El inevitable ajuste que se viene
OSVALDO JALDO. OSVALDO JALDO.

El “efecto San Juan” ha puesto en guardia al peronismo; de norte a sur, del este hasta el profundo oeste en el color amarillo volvió a resurgir en el mapa electoral. Juntos por el Cambio se quedó con el poder de una provincia que arrastraba más de dos décadas de mandato justicialista. Juntos por el Cambio resurgió durante el domingo cuyano. Festejó como lo hizo en San Luis. La división del PJ en ese distrito lo hizo posible. Se viene Santa Fe, otra jurisdicción clave en la conformación del futuro poder institucional de la Argentina.

Unión por la Patria juega contrarreloj. La conformación de la fórmula integrada por Sergio Massa y Agustín Rossi fue un doloroso parto para una coalición que arranca con signo negativo. La gestión presidencial de Alberto Fernández es una pesada herencia para alguien que ha llegado con la impronta de combatir en la guerra contra la inflación. Hasta ahora, sus recetas no han sido efectivas, pero sí ganó tiempo, para desactivar la bomba de tiempo que representa esa montaña de pesos que habrá que rescatar hacia abril del año que viene, para intentar  acumular los dólares que escasean en las reservas o para frenar la disparada de precios al consumidor, cuya tasa llega a los tres dígitos en la comparación interanual.

Cuando el peronismo está en problemas acude a su bala de plata: los gobernadores. La cita en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) será clave para establecer cómo se reorganizará la coalición oficialista, más allá de las candidaturas. También para el álbum de fotos del tigrense. Una postal con los gobernadores consolidaría su candidatura de cara a las PASO, pero también significará una suerte de independización del eje de poder que comparte con Alberto y Cristina Fernández.

No es mucho el tiempo que le queda a la campaña, tampoco el marco de acción de un gobierno que se cae a pedazos. Al desdoblar las elecciones, los mandatarios provinciales salvaron la territorialidad y muchos de ellos pueden exhibir todavía su poderío local. Eso le servirá para negociar si en el futuro la Casa Rosada cambia de signo político. El pragmatismo es una de las herramientas preferidas de los gobernadores. Sin embargo, ese ramillete de líderes territoriales ha manifestado otra preocupación superlativa: la caída real de las transferencias automáticas nacionales. La nominalidad dirá que los giros coparticipables están en el orden del 112,3% interanual. Descontando el proceso inflacionario del período, esto se traduciría en una caída real del 2,3%, advierte el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf). Según la entidad que sigue de cerca la evolución de las cuentas públicas, esta baja es explicada principalmente por la disminución real en la recaudación de Ganancias del orden del 18,7% interanual. El aumento en la recaudación del IVA (13,1%) no lograría compensar la caída de Ganancias y el resto de los tributos coparticipables. Esto representa un serio riesgo para el desenvolvimiento fiscal de las provincias ya que, históricamente, junio se caracteriza como uno de los dos meses (el otro es mayo) en el que los gobernadores hacen el colchón suficiente de dinero para atender futuros sofocones. El mismo camino están recorriendo las recaudaciones de impuestos provinciales, con un nivel de estrés creciente entre los contribuyentes. El clamor general es que el Estado, al menos, ordene la política tributaria de tal manera que el sector privado no sólo pueda producir más, sino también generar más puestos laborales en blanco, en un distrito en el que el 46% de los asalariados están en negro. La misión no es fácil. Hasta la Iglesia, en su oportunidad, demandó una mejor tarea impositiva proponiendo al Gobierno que simplifique el esquema tributario, eliminando impuestos como Sellos o Salud Pública, que no tienen demasiado peso a nivel recaudatorio. Empresarios, industriales y productores, a su vez, reclaman permanentemente que se revise la forma en que se retiene Ingresos Brutos, que grava a toda la cadena de comercialización y que encarece los productos que adquieren los tucumanos. Además, implica una pérdida de competitividad respecto de otras provincias de la región.

Planteos cruzados

En la cumbre de hoy, seguramente Massa escuchará planteo de sus socios políticos (los gobernadores), que querrán saber de qué manera la Nación compensará a las provincias ante esta reducción de los fondos coparticipables, además del recorte que desde hace meses viene operando en las partidas discrecionales o no automáticas. Juan Manzur y Osvaldo Jaldo estarán en ese encuentro. Ambos hablaron, la semana pasada, con el titular del Palacio de Hacienda y precandidato presidencial. El mensaje del tigrense ha sido más que claro: jueguen conmigo. El razonamiento del Frente Renovador es el siguiente: si en Tucumán el oficialismo ha alcanzado 600.000 votos, ¿qué impide que tenga la misma perfomance en las PASO y en las generales de octubre?

El primer problema que se le presenta a la actual fórmula gubernamental tucumana es la falta de combustible. Los comicios provinciales tal vez hayan sido los más onerosos de la historia para movilizar tantos militantes hacia las urnas. Además, las diferencias internas quedaron de lado por el factor de supervivencia de los dirigentes tradicionales, que arrastran comicios y que, cuando sienten el aroma de la pérdida de poder, actúan inmediatamente sin importar los costos que deban pagar para sostenerse dentro del  aparato partidario.

La segunda cuestión está relacionada con el factor anímico. ¿Quiénes pueden aguantar  cuatro pujas electorales (incluyendo un posible balotaje) en el mismo año? Los electos estarán más abocados a acomodarse dentro del esquema de poder para los próximos cuatro años. Los heridos, a su vez, tendrán pocas herramientas para trabajar por un proyecto que, en muchos casos, consideran difícil, aunque no imposible en la medida que Juntos por el Cambio se mantenga en sus internas y que Javier Milei pierda fuerzas libertarias en todo el país.

¿Quiénes vienen?

Mientras eso sucede en el submundo electoral, en la superficie institucional la transición parece desarrollarse sin grandes estridencias. La algarabía natural de una visita presidencial en tiempos patrios no es la misma de otros años. Manzur mandó a decir a sus colaboradores que el 8 de julio no habrá vigilia en la explanada de la Casa de Gobierno, como sucedió en los siete años anteriores. A estas alturas de los acontecimientos tampoco hay certezas acerca de la comitiva que llegará el domingo para realizar el Homenaje a los Próceres de 1816 en la Casa Histórica. La agenda es muy acotada: chocolate, izamiento y Tedéum. Hasta ahora, nada más. Si hay que cambiar el cronograma de actividades se sumará la visita del mandatario a la colonial casona de calle Congreso.  Se menciona la posibilidad de contactos a través de videoconferencias con conexiones hasta Salliqueló  (Buenos Aires), donde se hará el acto oficial de apertura del gasoducto Presidente Néstor Kirchner. El tercer patio de la Casa Histórica siempre está preparado para los discursos. Alberto le prometió a Manzur estar presente en la ceremonia, más allá de la obligación presidencial de encabezar los actos patrios cada 9 de Julio en San Miguel de Tucumán, considerada capital de la República en esa jornada, con la vigencia de aquel decreto firmado en 1991 por el entonces presidente Carlos Menem.

A poco más de cinco meses para el recambio de autoridades en la Argentina, el gobierno tucumano empieza a hacer planes no sólo para llegar al 10 de diciembre con la consideración plena de lo que queda de la administración Fernández. Hay varios proyectos que esperan financiamiento nacional para que vean la luz antes de que Manzur se aleje del poder y también para que Jaldo arranque su gestión con el pie derecho. Apenas fue electo, el tranqueño lanzó una proclama hacia el acuerdo con otras fuerzas electorales, con el fin de poder consensuar proyectos que signifiquen una mejora en la calidad de vida de los tucumanos. Hasta ahí llega el discurso. En los hechos, ese acuerdo implica dos situaciones: por un lado, Jaldo requerirá del acompañamiento de otras fuerzas políticas en caso de que la situación socioeconómica nacional se torne difícil. Por el otro, indudablemente que requerirá de “socios transitorios” en caso de que el peronismo no retenga el poder más allá del 10 de diciembre.

Después de las vacaciones de invierno, el actual vicegobernador tomará definiciones de fondo, no sólo a nivel de colaboradores, sino también de los programas que puede llegar ejecutar en los tres escenarios que pueden presentársele: si Massa gana, no habrá grandes inconvenientes. En cambio, si es Patricia Bullrich la que se impone, el peronismo sabe que tendrá que apretar los dientes para negociar con ella. Y, si es Horacio Rodríguez Larreta, siempre hay tendidos puentes hacia el peronismo. Javier Milei no entra en la consideración política peronista, que apuesta a la polarización de los comicios y llegar, con el último aliento, a la segunda vuelta. Sea quien fuere el futuro Presidente, todas las gestiones estarán signadas por el ajuste. A eso nadie podrá escaparle.

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