Era una incógnita saber lo que podía pasar anoche en el “José Fierro”, luego de una semana muy convulsionada, que incluyó goleada en contra en Junín y resonantes cambios en el aspecto dirigencial, Atlético se enfrentaba a Unión en un partido clave para los jugadores, que buscaban respaldar a un cuerpo técnico en la cuerda floja y para tomar aire en la tabla. Mario Leito y la comisión directiva escucharon las quejas de la gente, pero a la hora del fútbol el hincha acompañó desde las tribunas y los jugadores respondieron en la cancha sumando tres puntos muy importantes.
Atlético jugó un buen partido. Es verdad que en el “tatengue” no todo es color de rosa. Pese a la victoria categórica sobre Independiente llegaba con sus problemas a cuestas a Tucumán y con un nuevo DT en el banco. Pero el “decano” necesitaba un cambio rotundo respecto de lo mostrado el domingo pasado ante Sarmiento, donde se había visto un equipo frágil, incluso en lo mental. ¿Es posible un cambie tan drástico de un partido a otro? Al parecer sí, porque desde el primer minuto el “decano” impuso las condiciones.
En el pizarrón, Lucas Pusineri le ganó de entrada a Cristian González y en la cancha Joaquín Pereyra, Bautista Kociubinski y Guillermo Acosta se impusieron en la pulseada a Yeison Gordillo y Enzo Roldán. Allí, en el medio campo, empezó a definirse el partido.
Acosta interrumpiendo y quitando, junto a Pereyra organizando cada ataque, fueron los más importantes del primer tiempo. En un tercer escalón, Mateo Coronel, siempre peligroso y autor del gol, también fue de lo más destacado de la noche.
Aunque Atlético intentó romper la defensa con el juego asociado, generó peligro con los ataques directos, como a lo largo del torneo. Esta vez la llave del partido apareció en un pase frontal de 40 metros de Pereyra, que Coronel controló bien para esperar la infracción de Federico Vera, que se lo llevó puesto. No hubo dudas, fue penal y a la postre gol. Al 1-0 el “decano” lo justificó después, imponiendo su ritmo y manejando la pelota a gusto. Hubo algunos sustos, porque en este semestre, a Atlético los rivales le generan peligro con poco, sin embargo el equipo de “Kily” González fue inofensivo en ataque.
Párrafo aparte para los hinchas, que dejaron en la puerta del estadio los problemas y reclamos que habían sido moneda corriente en la previa y se dedicaron a empujar, con aliento, a sus jugadores. Y ellos levantaron el aplazo de Junín ganando un partido de seis puntos y llevándose una merecida ovación.
El segundo periodo fue visiblemente más parejo. A los 10 minutos González empezó a mover el banco de suplentes y Unión se paró mejor en el campo, entonces con el correr de los minutos Atlético se fue refugiando -peligrosamente- más cerca del arco de Tomás Marchiori.
A los 32’ entre Albornoz, Pusineri y Villavicencio ordenaron el ingreso de Marcelo Ortiz -para ganar en altura en el fondo- y de Ramiro Ruiz Rodríguez, para intentar liquidar la historia de contragolpe. Del otro lado, el “tatengue” con Brayan Castrillon y Tomás González sumó gente en el área rival, pero Atlético siguió cortando los circuitos en el medio, donde ganó siempre. Ni Martín Cañete ni Luciano Aued pudieron romper con el medio combativo que lideró muy bien Acosta, proponiendo el juego físico al que se le acopló Adrián Sánchez.
El triunfo siempre estuvo asegurado, a pesar de los últimos intentos de Unión. El visitante fue al frente como pudo, pero siempre chocó contra el frontón que dispuso Pusineri. Mantener el arco en cero, algo que no sucede seguido en Atlético, fue clave. Las dos lineas de cuatro dio sus frutos y el sacrificio de Marcelo Estigarribia le dio oxígeno constantemente, ganando muchas infracciones cerca del arco rival.
El huracán que pasó por Tucumán esta semana cambió el aire, los jugadores se sacrificaron y terminaron festejando el triunfo casi como un campeonato. Lo tienen merecido, porque a pesar de todo lo que paso en las ultimas horas, siempre estuvieron enfocados en que anoche, Atlético no podía perder. Y así fue. Claro que instantes después, ya en el vestuario, Pusineri les avisó que no seguirá al frente del barco. Todo comienza de nuevo.