Así será difícil, San Martín de Tucumán. Contra un rival que pelea la zona baja de la tabla de posiciones de la zona A y en un campo de juego complicado para jugar al fútbol, el equipo mostró la cara más deslucida en lo que va de la era de Pablo Frontini.
San Martín se pareció a ese equipo tibio y sin ideas que había comenzado a los tumbos la temporada. En la soleada pero ventosa y fría tarde de José Ingenieros, dio la impresión de que el equipo perdió la verticalidad y explosividad que había mostrado en los primeros juegos con el nuevo entrenador. Ayer no tuvo fluidez en los pases, no encontró sociedades en el medio campo, el mano a mano fue más un dolor de cabeza que una solución; y así Emanuel Dening y Mateo Acosta parecieron quedar a kilómetros de distancia del resto de sus compañeros.
Durante el primer tiempo se vio lo mejor del visitante y eso que durante ese lapso había sido Almagro el que estuvo más cerca de ponerse en ventaja. A los 2 minutos el palo devolvió un remate cruzado y seco de Gastón Blanc. Luego fue Renzo Conechny el que no estuvo fino y definió también cruzado, pero ancho; y casi sobre el cierre del primer capítulo, Darío Sand estuvo enfocado para desactivar una “bomba” de Alan Schönfeld que terminó en el córner.
Sin embargo, en ese lapso, con enormes limitaciones en la creación de juego y apostando más a expresiones individuales, el “santo” tuvo dos oportunidades clarísimas. Primero Nahuel Banegas, de cabeza, le erró al arco por unos milímetros tras un tiro libre de Andrada; y luego ni Acosta ni Dening lograron desviar con justeza un centro bajo del lateral izquierdo.
Fue pobre lo que esbozó en ofensiva San Martín durante la primera mitad. Leonel Pierce y Leonel Bucca parecen no terminar de complementarse. Para colmo, Andrada, Leandro Ciccolini, Banegas e Ismael Quilez estuvieron demasiado erráticos en los últimos finales. Y así, todo se hizo mucho más cuesta arriba.
Pero incluso más deslucida fue la producción que exhibió el equipo durante el complemento. Ahí sí, prácticamente no estuvo en cancha el “santo”. Entró en el juego de segunda pelota que le propuso Almagro, perdió casi siempre las divididas y lo único positivo fue que, con todas las limitaciones a cuestas, no se fue derrotado del estadio “Tres de Febrero”.
El “santo” casi no pateó al arco defendido por Cristian Aracena durante el segundo tiempo. Sólo dos remates desde lejos cuando la lucha ya se terminaba; uno de Agustín Colazo a los 35 minutos que se fue por encima del travesaño, y otro de Brian Andrada en el minuto 42 (cuando un intruso oficiaba de segundo arquero), que contuvo sin problemas Aracena. Esas fueron las tibias aproximaciones de un visitante que dejó pasar una nueva oportunidad de mostrar su chapa y de dejar en claro cuáles son sus pretensiones en el campeonato.
Durante las últimas fechas, el “santo” perdió algo de sorpresa, pero sobre todo contundencia, y eso se tradujo en resultados poco satisfactorios. En los últimos seis partidos del torneo sólo marcó tres goles (a All Boys, a Nueva Chicago y a San Telmo); cuando en los primeros cinco partidos de la era Frontini había convertido ocho tantos.
El contundente dato deja al descubierto una cosa: los rivales ya saben a lo que juega San Martín; tomaron el dato de sus virtudes y trabajan los partidos para evitar que imponga lo que pregona su entrenador. Por ese motivo, el empate contra Almagro debe servir para que en La Ciudadela generen una especie de “revolución” en el juego, que les permita volver a sorprender a sus oponentes y no sufrir lo que padecieron la temporada pasada; cuando el equipo que dirigía Pablo De Muner no supo plasmar en cancha un plan B y se terminó quedando afuera sin pena ni gloria.
“Rescato que no perdimos. Pero fue el peor juego desde que llegamos”, admitió el DT, intentando encontrar alguna cosa positiva de esta excursión por Buenos Aires.
Pero San Martín tiene que cambiar urgente. Recuperar lo que le permitió volver a mezclarse con los que pelean arriba es su obligación y debe conseguirlo cuanto antes, porque las fechas pasan y estos puntos que se pierden no se recuperan más.