¿Qué necesitamos para parar la inflación y volver a crecer? La pregunta de la conferencia que dará en esta ciudad el economista Ricardo Arriazu es tan desafiante como la respuesta que el fundador de Arriazu Macroanalistas le dio durante la entrevista concedida a LA GACETA. “Para bajar la inflación hace falta un conjunto de cinco medidas: eliminar el déficit fiscal; dejar de emitir para financiar el Tesoro; estabilizar el tipo de cambio nominal; romper la indexación y armar un fondo anticíclico por las fluctuaciones de los precios internacionales”, dice. Arriazu hablará el jueves desde las 19 en el Hilton Garden Inn Tucumán en el marco del ciclo organizado por la Fundación del Tucumán. El economista advierte que la tarea no es sencilla, pero sí hubo “programas exitosos temporales en la Argentina, que fueron el Austral y la Convertibilidad, tenían cuatro de aquellos cinco elementos”.
-El título de su conferencia es desafiante frente a un gobierno que no le ha encontrado la vuelta al problema...
-Hay que hacerlo y concentrarse más en una mirada de futuro sobre qué se puede hacer y qué no y las dificultades que podemos enfrentar. Si fuera un marciano que llega a la Argentina, no conoce al país y, por esas cosas, pregunta cómo está la cuenta corriente de la balanza de pago (la diferencia entre ingresos y gastos de un país), la respuesta que hallaría es que en 2021 tuvo superávit de un punto y medio del Producto. En 2022 hubo un déficit de 0,7 del PBI y este año, por la sequía, el déficit puede ser de dos puntos. Ahora, si el fenómeno climático denominado “El Niño” reemplaza a “La Niña”, el año que viene tendremos un superávit de dos puntos. Entonces, ¿la Argentina está viviendo más allá de sus medios? Una parte sí y el resto, por miedo, saca sus ahorros y gasta menos que sus ingresos.
-Pero, ¿cómo se encuentra el aspecto fiscal?
-En un deficit primario poco más de tres puntos del Producto y 4,5 del total, en parte por la caída de los impuestos a las exportaciones por la sequía. El año que viene debería mejorar esto, pero también mirando con lo que está pasando con el sector energético. El marciano en cuestión diría que no estás viviendo más allá de tus medios, pese a quel déficit fiscal es grande, pero inferior al de Europa o al de Estados Unidos. Y volvería a interrogar acerca de cómo está la Argentino con los otros indicadores. En los últimos 40 años hemos crecido a razón de 1,8 punto promedio. Este año cae el Producto, aumentó la pobreza y tenemos alta inflación. ¿Cómo se concilia todo esto? Básicamente con el tema confianza. Un país aunque deba un dólar, si no le creen está en problemas. El problema argentino es cómo restaurar la confianza.
-¿Cómo se restaura la confianza de un país acostumbrado a los incumplimientos?
-Para definir a la confianza en términos económicos podemos apelar a un ejemplo: yo creo que puedo ganar más plata en mi país ajustado por riesgo que afuera. En un país que defaulteó ocho veces, que estafó ocho veces a sus acreedores, está claro que la gente no cree. Pero hay un segundo problema: si uno mira la relación entre el Producto per cápita de la Argentina y el promedio mundial, medido en paridad de poder de compra, a principios del siglo XX la Argentina estaba en tres veces ese promedio mundial y ahora una vez. En 100 años el mundo aprendió a crecer y nosotros a decrecer. Se puede dedicar mucho tiempo a ver qué pasó, pero a mi me parece más interesante saber que, hacia 1870, teníamos una vez y medio el promedio mundial y, en 40 años siguientes, duplicamos eso, en un país que venía de una grieta peor a la actual, porque fue sangrienta. Había un país con apenas 1,8 millón de habitantes, la mayoría analfabetos, y de golpe se hizo el milagro. La Argentina fue la China del siglo 19. Importamos 8 millones de personas, capital e instituciones, pero la pregunta que nos surge es ¿qué hicimos bien en aquel momento y qué podemos hacer para hacerlo de nuevo? Y aquí profundizo aquel concepto de cómo parar la inflación y cómo crecer. En mi opinión pasa por poner sobre la mesa, como fue en aquella oportunidad, una Constitución sabia, basada en la propiedad privada y en la iniciativa privada, en la Justicia y en reglas estables. La segunda cosa que hicimos aquella vez es tener leyes estables que se cumplían. Y la tercera fue que nos insertamos al mundo. Estos son los aspectos institucionales para parar la inflación y volver a crecer, que si no se hacen ahora, no importarán las medidas económicas que se adopten porque no surtirán efectos sin un marco legal y de confianza.
-Sin embargo, en el mercado se siguen reclamando medidas oficiales para contener los precios...
-Habrá quienes opinen que la Argentina de aquel momento estaba vacía. Dirán que el mundo necesitaba alimentos, pero en este momento también se demandan, además de energía, minería e industria del conocimiento. Nosotros tenemos todo eso. ¿Por qué no funciona? Porque no hay reglas, porque no están las instituciones. Entonces comenzamos a saber que ya no solo es suficiente la parte institucional, sino también la inserción en el mundo, que no es solamente incentivar las exportaciones, sino también todo el comercio internacional, que también implica importar.
-El diagnóstico nos lleva a mirar también las crisis que se fueron repitiendo a lo largo de la historia económica argentina...
-Si uno mira lo que pasó desde la década de 1980 hasta nuestros días, la Argentina tuvo 23 años de crecimiento y 18 de caída del Producto, con un promedio mísero. Cada año negativo me baja no sólo la riqueza promedio y el bienestar argentino, sino que hace que las inversiones no sean rentables. Si tengo una máquina parada durante un año, quiere decir que no tuvo rendimiento y, por lo tanto, baja la inversión.
-¿Por qué tenemos tantos años negativos?
-Todos esos años negativos están ligados a problemas de balanza de pagos y allí viene aquello que muchos de mis colegas dicen que la Argentina tiene un problema estructural de falta de divisas. Cuando crecemos necesitamos divisas y no las tenemos. Falso. Hay dos identidades contables y, por lo tanto, no discutibles. La cuenta corriente es la diferencia entre los ingresos y los gastos de un país. La variación de reservas es la diferencia entre lo que yo emito y lo que la gente demanda de lo que yo emito. Si no gasto demás y no emito demás, no tengo problema de sector externo. Eso tiene que ver con la restauración de los equilibrios macroeconómicos. El país no debe gastar demás y también no debe emitir más de lo que la gente no quiere.
-Parece sencilla la ecuación de que uno puede pensar que los gobiernos no quieren adoptarlas para no pagar los costos políticos de esas medidas…
-Así es, por eso hable de la cuenta corriente de entrada. El costo no es tan grande, sino para determinados sectores, pero para el país como un todo no hay costos. Si se hacen las cosas bien hecha y se crece y no tiene déficit en cuenta corriente, no tiene que bajar el gasto total del país; tiene que terminar con las avivadas. Siempre habrá ganadores y perdedores. Hasta ahora no entre en el tema de los ajustes. Pero hay que ver lo que se vine. Hasta ahora hemos visto una sequía que nos costó U$S 20 millones respecto de 2022. Ahora por el cambio de fenómeno se presentaría una cosecha normal. Pero no hay que descuidar el aspecto energético. El año pasado entre todos los combustibles tuvimos que importar casi U$S 6.000 millones, pero el próximo habrá un superávit de U$S 7.000 millones. Esto hace que, exante del excel y de que se metan los políticos, posiblemente nos encontremos con el mayor superávit comercial y de cuenta corriente. Y hasta aquí no hablo de la política, sino de la dinámica de los recursos naturales.
-¿Por qué?
-En primer lugar, en determinadas circunstancias, puedo expandir el gasto porque esto está bajo el supuesto que aumenta la actividad económica porque tengo las divisas para hacerlo. En segundo lugar, todo el tema energético me baja el precio promedio del gas, porque estoy usando el propio más que el importado y, en consecuencia, baja una parte del déficit fiscal. Al recuperarse el clima y aumentar la producción agrícola, a igualdad de impuestos a las exportaciones recupero recaudación. Y eso solo sin meterme en el que sistema tributario es una porquería, como también lo es el sistema del gasto público. Estoy hablando puramente de desequilibrios macro. Y eso solo me hace la mitad del ajuste, con lo cual lo que tengo que hacer para completar los cambios estructurales, es mucho menor. Una vez que tengo eso la pregunta es cómo se para la inflación. La inflación en el fondo es un fenómeno monetario que es consecuencia del tema fiscal, pero no basta con dejar de emitir o de eliminar el déficit fiscal para bajar la inflación. La verdadera unidad de cuenta en la Argentina es el dólar. y si no lo estabilizo restableciendo la confianza tengo que romper la indexación, la calesita de precios relativos, y tengo que armar un fondo anticíclicos. Entonces es un conjunto de cinco medidas: eliminar el déficit fiscal; dejar de emitir para financiar el Tesoro; estabilizar el tipo de cambio nominal; romper la indexación y armar un fondo anticíclico por las fluctuaciones de los precios internacionales. Los programas exitosos temporales en la Argentina, que fueron el Austral y la Convertibilidad, tenían cuatro de estos cinco elementos. Les faltaba el fondo anticíclico. Con eso, lo demostró la Argentina, se puede parar la inflación. Obviamente está el problema del momento inicial. Con el crecimiento, si elimino los años negativos, de por sí, consigo dos efectos: que aumente la tasa de expansión promedio, que hace maravillas en la economía, y que mejore la tasa de retorno de la inversión. Pero no basta. Allí tengo que hacer los cambios estructurales para aprovechar todo el potencial argentino. ¿Cuáles son esos cambios? Bajas los costos laborales por unidad del producto, que no significa reducir salarios, sino cargas y jubilaciones; mermar el riesgo país para bajar el costo financiero; reducir el costo de las regulaciones; modificar el sistema impositivo y con eso argentina puede comenzar a usar las enormes ventajas competitivas en varios sectores para que luego se filtre en el resto de la actividad.