Es una goleada que puede sacudir los cimientos del ciclo de Lucas Pusineri. Por la contundencia y por las formas. El 4-1 da cuenta acabada del mazazo que Sarmiento le asestó en Junín a un Atlético Tucumán totalmente desdibujado, muy distante del que venía de vencer a Godoy Cruz en el “José Fierro”.
No fue Sarmiento, sino Atlético el que demostró estar “verde” a la hora de retroceder, de estar concentrado, de defender, sobre todo en esos 20 minutos nefastos de la primera etapa que le costaron tres goles.
El error en la cesión de Guillermo Acosta en el primero, rubricado por Sergio Quiroga; la pérdida de pelota en ataque de Braian Guille en el segundo, con notable definición del exdecano Lucas Melano; y la soledad increíble de Gabriel Díaz en la media luna para aprovechar la segunda jugada, en el tercero.
Alcanza ese párrafo para explicar lo que nadie hubiera profetizado durante el primer cuarto de hora, con dominio de Atlético y al menos tres aproximaciones claras, incluido el atajadón de Sebastián Meza ante remate de Matías Orihuela.
En el choque de estilos, entre la posesión y la pretendida pulcritud en el manejo del balón del “decano” y la pelota parada y la contra del “verde”, la visita solo se impuso hasta que se rompió el cero. El gol de Quiroga hizo tambalear una estructura que empezó a mostrar grietas por todos lados.
Los datos duros a veces sirven para describir lo sucedido. A Sarmiento le bastó dar sólo un tercio de los pases realizados por Atlético en la primera etapa para sacar una ventaja de tres goles (de paso, hacía 398 minutos que el conjunto de Israel Damonte no metía un gol en la Liga y los colegas de transmisiones radiales partidarias hacían memoria en vano de cuándo había sido la última vez que Sarmiento había marcado por triplicado en un solo tiempo en Primera).
En ese sentido, Atlético lo hizo. O lo facilitó. Con sus malas coberturas. Y también con el poco peso de tres cuartos en adelante, después del promisorio inicio de un Braian Guille que flotó entre volantes y delanteros y que se fue apagando.
¿Salir a buscar o evitar el papelón? Esa era la cuestión para el complemento. Pusineri no es amigo de realizar cambios en los entretiempos. Y les dio la oportunidad de enmendarse a los mismos once del inicio.
Luciano Gondou le dio una nueva vida al “decano” al perdonar el cuarto. Y ese influjo se tradujo en el marcador poco después, en una jugada de ataque directo, con pelotazo, peinada de Marcelo Estigarribia y mucha, toda la clase de Mateo Coronel para descontar.
Pero fue algo así como un espejismo. Porque Atlético prácticamente no generó más situaciones (claras) de gol hasta el final. Tampoco cuando llegaron variantes (Ignacio Maestro Puch, Bautista Kociubinski) que no fueron revulsivo suficiente.
Que la goleada no fuera más catastrófica habrá que endilgárselo a un par de buenas intervenciones de Tomás Marchiori.
Claro que el arquero tuvo responsabilidad cuando el “Checho” Quiroga aprovechó su adelantamiento para facturar desde muy lejos con una pelota que viboreó y cayó detrás del número uno para bajarle definitivamente la persiana a una noche triste, muy triste para el mundo “decano”.
Los hinchas de Sarmiento en el estadio “Eva Perón” no se lo podían creer: hacía 42 años que su equipo no metía cuatro goles en Primera división.