Mientras la política se acomoda hacia las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto, que decantará la oferta electoral que los argentinos tendrán rumbo a las presidenciales de octubre, el mercado también palpita ese fenómeno que se repite cada cuatro años, con test bienal.
La mayoría de las encuestas de las consultoras de opinión pública, muestra un escenario de tres tercios en el que Juntos por el Cambio, el ahora Unión por la Patria y los libertarios que responden al economista Javier Milei.
Las elecciones provinciales que se han desarrollado hasta ahora muestran ciertas lecturas que para los operadores del mercado no pasan desapercibidas, sino que se toman como referencia para lo que puede llegar a ser el escenario de la Argentina después del 10 de diciembre, cuando se produzca el recambio institucional.
Los últimos acontecimientos en un marco de cercanía de la fecha de los comicios y, por ende, del comienzo de una nueva gestión, parecerían haber catalizado un nuevo ciclo alcista, señala GMA Capital en su reporte semanal. Los activos con respuesta casi inmediata fueron las acciones.
Desde que el S&P Merval marcó un piso de U$S 339 medido al tipo de cambio “contado con liqui” en julio de2022, el índice avanzó casi de manera ininterrumpida hasta alcanzar U$S 847. En otras palabras, anotó una ganancia de 167% en dólares.
Acercando la lupa, bancos y energéticas fueron los sectores que lideraron el rally. Edenor es quien encabeza la lista con una suba de 257%, seguido por BBVA (+235%) y Galicia (+230%).
En este contexto, resulta interesante analizar qué fue de las acciones en años electorales previos. Tomando como punto de partida el retorno acumulado entre enero y junio, en lo que va de este año el S&P Merval trepó 48,6%. Al incluir en la muestra todos los años de comicios desde 1995, se trata del tercer mayor retorno acumulado.
El podio lo lidera 2003: entre enero y junio de ese año el índice había mejorado 92,5%. No obstante, vale remarcar que a comienzos de ese año cotizaba cerca de mínimos históricos, que a precios de hoy implicarían U$S 144.
En esta línea, sostiene la consultora, 2003 también lideró el podio a nivel anual, desbloqueando ganancias de 161%. En el segundo escalafón se encuentra 2009, que con la recuperación tras la crisis financiera permitió retornos de 114% en moneda dura.
¿Todo lo anterior significa que lo mejor de las acciones lo vemos por el espejo retrovisor? No necesariamente, indican los economistas Nery Persichini y Santiago Franco. Si notamos que el promedio histórico de los últimos 30 años es U$S 849 contemplando la inflación norteamericana, el envión de los últimos meses solo hizo que las acciones regresaran a ese umbral medio.
De hecho, los 47 meses entre agosto de 2019 y junio del corriente año marcaron la segunda racha más larga del índice cotizando por debajo de la media, solo superado por el período entre febrero de 2001 y enero de 2005.
Además, conviene destacar que las acciones todavía se ubican un 12% por debajo de la cotización de julio de 2019, previo al crash post PASO. Y en cuanto a los segmentos que más extrañan aquel nivel del 9 de agosto de 2019, pese a la reciente suba, el sector bancario sigue siendo el más rezagado: Banco Macro navega un 62% por debajo de su valor pre-PASO 2019, mientras que Supervielle vale un 54% menos y Galicia, 44%.
Si la deuda pública es lo único que realmente luce atrasado, ¿entonces por qué no se activó totalmente el “trade electoral” sobre esa curva? Al respecto, GMA señala que existen varias hipótesis a analizar: la posición técnica de los bonos soberanos es “mala” (muchas carteras globales tienen más títulos argentinos que lo que les gustaría); la Argentina no tiene la misma cobertura por parte de los grandes bancos de inversión que tenía en 2016-2018; las tasas internacionales están lejos de 0% como en el pasado reciente; el mercado podría estar en modo “ver para creer” luego del “cisne negro” de agosto de 2019 que ninguna encuestadoras avizoraba, etc.
La macro argentina está repleta de desafíos (que son mucho más complejos que hace ocho años) cuya resolución no está asegurada con un mero resultado electoral. En otros términos, plantea el diagnóstico al que accedió LA GACETA, es tal la dificultad del nudo gordiano en lo tocante a la dureza del cepo cambiario, el atraso de precios relativos (tipo de cambio y tarifas), la inflexibilidad del gasto público a la baja, el stock negativo de reservas netas, los abultados pasivos remunerados del Banco Central, el nivel de la deuda en pesos y la necesidad de reformas estructurales, que no va a alcanzar con voluntarismos ni con un enfoque “market friendly” para volver a foja cero.
“Con la certeza de que en 2024 será virtualmente imposible volver a los mercados internacionales para obtener financiamiento, el plan integral del próximo gobierno y el nuevo programa con el FMI deberían ser casi perfectos para poder ajustar los desequilibrios sin turbulencias”, advierte GMA. No obstante, acota, el probable incremento de la conflictividad social derivada del cambio de roles del actual oficialismo hacia futura oposición agregaría dosis creciente de incertidumbre.
“Se dice que en el mercado de bonos operan los inversores más inteligentes. Por ese motivo, las paridades actuales de la deuda soberana incorporan fielmente tanto la expectativa sobre el tránsito por el quirófano económico que, sin éxito asegurado, el país emprenderá después del 10 de diciembre, como la probabilidad no menor de algún evento de estrés previo”, finaliza.