La del 13 de agosto no es una elección de candidatos a diputados dentro de Juntos por el Cambio. Lo que definirán las urnas ese domingo son los liderazgos en la oposición para los próximos cuatro años y, probablemente, para los comicios provinciales de 2027. Aunque suene apresurado, la línea de largada para la nueva etapa política de esta alianza serán las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se avecinan.
Germán Alfaro es quien más conciencia tomó de que los catastróficos resultados en las provinciales del 11 de junio obligan a su espacio a reaccionar de inmediato. El dolor por la derrota en San Miguel de Tucumán es indisimulable. Al punto que en el Partido por la Justicia Social tanto él como su esposa, la senadora Beatriz Ávila, se llamaron a silencio desde entonces. El haber perdido la Municipalidad como base de operaciones lo puso en el aprieto de tener que revalidar, rápidamente, su condición de referente opositor. El intendente sabe que no tiene otra opción y que deberá dejar el duelo para más adelante.
Sus aliados radicales, en tanto, atraviesan esta etapa de diferentes maneras. Roberto Sánchez desapareció de la escena pública. En el lote de los “ganadores”, Silvia Elías de Pérez se sentó en los pergaminos de ser el acople opositor más votado en la Capital para esperar su asunción como legisladora. José Cano, en cambio, se dejó llevar por el coqueteo con la rosca nacional y se sentó al lado del jujeño Gerardo Morales como su jefe de campaña para vicepresidente. Mariano Campero, finalmente, exhibió una vez más sus ambiciones políticas y salió rápidamente al ruedo para ocupar el vacío que dejó Sánchez y que, eventualmente, podría liberar Alfaro.
Efectivamente, el rearmado de la coalición opositora en Tucumán tras el derrumbe del 11 de junio ha resultado ser tan o más traumático que en la previa al proceso electoral provincial. Un poco por los reproches cruzados sobre las responsabilidades que cada uno cree que tuvo el otro en la mala performance local, y otro poco por la desconfianza y el nulo cariño político que los une, el Partido por la Justicia Social y la Unión Cívica Radical han vuelto a quedar enfrentados a horas de una elección determinante. En el medio, casi como un espejo, orbitan el PRO y CREO, los espacios minoritarios de esta alianza.
Las divisiones entre alfaristas y radicales, incluso, pusieron en riesgo en esta provincia la estrategia electoral de Horacio Rodríguez Larreta, el precandidato presidencial que junto a Morales intentará vencer a la dupla Patricia Bullrich-Luis Petri en las PASO. El jefe de Gobierno porteño y el gobernador jujeño fueron los que más empeño pusieron en la primera parte del año para que hubiera un acuerdo entre Alfaro y Sánchez por el armado de la fórmula. De hecho, ambos intervinieron personalmente para destrabar el nudo tucumano. Cuanto menos, lo hicieron con la expectativa de la reciprocidad: es decir, que los referentes locales que ellos acompañaron salgan al ruedo para sostenerlo en su mano a mano con Bullrich.
Pues bien, nada de eso –o poco- pasó en las últimas dos semanas. Tan caótico y anárquico fue el proceso de selección de precandidatos que hasta casi la medianoche del sábado pasado no se sabía quiénes y cómo se armarían las listas de diputados. La estrategia de Rodríguez Larreta-Bullrich era tener más de una nómina competitiva en las provincias para que, a modo de acople, vayan “colgadas” de su boleta presidencial y le traccionen votos. Así, había una suerte de idea común de que Alfaro debería encabezar una lista y que los popes radicales (Sánchez, Elías de Pérez y Cano, entre otros) deberían hacer lo propio. Algo sucedió tras el domingo 11 de junio porque, incluso, hasta 10 minutos antes del cierre del plazo para inscribir nóminas el intendente tampoco estaba seguro de salir al ruedo.
Hace una semana, día de negociaciones intensas, el presidente de la UCR (Sánchez) estuvo ausente y se hizo a un costado. Elías de Pérez ya había dejado entrever que no jugaría y que perderían el tiempo en llamarla. Y Cano, obligado por su cercanía a Morales, se puso el overol de armador, mas no de candidato. Así, el desenlace fueron dos listas larretistas en Tucumán: una que lidera el intendente Alfaro y que tiene matices macristas y radicales, aunque sin figuras rutilantes; y otra que conduce el legislador José Ricardo Ascárate, seguido por dirigentes de segunda y tercera línea de la UCR.
Desde luego, este armado “por compromiso” hizo estallar la interna en Juntos por el Cambio. El intendente se tomó un avión para entrevistarse con Rodríguez Larreta, ante quien no escatimó en críticas hacia sus socios tucumanos y pidió la exclusividad de la “boleta larga”; es decir, que la nómina de Ascárate no pueda ir adosada a la categoría presidente y vice del binomio Rodríguez Larreta-Morales. Obtuvo el compromiso, verbal y ante testigos, del precandidato presidencial y su palabra se cumplió: anoche, al cierre del plazo para presentar los acuerdos, la lista del radicalismo no pudo presentar ese documento con la autorización nacional y sólo tenía la opción de ir con “boleta corta”. Para algunos radicales, Alfaro se llevó un premio excesivo, incomprensible si se tiene en cuenta que viene de perder un municipio que gobernaba JxC. “Es un cobarde que no quiso competir y un irresponsable que sólo quiere sentarse en Diputados sin importarle la Presidencia. Nunca necesité fueros ni tengo por qué buscarlos”, disparó Ascárate, tras desistir de presentarse igualmente sin postulante presidencial.
¿Qué pasó en el medio para que volviera a romperse la relación entre Alfaro y los radicales? Al intendente nadie le saca de la cabeza que sus aliados le cortaron boleta para que su esposa perdiera en la Capital el 11 de junio y que, además, le jugaron por la espalda en el armado nacional. “El acuerdo era dos listas fuertes, una de nosotros y otra de radicales, pero presentaron una lista pobre sólo para molestarnos”, rezongó un alfarista de primera línea. En algo tiene razón el intendente; sus aliados de Catamarca al 800 evitaron competir frente a él para evitar exponerse a una eventual derrota ante la falta de recursos y de estructura, según ellos mismos admitieron en conversaciones informales.
Lo que no termina de entenderse es el rol que jugaron Morales y el propio Cano en esta disputa territorial con el larretismo. El legislador electo estrenó el flamante cargo de jefe de campaña del jujeño con una lista del radicalismo prácticamente proscripta en su provincia. Aún más, inconvenientes similares se vivieron en las últimas horas en Santa Cruz, en Entre Ríos y en Catamarca, por ejemplo. Allí, el apoderado del PRO privilegió finalmente sus postulantes por sobre los de la UCR. ¿Por qué el postulante a vicepresidente cedió sin mayores pataleos?
Más allá de las especulaciones y de las acusaciones cruzadas, una cosa es segura: que se haya bajado a la lista de Ascárate favorece directamente a Alfaro, quien afrontará una difícil parada ante Mariano Campero, su verdadero rival en esta contienda. El intendente de Yerba Buena tiene la exclusividad de la fórmula liderada por Patricia Bullrich y en su nómina aparecen dirigentes del PRO y de CREO. Además, sumó a su par Sebastián Salazar. El bellavistense es un gran gambeteador: en las provinciales hizo una alianza con el alfarismo para garantizar el triunfo en la Municipalidad y fue quien le organizó en su ciudad un acto masivo a Rodríguez Larreta hace menos de un mes. Ahora, curiosamente, irá en la lista de precandidatos a diputado con Bullrich.
Campero, verdugo de Cano y de Elías de Pérez en las elecciones de 2021, está frente a una posibilidad única de erigirse como el emergente político opositor para los próximos años, en caso de vencer en las PASO a la lista de Alfaro. El sistema de reparto proporcional de los lugares en la lista y la paridad de género harán que quien resulte segundo deba incluir en la nómina para los comicios generales a una mujer. Si gana Campero, será Valeria Amaya; y si lo hace Alfaro, le corresponderá a Nadima Pecci. Es decir, uno de los dos seguramente quedará afuera de la carrera en agosto. Y ese detalle, con el trono de líder de la oposición vacante tras el tsunami arrasador del peronismo del 11 de junio, es anabólico suficiente para comenzar una larga preparación hacia 2027.