Ganar es el único bálsamo cicatizante para sanar las heridas que deja el fútbol. Y lo cierto es que el 0-4 a manos de Godoy Cruz en la fecha pasada (que pudo haber sido incluso peor) había provocado una bastante profunda en el orgullo de Boca, tanto que ni la goleada subsiguiente sobre Monagas en el cierre de la fase de grupos de la Copa ni la oda a la nostalgia que fue el partido despedida de Riquelme habían logrado cerrar por completo. Ahí está el valor agregado del 2-0 que logró anoche el “xeneize” sobre Sarmiento: en certificar que el cachetazo de Mendoza fue un paso en falso como lo puede tener cualquiera, y que no cabe esperar que algo así se repita, al menos por un largo tiempo.
Boca debía ganar, y para ganar hay que hacer goles. El problema es que últimamente no le vienen sobrando opciones en ataque por culpa de las lesiones, por lo que el DT Jorge Almirón arriesgó con un planteo bastante conservador para ser local, al menos a los fines ofensivos: el recién recuperado Miguel Merentiel como única punta y un medio campo sobrepoblado con Cristian Medina algo más adelantado y con llegada al arco. La vuelta de Frank Fabra al lateral izquierdo le permitió adelantar a Valentín Barco y liberarlo de una tarea defensiva que, está visto, no lleva en el ADN. Que lo hace con voluntad, eso es innegable, pero el caso es similar al de Luis Advíncula, desperdiciado durante mucho tiempo como marcador de punta cuando su mayor capital está de mitad de cancha hacia adelante.
Tantos volantes redundó en una excesiva tenencia de pelota (superior al 80%) sin demasiada profundidad. Por momentos, Boca lateraliza al punto de darle tiempo de acomodarse a cualquier defensa, por lenta y desorganizada que sea.
Cristian Medina, la figura del “xeneize” en los últimos partidos, tuvo chance de marcar un golazo de taco después de una buena incursión de Marcelo Weigandt (otro que viene en alza), pero a partir del segundo tiempo la pelota dejó de pasar por sus pies y Boca lo sintió.
Para colmo, Sarmiento tuvo dos oportunidades muy claras de marcar, una de Luciano Gondou que definió por arriba y un contragolpe que dejó solo a Lucas Melano frente a “Chiquito” Romero y que el ex Atlético definió mal.
El ingreso de Óscar Romero terminaría siendo determinante. El paraguayo construyó una buena contra con Guillermo Fernández y le puso un centro perfecto a Merentiel, que anticipó a Sbuttoni y definió a un toque a contrapierna. Fue la única que tuvo y no la dejó pasar, como manda la biblia de los 9.
El segundo gol llegó de manera bastante curiosa. El paraguayo Romero bloqueó un tiro libre y reventó la pelota hacia adelante para evitar que se fuera al lateral, con la fortuna de que le cayó a Luis Vázquez, que corrió sin marca ya que Guido Mainero (quien debía ejecutar ese tiro libre) había salido de la cancha para sacarse un anillo. Insólito. Vázquez encaró al arquero, pero generosamente le cedió el gol a Medina, que entraba por el medio y definió con el arco vacío. Un merecido premio a quien había sido el mejor del primer tiempo.
Con el triunfo, Boca llegó a 31 puntos y quedó a dos de los puestos de clasificación a la Copa Sudamericana.