El oficialismo puede jactarse de contar con tres vencedores y la oposición, con ninguno. Es que más allá de lo que determine luego el escrutinio definitivo, la elección de Juntos por el Cambio en Tucumán fue realmente pobre.
Osvaldo Jaldo es el principal beneficiario de los resultados de este domingo. No sólo ratificó la hegemonía electoral del peronismo desde hace ya 24 años en la provincia, sino que se encamina a obtener la mayor cantidad de votos del Frente de Todos de las últimas tres elecciones.
Juan Manzur, luego del golpazo que significó el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo dejó afuera de la fórmula, tuvo su día de resurrección. Porque la aplastante diferencia obtenida puede devolverlo a los primeros planos nacionales justo cuando debe discutirse el armado para las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de agosto.
Y Rossana Chahla, más allá de que finalmente pierda o gane la Intendencia, puede sentirse vencedora. La diputada tuvo la mejor performance de una candidata del peronismo en San Miguel de Tucumán desde 2011, cuando Domingo Amaya fue reelecto todavía por el oficialismo provincial.
Como contrapartida, los referentes de Juntos por el Cambio se sintieron derrotados. Y una posibilidad es que cuando se concrete el escrutinio legal, JxC retenga la Municipalidad de la capital. Sin embargo, la sensación generalizada es de derrota.
Roberto Sánchez es la cara visible de la caída de JxC en Tucumán. El concepcionense no logró cumplir las expectativas que a nivel nacional se habían puesto sobre él y terminó su sueño gubernamental con una diferencia aplastante de votos. Su rostro y abatimiento en la madrugada de hoy exteriorizaron el impacto que tuvo en él la derrota.
Germán Alfaro supo diseñar una alianza opositora con el radicalismo y con los sectores liberales de la provincia para erigirse como el gran vencedor en las elecciones de 2015 y de 2019. En esta ocasión todo indicaba que sucedería lo mismo, pero aunque finalmente retenga la Municipalidad el daño padecido es enorme. El líder del Partido por la Justicia Social se sintió incómodo a lo largo de toda la campaña en su rol de “segundo” de Sánchez. Sobre él se habían puesto expectativas de vencer con comodidad en su territorio, pero las urnas mostraron otra realidad.
Y Beatriz Ávila, aunque luego pueda sentarse en el sillón de intendenta, sufrió el arrastre hacia abajo de JxC y el tan temido corte de boleta. Es decir, no logró erigirse como la candidata del consenso dentro de la oposición y, eventualmente, deberá afrontar una gestión desde una situación de debilidad.
Mano a mano
El triunfo de ayer no despejará las internas dentro del oficialismo tucumano. Todo lo contrario, probablemente las potencie y el primer síntoma se verá con el armado de las listas de precandidatos a diputados nacionales.
Ni Manzur ni Jaldo habían querido abordar esta discusión antes de los comicios. Lógicamente, para aguardar el veredicto de las urnas y luego negociar en una relación nueva de fortalezas y debilidades. Ahora, el tranqueño puede sentirse propietario de los votos y reclamar injerencia directa en la confección de la nómina. El actual mandatario, en tanto, buscará imponer sus nombres para no exhibir la fuga del poder tan rápidamente. Además, necesita trasladar fuera de la provincia su imagen de jefe del peronismo tucumano. La presencia anoche de los gobernadores de la región y del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, van en ese sentido. El desafío para el mandatario es lograr reinsertarse en el debate nacional luego de haber perdido tanto terreno. Por lo pronto, dejó de lado las quejas contra Sergio Massa y las cambió por elogios en privado para el tigrense.
Jaldo, además, puede comenzar a proyectar una gestión con mayoría absoluta en la Legislatura -clave para no depender de nadie- y empezar a perfilar su proyecto político personal. Lo que diga finalmente el escrutinio definitivo sobre la intendencia de San Miguel de Tucumán puede incidir en sus pretensiones: no será lo mismo su gestión como gobernador con Chahla sentada en la Municipalidad que sin ella.
El peronismo no suele admitir los dobles comandos.
Replanteo
En Juntos por el Cambio se avecinan horas de replanteo. El primer paso será sostener en el escrutinio definitivo los votos para quedarse con la Intendencia capitalina. El segundo, redefinir los liderazgos.
Alfaro apostaba a un triunfo holgado en San Miguel de Tucumán para presentarse en Buenos Aires como el líder de la oposición local. Una derrota de Sánchez completaba esa apuesta. Sin embargo, esta indefinición sobre el resultado municipal le juega en contra.
Primero porque deberá dedicarse a custodiar uno por uno los votos. Segundo, porque la imagen hacia afuera no es precisamente de fortaleza y eso, en una alianza siempre al borde de la crispación como Juntos por el Cambio, es una desventaja evidente. Sánchez, al menos, tiene el consuelo de no sentirse en soledad como el padre de la derrota. Esa responsabilidad, claramente, es compartida.