El silencio de Juan Manzur es tan sugestivo como el viaje que hizo el vicegobernador que estaba interinamente a cargo del Poder Ejecutivo, Osvaldo Jaldo, a Buenos Aires. Por estas horas se define si el gobernador tucumano formará parte del binomio presidencial que encabezará el actual ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, promovido por la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. Según trascendió en Buenos Aires, es inminente el anuncio, aunque también hay una ventana abierta para que el ministro de Economía, Sergio Massa, salga a jugar en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto. El titular del Palacio de Hacienda se reunió ayer con el presidente Alberto Fernández, no sólo para analizar la marcha de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), sino también para analizar el tablero político que se le abre a Unión por la Patria.
Manzur sigue recogiendo avales en la metrópoli. Anoche, hasta bien entrada la madrugada, mantuvo encuentros con la dirigencia justicialista nacional, sondeando voluntades para que acompañen a una posible fórmula con su amigo De Pedro. Daniel Scioli, en tanto, no se baja de la puja electoral interna. El actual embajador argentino en Brasil mantuvo su postulación, más allá de que dentro de la coalición oficialista haya una idea de evitar las internas y de llegar a las PASO con una sola fórmula, con el fin de evitar una mayor sangría de votos de cara a las presidenciales de octubre. La gestión presidencial de Fernández constituye el más duro escollo para cualquiera que quiera presentarse para la sucesión, con una inflación que ronda el 150% interanual, con una economía estancada, una negociación abierta con el FMI, principal acreedor del país, y con vencimientos en 2024 de una montaña de títulos nominados en pesos.
El cambio de nombre de la alianza, que antes se denominaba Frente de Todos, ha sido el primer paso en la renovación o maquillaje electoral que el oficialismo quiso hacer para diferenciarse de la actual administración. Lo segundo es llegar a una fórmula de amplio consenso, en el que De Pedro ofrece pragmatismo y juventud, mientras que Manzur representa a la liga de gobernadores peronistas que, hasta ahora, han obtenido buenos resultados en las elecciones en cada una de las provincias. Cristina quiere aprovechar esa ola para evitar que el mapa electoral argentino vuelva a pintarse de amarillo y, además, neutralizar al economista libertario Javier Milei en la consideración popular. El actual diputado viene perfilándose en las encuestas, aunque en los comicios provinciales su figura no ha tenido la gravitación esperada.
Tras el triunfo del domingo 11 de junio, y tal vez un poco antes, Manzur vino delineando su nuevo rol en la política nacional, luego de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación le imposibilitara el camino para convertirse nuevamente en vicegobernador de Tucumán. El sanitarista renunció a la postulación para allanar el camino al Frente de Todos por Tucumán hacia el triunfo holgado que obtuvo frente a Juntos por el Cambio, además de arrebatarle la intendencia de San Miguel de Tucumán.
Si todo avanza como hasta ahora, tras la eventual confirmación de la fórmula presidencial, el siguiente paso que darán Manzur y Jaldo es sentarse a diseñar cómo será la transición gubernamental en la provincia. El tranqueño ya puso primera ayer mismo, cuando citó a la plana mayor de la Policía y les puso metas de corto plazo para cambiarle la cara a la seguridad, algo que fue costumbre durante los 513 de su interinato mientras Manzur era jefe de Gabinete de la Nación. La idea es que el gobernador electo tenga pleno poder para tomar decisiones de fondo y no esperar hasta el 29 de octubre, fecha del recambio institucional. Si esto es así, retornará a Tucumán para instalarse otra vez en la Casa de Gobierno.