. El “millonario” se había consagrado campeón de la Liga Profesional unas semanas atrás, pero la de anoche fue fiesta plena en la que los fanáticos se rindieron a los pies de un equipo que de la mano de Martín Demichelis no dejó ningún tipo de dudas de que fue el mejor del campeonato de Primera División.
Ese “millonario” incisivo, ofensivo, explosivo, voraz y letal en los últimos metros del campo, que ganó 19 de los 27 partidos que disputó, anoche dejó en claro que no pierde su esencia; incluso cuando ya parece no tener nada más que demostrar.
Anoche, durante el primer tiempo (sobre todo en los primeros 30 minutos de partido), el local infinitamente superior a la “academia”. En ese lapso no solo consiguió el 1-0 sino que, además, transformó a Matías Tagliamonte (atajó debido a que Gabriel Arias sintió una molestia durante el calentamiento) en la gran figura del partido.
River le ganó a Racing en el Monumental y extendió los festejos por el campeonatoEn la era Demichelis, que en los papeles parecía que podía ser de transición tras la salida de Marcelo Gallardo, el “millonario” demostró que es una máquina de atacar, de generar situaciones y de convertir goles. Velocidad de tres cuartos de cancha en adelante, juego vertical, jugadores que rotan posiciones prácticamente de manera constante, ataques numerosos y múltiples combinaciones casi en un abrir y cerrar de ojos, son los recursos de un equipo que casi se llevó por delante a su rival en la “noche mágica” de Núñez.
Pablo Solari fue el más peligroso de dueño de casa. Él fue quien desniveló por derecha y metió un centro/asistencia para que Lucas Beltrán haga unas de las cosas que mejor sabe hacer: picar en diagonal para evitar caer en fuera de juego y anticipar a sus marcadores para sentenciar al arquero enemigo.
Si con el empate River era casi un vendaval imposible de frenar. A partir de ese momento el juego pareció haberse quebrado. Racing casi no tuvo más respuestas ni resto para ir en búsqueda de la heroica, ni para intentar arruinar una fiesta que estaba armada desde mucho tiempo antes del pitazo inicial de Facundo Tello.
Para colmo, la “academia” se quedó con un hombre menos antes del final del primer tiempo por una falta de Gonzalo Piovi sobre Beltrán, que se encaminaba para marcar el segundo.
Promediando el segundo tiempo, River mostró otra virtud: maneja muy bien las pelotas paradas a favor. Paulo Díaz le puso la cabeza a un córner perfecto del ingresado Ignacio Fernández y marcó 2-0.
Ese tanto fue el número 50 del “millonario” en los 27 partidos disputados en la Liga. Toda una muestra de los recursos que ofreció el campeón durante su campaña. Pero además, 15 futbolistas aportaron tantos en el camino hacia el título (además de contar con el aporte de Joaquín Pereyra, de Atlético, quien marcó en su propia puerta). Sí; en River todos juegan, todos atacan y muchos convierten.
El golazo de Jonathan Gómez, en la última jugada del duelo, no opacó ni el juego que mostró el equipo ni el festejo.
Hubo celebración de la buena. Claudio Tapia entregó las medallas, el cheque y el trofeo, y el “dale campeón” tronó con fuerzas en un Monumental que le hizo reverencias a un equipo que de principio a fin del torneo, fue un campeón con tras las letras.