Como en una pirámide
Como en una pirámide
03 Julio 2023

Luis Karamaneff

Doctor en Ciencias Políticas

Hay tensión y cierta desconexión entre el electorado y sus representantes. No es algo propio de Tucumán, sino que en varios puntos de Argentina, en las elecciones que hasta aquí se realizaron, se viene registrando niveles de participación más bajos que en ediciones anteriores. Las de 2019 -si bien no equivalentes porque se elegían diputados y senadores- fueron las de menor participación desde el retorno de la democracia. Hoy, la clase política no cautiva con un proyecto de país. Y eso se manifiesta con abstención, voto en blanco o impugnación. Tucumán no está exento de ese clima, pero fue la provincia con mayor participación de todas las que se realizaron hasta hoy. Muy por encima de la media nacional, y dentro de los valores históricos que tiene la provincia.

El voto en blanco es una forma de manifestar el descontento y la apatía, algo que sucede en todo el mundo y con proporciones similares.

El impacto que tuvo en Tucumán fue significativamente más importante para representantes del legislativo (10%) que para el ejecutivo (3,6%).

Esto no sólo por el malestar que pudiera manifestar la ciudadanía con parte de sus representantes, sino porque el diseño institucional de la provincia está pergeñado para fragmentar y licuar la representación de los legislativos (Legislatura y Concejos Deliberantes).

Esto no sólo impacta en el voto en blanco, sino que, además, alrededor de un 30% de la gente que sí voto por un partido no tiene un representante en la Legislatura.

El régimen de acoples fue diseñado para fortalecer a los ejecutivos; no solo a los gobernadores, sino también a los intendentes.

Así, como en una pirámide, cuanto más amplia sea la base de postulantes a cargos en la Legislatura y los Concejos Deliberantes, mayores serán las posibilidades de que los candidatos a gobernador e intendente obtengan más votos. Las alianzas no tienen motivos ideológicos, sino que sólo buscan concentrar un mayor volumen de votos para las categorías ejecutivas.

Esto no solo le quita representación a quienes votaron por algún candidato, sino que también obtura la renovación de la dirigencia y dificulta la democracia interna de los partidos.

Algo que se manifiesta con la estrategia de incluir a familiares como candidatos en casi todos los municipios. En este punto, no existieron incentivos para la disputa real de los territorios. Muchos de los candidatos que se presentan saben que van a perder las elecciones, pero necesitan mostrar la mayor cantidad posible de votos para luego pujar por algún cargo en el Ejecutivo. La orellanización de la política tucumana avanza a paso firme en la provincia.

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