El médico cirujano Jorge Ariel Rodríguez (53 años) es un triatleta de Concepción que está acostumbrado a los grandes desafíos deportivos. Su capacidad mental y física parece no tener límites. Y lo demuestra en cada competencia, a veces a pesar de no alcanzar el podio. Ese espíritu inquebrantable le brotó también en los momentos difíciles que le tocó vivir en su vida. De la mano van también –cabe reconocer- sus gestos de profunda sensibilidad humana. Rodríguez, cada vez que se lanza a competir en el país que sea, deja plasmado esa impronta de asombroso gladiador. A fines del mes pasado participó en el Ultra Triatlón que se desarrolló en Buzios (Brasil). Durante cinco jornadas consecutivas recorrió 19 kilómetros de nado en aguas abiertas, 900 kilómetros de bicicleta y 210 kilómetros de pedestrismo.
En su historial deportivo no fue una competencia más. Se trató de una demostración de superación personal nada comparable con la exhibida en otros desafíos. Es que esta vez el profesional compitió luego de vencer este año al cuarto contagio de Covid-19 (cumpliendo su labor profesional en el Hospital Miguel Belascuain), el dengue y una septicemia que lo tuvo en terapia intensiva durante 10 días. El trance fue muy grave. Pero a apenas dos semanas de ser dado de alta, y cuando ya prácticamente estaba resignado a no viajar a Brasil, le brotó esa voluntad de fierro y emprendió vuelo. “Mis planes de viajar a Brasil, luego del alta, ya se habían descartado porque pasaron tres meses sin entrenar. Pero al tener el pasaje, alojamiento e inscripción pagada, decido a último momento ir por lo menos a acompañar o alentar a los otros competidores amigos. Decido también sobre la hora llevar la bicicleta”, contó el deportista.
A pura voluntad
Una vez en Buzios, lo arrastró –según contó- el clima de entusiasmo de los participantes. Así el miércoles 24 decidió ser parte de la largada, “Sorprendidos, los organizadores y algunos compañeros me preguntaban: en serio ¿vas a largar?”, relató. El médico estaba inscripto para el decatlón (10 triatlón seguidos), pero al final “mi intención era seguir –confesó- hasta donde podía aguantar”. “Sabía que el cumplir una jornada ya era una hazaña. Naturalmente al comenzar primero a nadar me sentí muy mal. Me faltaba el aire y las pulsaciones las llevé al límite. En la bici acusé contracturas y dolores de espalda. En el trote comenzaron a dolerme los pies. Me torturó el sobrepeso que se me generó por no haber hecho nada en tres meses”, apuntó. “El primer día lo concluí con mucho sacrificio alrededor de las dos de la madrugada. Sin embargo horas después, tras descansar un poco, me presenté nuevamente en la largada para continuar en competencia. Con el correr de los días las lesiones ampollares en los pies y en la entrepiernas se hicieron más dolorosas. Pero así y todo llegué a concluir cinco distancias, que también estaban contempladas en las categorías de carrera”, explicó. Rodríguez dijo estar muy contento con lo hecho.
“Cada día de competencia avanzaba pensando por lo que había pasado con mi salud. Lo de la internación fue grave”, insistió. “Creo que mi mente fue la que me hizo seguir. Tuvo una incidencia poderosa. De lo contrario no hubiera hecho ni la mitad del primer día. Me empujó a seguir cada vez que se me presentaba la idea de abandonar e ir a descansar” reconoció.
Acorralado por virus y bacterias
El médico, que también es profesor de Educación Física, recordó que fue a principio de abril último cuando el dengue lo tuvo a mal traer “con dolores en todas las articulaciones, malestar general y fiebre que no cedía con medicación”. Después un inyectable de dipirona que le pusieron para que le baje la fiebre, le generó una pequeña tumoración en la zona del glúteo. “Se me estaba haciendo un absceso. No le di importancia y comencé a tomar antibióticos. Pasaron los días y se me presentaron calambres en todo el cuerpo, a tal punto que no podía caminar porque eran contracturas involuntarias. Un hemocultivo determinó que estaba con una septicemia en razón de que la bacteria había pasado al torrente sanguíneo. Era el Staphylococus Aureus Meticilino. Resistente, muy agresiva y en el mayor casos mortal”, precisó. Debido a ese diagnóstico lo internaron en terapia intensiva con un tratamiento de antibioticoterapia.
Estuvo diez días hasta que le dieron de alta. Pero semana después volvió la fiebre y un hisopado le dio positivo para Covid-19. Esa angustiante experiencia templó aún más el espíritu de Jorge que ahora sueña con volver a competir el año que viene en el Ultra Triatlón de Brasil. “Esta vez será con buena preparación para no sufrir los días de carrera que, a pesar de todo también se disfruta porque es lo que a uno lo apasiona. Y si el bolsillo lo permite voy a tratar de correr en Suiza, Francia o México, en donde se hacen las ultradistancias”, concluyó.
Fair Play
El espíritu fraterno de Rodríguez, también descuella en él. En el 2017 el Comité Internacional de Fair Play lo distinguió por el gesto solidario y profesional que exhibió en el quíntuple ironman de León (México). Fue cuando en el último día de la carrera asistió a un competidor noruego que se cayó de su bicicleta en un barranco y se desfiguró. Rodríguez también tuvo un accidente y cuando llegó a la clínica donde tenían que curar sus heridas, supo que el atleta nórdico estaba en el quirófano y no había un cirujano que lo operara. De inmediato, vestido con la ropa de competición, se puso guantes, cofia, barbijo y comenzó a operar a Henning Olsrud.
Luego de la intervención, el noruego le pidió al profesional poder terminar la competencia y no abandonar. Entonces le preparó un vendaje especial y juntos completaron los kilómetros que les faltaban en bicicleta y los 42 kilómetros corriendo. El acontecimiento se reflejó en todos los medios de comunicación del mundo.