Gracias Tristán Bauer por su presencia. Nadie más. Un mensaje del presidente de la Nación dirigido a los tucumanos con una frase que es casi un furcio a los ocho segundos: “Querido pueblo argentino, cada 9 de Julio nos convoca a la Patria aquí a Tucumán”. El resto del mensaje tiene más de gasoducto y de grieta que de próceres y de homenaje a la patria.
Las imágenes siguen. Los periodistas corriendo detrás de las autoridades. La mayoría elige la puerta trasera para salir (por 9 de Julio) y no la principal. La gala del 9 de Julio se traslada a Buenos Aires. El gobernador habla del presidente: anuncia que vendrá el martes para un acto en la Universidad Nacional de Tucumán. En la UNT no tienen idea de ese protocolo.
En la Catedral, no hay sonrisas. Pura formalidades. Manzur tiene el gesto adusto. El intendente Germán Alfaro y su esposa, la senadora Beatriz Ávila aprietan los dientes y las manos a quien se las estrecha. Pero nada más. Ellos ya fueron protagonistas en un acto en la vigilia del 9 de Julio al que no fueron autoridades nacionales. Como ellos no asistirán a la Casa Histórica. En Yerba Buena, un desfile muestra el contraste con los actos centrales.
El 9 de Julio no puede escapar a la grieta, toma fuerza partidaria y no patria.
Es inevitable la comparación. A la memoria vienen decenas de 9 de Julio. Ninguno como este. Las miradas de la Nación no están puestas en los próceres ni en la Casa Histórica. Hasta la prensa porteña asignada pregunta por el apoyo a Sergio Massa o de la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner. Los próceres no están de 1816 no están.
Las necesidades políticas borraron las emociones patrias. El vicegobernador Osvaldo Jaldo lo reconoce: “Tucumán debió haber sido la prioridad”. No lo fue.
Hay imágenes imborrables como aquella del aeropuerto lleno de aviones estacionados donde sea con tal de cumplir con las cuestiones políticas. Esos mismos pilotos esta vez no vinieron a la provincia. Tampoco llegaron los Tangos oficiales. Si hubiera habido intenciones sus principales tripulantes podrían haber estado por la mañana en la fiesta patria y por la tarde en Saliqueló abriendo las llaves de gas.
Un 9 de Julio con sentido de fin de ciclo saludó a los congresales con bastante displicencia. Con un gobernador sin sonrisas y con un Presidente desubicado geográfica y políticamente.