Una transición tranquila no es lo mismo que pasiva. En 100 días Juan Manzur dejará de ser gobernador y le pasará la posta a Osvaldo Jaldo, que fue electo como su sucesor el pasado 11 de junio. Ambos tienen diferencias de estilo en la gestión. El actual mandatario no es de aquellos que convoca al gabinete para analizar estrategias. Deja hacer y eso fue una constante a lo largo de casi ocho años de mandato. Pero el recambio es tan traumático en lo personal como lo fue para cualquiera de sus antecesores. Dejar el poder no es fácil. Manzur ha coqueteado con una candidatura presidencial; luego fue incluido en una fórmula nacional y, finalmente, se quedó con las manos vacías, por acuerdos de cúpulas que no lo tuvieron en cuenta en el momento de las decisiones. El tucumano todavía no puede digerir ese mal trago. Viaja silenciosamente a Buenos Aires -como lo hizo esta semana- para mantener aceitadas sus relaciones políticas, empresariales y sindicales.
Gran parte de las obras prometidas quedaron en eso. La lluvia de inversiones públicas deberá esperar porque la Argentina está en pleno ajuste y las provincias no son la excepción a la regla, más allá de que este 2023 es un año electoral. La Casa Rosada también vive la transición. Tucumán ha dejado de ser la mimada del poder. Y eso se nota en las transferencias discrecionales de dinero que caen a razón de un 15% interanual, cuando hasta diciembre estaba entre las más beneficiadas por la Nación. El dinero de la obra pública llega a cuentagotas. Massa se sentó en la caja y no distribuye fondos. En ese contexto, la Provincia tendrá que abonar a los contratistas por aquellos trabajos en ejecución, con pago a cuentas hasta tanto se regularice el giro de recursos federales. Al momento de crearse el Ministerio de Obras y Servicios Públicos, alguien sugirió establecer una cláusula de cobertura en caso de que el Gobierno central no envíe dinero y, así, evitar contratiempos financieros. El pago del medio aguinaldo, además, ha puesto a la Casa de Gobierno en una situación de falta de liquidez temporal. De allí que varias áreas del Poder Ejecutivo tuvieron que pagar a proveedores con cheques diferidos a 30 y a 60 días. Por las dudas, en el Ministerio de Economía aclaran que es una situación transitoria, que no implicará un problema para el próximo gobernador. Claro está que esto también dependerá de la evolución de los ingresos impositivos nacionales y provinciales. El freno de la actividad económica es una luz de alerta que se encendió en los últimos meses y que marcó una desaceleración en el ritmo de crecimiento de las recaudaciones.
Por el lado del pago de sueldos a los 110.000 estatales, la situación continuará siendo normal. El calendario de pagos se sostendrá este año, en tiempo y en forma, pero aún no se sabe cómo se reglamentará, por ejemplo, la ley de carrera sanitaria que, entre otros beneficios, prevé una recomposición salarial al personal de la salud de la provincia.
Massa, ministro de Economía y precandidato presidencial, había puesto a disposición de la dupla Manzur-Jaldo una línea de financiamiento de emergencia, en caso de que Tucumán necesite superar contratiempos financieros. Pero nada es gratis. En el entorno del líder del Frente Renovador hay preocupación por el comportamiento electoral en el sexto distrito más importante de la Argentina por cantidad potencial de votos. La vara está demasiado alta para el oficialismo local. El 11 de junio, Jaldo se consagró gobernador con el 55% de los sufragios, con 22 puntos de diferencia respecto de Juntos por el Cambio. El massismo cree que en la provincia ese resultado debería repetirse. Lo que no tiene en cuenta es que al aparato oficialista se le acabó el combustible que lo llevó a la meta de continuidad. No hay tanto entusiasmo para hacer campaña, mucho más cuando los principales referentes tucumanos debieron hacer doble esfuerzo electoral para llegar a las urnas, tras la suspensión del primer turno del 14 de mayo, por decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Esto también será motivo de charla entre Manzur y Jaldo, a tres semanas de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO).
El actual vicegobernador acaba de regresar de unas cortas vacaciones y, apenas encendió su celular, se encontró con decenas de llamadas de autoridades policiales. La seguridad es casi una obsesión para Jaldo. Lo dejó en claro durante los 513 días que estuvo al frente del Poder Ejecutivo cuando Manzur ocupó la Jefatura de Gabinete de la Nación. Los últimos hechos como el asesinato de efectivos, la fuga de detenidos en comisarías y la crisis carcelaria conmocionaron al gobernador electo, que ya sugirió cambios en la fuerza. Tanto Jaldo como Manzur sí cerraron un acuerdo para defender al ministro del área, Eugenio Agüero Gamboa, de los embates opositores, con pedidos de informes y hasta citaciones en la sede legislativa.
En un mes, Jaldo tendrá delineado un equipo que puede constituirse en el futuro gabinete. Mientras tanto, se encarga personalmente de observar qué es lo que heredará de la gestión de Manzur. El mandatario, a su vez, sigue en contacto con la política nacional. Su futuro no está definido, pero puede recalar en el Congreso, hasta tanto se aclare el panorama político e institucional en un Argentina en crisis.