Familiares de los detenidos que se encuentran alojados en la seccional 1°, denunciaron que los presos sufren constantes vejaciones y que viven en condiciones de hacinamiento.
“Es de terror este lugar. Es una de las comisarías más importantes de acá y el maltrato que tienen es impresionante”, dijo Paola cuando salía de la dependencia luego de dejarle el almuerzo a su pareja.
C.G, la madre de otro recluso que acompañaba a Paola, dijo que “da asco dónde están viviendo; no tienen agua potable, están todos amontonados y encima los golpean. Por lo que me contó mi hijo, hace unos días entraron y les tiraron todo, la comida, el agua, las cosas que uno les lleva en las visitas; no tienen nada”.
Las mujeres contaron que a comienzo de año, durante la ola de calor y de dengue, los detenidos no tenían acceso a atención médica y no salía agua de las canillas. “Les teníamos que llevar bidones de cinco litros de agua y bolsas de hielo para que pongan en las conservadoras porque si no se iban a morir de un golpe de calor”, dijo Paola.
“Ahora, en pleno invierno, no les dan ni una frazada y se tienen que bañar con agua helada porque no sale la caliente. ¡Les va a agarrar una pulmonía en cualquier momento!”, exclamó C.G, indignada. Y agregó: “Cada vez que lo voy a ver me pide que le lleve camperas y ropa de abrigo porque se muere de frío casi todo el día”.
Además, denunciaron que durante las noches Infantería entra a los calabozos y agrede físicamente a los presos. “A mi hijo los de Infantería lo tenían arrodillado y con las manos colocadas en la parte de atrás de la cabeza y vino el segundo jefe y le pegó una tremenda piña que lo dejó sin aire. Cuando fui a hacer la denuncia y a pedir un habeas corpus ya había ocho demandas más presentadas ese día”, dijo C.G. “Mi novio me contó que en el calabozo hay un pozo y cuando va Infantería hacen que un chico, que está quebrado, meta la mano adentro de ese pozo para ver si tienen celulares u otras cosas ahí escondidas”, relató Irina.
“Cuando reclamé las condiciones en las que los tienen, uno de los oficiales me dijo: ‘ellos se lo buscaron’. Yo le contesté que es verdad que ellos hicieron algo malo, pero ya están ahí adentro pagando. No dejan de ser seres humanos que tienen derechos; no por estar presos tienen que ser tratados como animales”, dijo Paola.
Los familiares no saben cómo actuar frente a los casos de violencia porque tienen miedo de que si denuncian, los detenidos sufran represalias. “Una se siente acorralada al querer decir la verdad cuando sabés que tu hijo está ahí adentro y que lo pueden lastimar; algo tiene que cambiar urgentemente”, concluyó C.G.