La Junta Electoral de la provincia impidió que la jornada electoral terminara como un gran día democrático. La incapacidad para dar explicaciones y las dificultades para cargar las últimas 353 mesas de Capital enlodaron el acto cívico. Ni Beatriz Ávila ni Rossana Chahla pudieron irse a dormir tranquilas. La transparencia quedó empañada y el silencio de la Junta Electoral contribuyó a que todo fuera más oscuro.
Osvaldo Jaldo festejó con tranquilidad y sobriedad. Sin estridencias en su discurso se ocupó de darle trascendencia nacional a la holgada victoria y dejó las cuestiones tucumanas para después de esta transición.
Manzur, rodeado de dirigentes nacionales, también festejó y sigue esperando que el triunfo en Tucumán le sirva de trampolín nacional. Juntos por el Cambio, en tanto, puso expectativas de más en esta provincia.
Los acoples y el millonario derroche advierten que algo debe cambiar para la próxima. Salvo la indefinición de la Capital, no hubo sorpresa en Tucumán. Todo sigue igual.