El corrupto y la tonta

El corrupto y la tonta

La dirigencia política minimiza lo que viene ocurriendo cada domingo que se vota. El daño que se le hace a valores ciudadanos se los tapa considerándolos picardías. El tema de la droga avaza como cuestión de Estado. Las PASO.

Él trabaja en una guardería. Ella en una casa de familia. Él se tapa las canas con alguna tintura. Ella también. Ellos no se conocen. Él en los 80 sentía la energía de la juventud y la emoción de la libertad que prometía la política. Ella intuía que todo lo que venía sería mejor. Él estaba seguro de encontrar un trabajo y al mismo tiempo militar. Ella, igual.

Él está convencido de que se ha vuelto un corrupto. “Nos volvimos corruptos”, repite mientras le pone todas las ganas a ordenar cada auto en los dibujitos que están en las paredes y en el piso. Es un ingeniero perfecto que sin lápiz ni calculadoras ni reglas ni computadoras, hace cálculos mentales para que todo quepa. Estaciona un auto, se baja y camina para treparse a otro y ponerlo en su lugar. Él va y viene. Balbucea, habla solo. Parece un loco. Y repite su verdad. “Nos volvimos corruptos: te pagan por el voto. Es como que usted venda su libertad. Después cuando necesita algo y va a reclamar o a pedir le van a responder: yo ya te pagué el voto, no te debo nada”. “Amigo esto es muy fulero”. El hombre no está enojado ni resignado. Repite todo con un tono monocorde y se va hablando solo para acomodar otro vehículo.

Ella está en la parada del ómnibus. Habla con vergüenza. Cuando cuenta sus cuitas baja la voz. La moto quedó en la casa para que la use alguno de sus hijos, o para que su marido vaya a hacer las compras. “Mi marido iba al campo, pero los planes le dan más”, le dice a la señora que le presta oído. En pocos segundos le cuenta que el domingo de las elecciones le rindió. Dice que recaudó 90.000 pesos. Su interlocutora ni se sorprende. Ella sigue: “me dieron una lista y en mi moto y en la de mi hijo los fuimos llevando a la escuela. Después les daba $5.000 a cada uno que votaba a cambio del troquel”. La otra mujer la miraba impávida. El ómnibus que esperaban parecía demasiado normal porque ya llevaba como 20 minutos y no aparecía. De pronto, la mujer le hizo la pregunta que a mí me hubiera gustado hacerle y volví a parar la oreja: “¿… entonces, para qué lo hizo?” Y ella le respondió: “me harté de ver que todos lo hacen y yo soy la tonta que no. Estoy muy cansada y ya no creo en nada ni en nadie”.

Él está seguro de que el que recibe dinero para votar es un corrupto. Ella aprendió que si no acarrea y reparte dinero para que voten es una tonta.

Picardía vs. valores

“Vos creés que la gente recibe la plata y vota”. “Vos pensás que es decisivo eso”. “Las elecciones no se deciden así”. “La gente sabe muy bien lo que hace, más allá de si le pagan o no”. Esos son los justificativos que salen de boca de un puntero barrial o de alguna de las máximas autoridades. Discuten el hecho de pagar el voto, no el valor que están devaluando.

Al contrario, no faltan los que se divierten con lo que muchos llaman el folclore de la política o las picardías. El domingo, por ejemplo, más de uno presumía de entregar los votos armados y luego, la plata. Otros se preocupaban de conseguir troqueles “prestados” o “comprados a bajo precio” para establecer un sistema de reventa para aquellos acarreadores que necesitaban el preciado papelito para hacer mejores negocios y justificar más acarreos de los realizados.

Lo que viene

Hay un futuro inmediato que tiene fecha de vencimiento el 24 del corriente, que es cuando cierra la inscripción para anotar los precandidatos a los comicios nacionales. El reloj ya empezó a correr. Los más preocupados por esto son Juan Manzur y Germán Alfaro.

Pero también hay un futuro mediato. En ese recorrido el protagonista principal es Osvaldo Jaldo. Aunque la euforia triunfalista lo coloque en un sitio de confort va a tener que hacer un cuidadoso equilibrio hasta el 29 de octubre cuando finalmente se coloque la banda de mandatario provincial. Jaldo va a alternar su saco de vicegobernador a cargo del Poder Ejecutivo con el de presidente de la Legislatura saliente y con el de gobernador electo. En todos los casos las decisiones son diferentes. En un reportaje largo -demasiado dicen algunos televidentes- Jaldo manifestó que el gabinete que tendrá será bastante diferente al que se desempeña actualmente. Incluso más joven. Y, también manifestó ante las cámaras una palabra que no se cansa de repetir: consenso. En algunos momentos deja supeditada determinada transformación a “si hay consenso”. De esa manera evita confirmar que se eliminarán los acoples y les deja el problema a los otros. “Júntense y si lo logran vengan y yo avalo el cambio”, sería el mensaje. Es una forma de patear la pelota afuera .

En esa misma entrevista dijo que una preocupación central con la que llegará a la Casa de Gobierno es aquella vinculada al problema de la droga. Y dijo que centralmente es algo que debe atender Seguridad, que estaría a cargo de uno de los ministros que no se iría aparentemente. Pero el tema no debería quedar circunscripto a la policía. También comprende a la salud, cuyo ministerio también está a cargo de otro de los que podría quedarse en el gabinete. Lo curioso es que ni en Seguridad ni en Salud el tema droga es algo primordial. En Salud ni siquiera es responsabilidad de una secretaría. Termina siendo preocupación de una dirección que está en el tercer lugar de la jerarquía ministerial. La última vez que tuvo preponderancia fue durante el gobierno de Ramón Ortega, cuando Alfredo Miroli estaba al frente del entonces Ministerio de Asuntos Sociales.

Ante la contradicción de tanta preocupación y de tanto desorden burocrático se le consultó a Jaldo si no debería pensar en crear el Ministerio de la Droga y respondió lacónicamente: no.

A la guardia del Hospital Padilla llega un promedio de 72 pacientes por mes intoxicados por el consumo de medicamentos u otras sustancias. Muchos de esos casos terminan en intentos de suicidios. Ellos representan el 11% y los casos que llegan a la guardia de tucumanos intoxicados corresponden en un 59% a mujeres. El horario de ingreso al hospital es durante la noche principalmente y en su gran mayoría los pacientes tienen entre 21 y 36 años.

Las estadísticas dicen además que el 25% de los siniestros viales que proliferan los fines de semana (salvo en las vísperas a las elecciones que bajaron considerablemente) fueron protagonizados por personas que habían consumido alcohol o droga. Con el tema de la drogadicción las contradicciones son notables. Por ejemplo hay toda una logística para controlar el consumo de alcohol en los automovilistas, pero no el de estupefacientes. Tampoco es fácil realizar los estudios en el hospital porque la legislación lo impide. El pedido de Detección de Drogas en Orina (DDO) es pertinente si el médico lo considera, pero no hay que olvidar que 12 horas después del consumo ya no quedarán registros, pero además el paciente debe dar su consentimiento para que le haga el análisis. Por lo tanto los datos de consumo siempre serán menores a la realidad y no ayudarán a dimensionar la gravedad del problema. Es decir que a la preocupación gubernamental y social hay una serie de inconvenientes legales que deberían servir para ayudar a los pacientes y contribuir a su salud. Sin embargo, el tema es preferible ocultarlo o taparlo antes de ponerlo en el tapete. Han ocurrido casos de hombres públicos con problemas vinculados al consumo de drogas y desde el poder se ha tratado de minimizarlos. En la medida en que quede circunscripto a la cuestión policial, el consumo de estupefacientes seguirá siendo un problema mayor para la sociedad.

Un paso obligado

La cercanía de las PASO no le da tiempo ni para saborear los triunfos ni para evaluar las derrotas. Alfaro necesita imperiosamente revalidar títulos para remendar los agujeros de su ropaje electoral. Ya encontrará el momento para entender qué ocurrió. Lo que seguro no podrá soslayar es que la pelea interna demoró todo. En octubre del año pasado los tucumanos ya sabían que Rossana Chahla era la princesa del rey Juan y del príncipe Carlos. Beatriz Avila se enteró que iba a ser candidata después del primer trimestre de este año. Alfaro también consiguió recomponer sus relaciones con algunos popes de PRO como Mauricio Macri, pero está claro que aquel desplante de fines del gobierno del ex presidente quedó en la memoria de algunos votantes de Juntos por el Cambio. Y, por último no caben dudas de que algunos acoples se preocuparon por el voto de la fórmula a gobernador, pero no por la candidatura a intendente. El corte de boleta fue notorio.

Manzur también está apurado. La semana que ya no volverá nunca más se mostró con gobernadores, gremialistas y hasta con gente de embajadas. Esta semana que viene será igual. En Tucumán, apenas terminaron los actos protocolares habría invitado a conversar a algunos dirigentes más entrañables para él y les aseguró que competirá en las PASO. Así se lo hizo saber al intendente Javier Noguera, al senador y abuelo Pablo Yedlin, a Cristian Rodríguez, a Gerónimo Vargas Aignasse y al diputado Mario Leito. Un poco más tarde llegó la senadora Sandra Mendoza. A ese puñado de dirigentes les pidió el acompañamiento en ese sueño. Manzur aparentemente quiere mostrarse como el referente federal, cosa que ninguna de las otras fórmulas de las que se habla puede presumir. El gobernador de Tucumán saliente siente que todas las veces que lo necesitaron, él aceptó el desafío. Así fue ministro de la Nación cuando la gripe A era moneda corriente. Después lo llamaron para ser Jefe de Gabinete. “Cuando me necesitan me llaman, pero para ofrecer oportunidades se las quedan ellos”. Ése sería el razonamiento del manzurismo que espera apoyarse en la dirigencia gremial y en los gobernadores que van ganando las previas a las presidenciales. Manzur ya le dijo que no a Daniel Scioli, quien le ofreció la postulación a vicepresidente y con esta movida le está diciendo que no a Wado de Pedro. En definitiva, está desafiando tanto a Cristina como a Alberto, aunque este último ya perdió el bastón de mando hace rato. Incluso le hizo meter la pata al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que se tiró a la pileta presidencial y ahora posiblemente termine siendo segundo de Scioli.

Las elecciones del domingo pasado dejaron prácticamente todo como estaba. La única excepción que confirma la regla sería el triunfo de Chahla en la intendencia de Capital. La otra gran derrota fue de la Junta Electoral tucumana. Fue sorprendente cómo a partir de las 4 del lunes esta institución fundamental para la transparencia de los comicios borró con el codo la buena letra que había escrito con la mano. A esa hora del lunes empezó a trastabillar hasta las 12 del viernes donde se cayó al precipicio. Dejó en claro que la prensa no podía mostrar todo lo que pasaba. Preferentemente debía dar a conocer lo que estaba bien porque un detalle malo (discusiones o enfrentamientos entre fiscales) era una parte y no el todo y por lo tanto se podía dar una imagen errada. Esos justificativos puso la Junta Electoral impidiendo que algunos periodistas y camarógrafos pudieran cumplir con su obligación de mostrar lo que ocurría. Del 83 a la fecha las picardías electorales que hacen sentir corruptos a algunos y tontas a otras, se fueron perfeccionando. Al contrario, las diferentes composiciones de la Junta Electoral tucumana fue mejorando y dando transparencia al permitir que la prensa muestre lo que pasa. Hasta esta semana que ya nunca más volverá.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios