60 años de Rayuela
Publicada el 28 de junio de 1963, fue un boom dentro del Boom latinoamericano. Cambió la forma de narrar y también la de leer. Fenómeno de ventas y objeto de arduos debates para la crítica. ¿Cómo se leyó entonces? ¿Cómo se lee hoy? En este número rescatamos distintos abordajes. Desde la primera crítica publicada en este suplemento hasta enfoques más recientes que analizan su vigencia y el lugar que ocupa en el mundo de las letras. También rescatamos un relato de Cortázar, exclusivo para LA GACETA Literaria, publicado en los años de Rayuela.
El libro de mi generación
Por Sergio Ramírez
Para LA GACETA - MADRID
La llegada de Rayuela me resultó trascendental. Fue el libro de mi generación. Es curioso porque no era un libro político, y nosotros éramos muy políticos. Rayuela enseñaba la ruptura del statu quo, de la vanidad, de la burguesía, de los que se toman en serio. Por eso fue un libro muy popular en mi generación. Lo empiezo a releer y lo veo como un clásico, que es por lo que un libro sobrevive. Rayuela es de los más importantes de mi generación.
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Sergio Ramírez - Escritor. Premio Cervantes. Ex vicepresidente de Nicaragua.
Desbordando hacia la vida
Por Matilde Sánchez
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Rayuela modernizó los procedimientos literarios pero también los códigos de la vida cotidiana. Es la novela argentina que más influyó en nuestra literatura y en autores de las más variadas tradiciones. Uno de sus efectos singulares es que, siendo un relato innovador y por lo tanto de lectura exigente, tuvo al mismo tiempo un impacto tremendamente popular. La novela desbordó hacia la vida y hacia las costumbres. Menos de una década después de haber sido publicada, los cuentos de su relegada colección Bestiario (editada en 1951 y dormida en un depósito editorial), entraban en la currícula escolar para convertirse en modelo del cuento fantástico argentino.
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Matilde Sánchez - Directora de la revista Ñ.
La crítica de LA GACETA en 1963
NOVELA
RAYUELA
JULIO CORTÁZAR
(Sudamericana - Buenos Aires)
Este es un fragmento de la nota publicada en estas páginas sobre la novela que conmovía al mundo literario
Este lúcido suicida (Julio Cortázar) no es tal, sino un valioso índice de época. Y a este siglo XX lleno de caminos potenciales y de sendas abandonadas no lo definen las formas, sino la ausencia de una fe capaz de sostener esas formas. Pienso que es allí donde se inserta el pensamiento generador de Cortázar, en la intuición del fin de una aventura espiritual que se muestra en plenitud en Rayuela. Leyendo sus libros, ficciones que transcurren entre riberas de fantasía y sueño que sólo tocan la realidad para darla vuelta y exponerla en su absurdo vacío, he sentido esa búsqueda afanosa de una verdad que pueda elevarse por encima de todas las verdades menoscabadas.
Cortázar logra adecuar la novela a una función de medio, no ya como un fin en sí misma. En último término, el escritor trata de crear la convicción de que cada lector, cada ser, es el más vívido, el más importante de los personajes-actores posibles o, lo que es lo mismo, y dicho de un modo necesariamente metafórico, de trasladar el mundo cerrado de la novela al orden abierto y universal de la poesía. Ambición posible, probada, que no anula la literatura precedente sino que la enriquece, pese a que la búsqueda del nuevo orden con que Cortázar ejercita esta literatura no constituye en el fondo más que una nueva evasión de la que debe tenerse conciencia.
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ROBERTO J. GARCÍA
El lector cómplice
Por Carmen Perilli
Para LA GACETA - TUCUMÁN
Rayuela es un laberinto mágico que nos invita a perdernos y a encontrarnos, armando puentes entre el lado de acá y el lado de allá; la escritura y la lectura; la tierra y el cielo. Un libro concebido como un espacio que se multiplica en muchos libros; que invita al lector a formar parte del acto poético, a construir su propia travesía. El narrador afirma categóricamente: “Por lo que a mí respecta, me pregunto si alguna vez conseguiré hacer sentir que el verdadero y único personaje que me interesa es el lector, en la medida en que algo de lo que escribo debería contribuir a mutarlo, a desplazarlo, a extrañarlo, a enajenarlo”. La novela no permite la indiferencia ni la inmovilidad. Desde el primer instante incluye a los lectores dentro de la ficción. De acuerdo a sus postulados se trata de “Hacer del lector un cómplice, un camarada de camino. Simultanearlo, puesto que la lectura abolirá el tiempo del lector y lo trasladará al del autor. Así podrá llegar a ser copartícipe y copaciente de la experiencia por la que pasa el novelista, en el mismo momento y en la misma forma”.
Gran parte de la conmoción que produjo y produce Rayuela se debe a la constante lúdica, a su condición de escritura producida en el juego como rito de pasaje que ofrece la posibilidad de acceder a un mundo diferente, con sus propias reglas, alejado de los tediosos territorios de lo cotidiano, de “la Gran Costumbre”.
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Carmen Perilli - Doctora en Letras.
Leer a Cortázar hoy
Por Fabián Soberón
Para LA GACETA - TUCUMÁN
Hacia 1977, en una entrevista realizada por la televisión española, Cortázar declaró, asombrado, que su novela Rayuela era leída copiosamente por los jóvenes de los países latinoamericanos. En la misma entrevista, dijo que adhería a la causa revolucionaria y que estaba interesado en que su literatura reflejara esa búsqueda en la política. Era evidente, por esos años, que los jóvenes entusiastas que lo leían asociaban las aventuras de la Maga a la rebeldía política y la lucha contra la burguesía.
Décadas después de su muerte, Cortázar sigue siendo un autor central para la literatura argentina. Antes fue referente de aquella generación que politizó la literatura. Hoy, los lectores y escritores han modificado los modos de leer y percibir su obra.
Eduardo Berti escribió que “en los últimos años se ha instalado la opinión de que las novelas de Cortázar no han envejecido de forma tan digna o saludable como su obra cuentística”. Aunque Berti no comparte la idea, creo que esa opinión se ha extendido a una zona importante de la crítica y de los escritores argentinos.
Creo que la efervescencia por Rayuela ha disminuido. Sólo quedan los rayos de ese pasado fulgor. Rayuela ya no es el único modelo de novela o de antinovela para los lectores de nuestro tiempo. Cuando se publicó, el “Tablero de dirección” fue leído como una innovación ejemplar. Hoy esa pretendida libertad es percibida como un mero alarde o un sonoro totalitarismo.
Clásico, escribió Borges, es un libro que eligen progresivamente las sucesivas generaciones de lectores. A pesar de los vaivenes en los modos de apropiación, la obra de Cortázar pervive en la memoria de los lectores. Y sus luces y sombras laten de modo diverso en el presente de la literatura.
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Fabián Soberón - Escritor y docente de la UNT.