En cualquier arte o disciplina, ungir al mejor de todos los tiempos es meterse en un berenjenal. Incluso dejando de lado la falacia de hablar de “todos los tiempos” (abarcando incluso a un futuro que no hemos visto), los criterios atendibles suelen ser varios, y por eso también entra a tallar la subjetividad. Sin embargo, las estadísticas son un buen punto de apoyo, y Novak Djokovic las tiene casi todas a su favor. Incluso la que puede considerarse más decisiva de todas: los títulos de Gran Slam. Al vencer en sets corridos (7-6, 6-3 y 7-5) al noruego Casper Ruud en la final de Roland Garros, el serbio conquistó su 23° major y dejó atrás los 22 de Rafael Nadal y los 20 de Roger Federer, los otros contendientes en este largo debate sobre el mejor tenista de la historia. Contra los que, dicho sea de paso, tiene récord positivo.
Por si no fuera suficiente, también son suyas otras marcas de peso, que tienen el valor agregado de haberlas conseguido siendo contemporáneo del suizo y del español. Por citar algunos: el récord de títulos de Masters 1.000, más títulos en el Torneo de Maestros (6, por ahora igualado con Federer) y ser desde ayer el único en la historia que ha ganado al menos tres veces los cuatro Gran Slam: el Abierto de Australia (10 títulos), Roland Garros (3), Wimbledon (7) y el Abierto de EEUU (3). A eso se le suman sus 387 semanas como número 1 del mundo, posición que recuperará a partir de hoy, por lo que seguirá ampliando su récord.
Y esa no es una cuestión menor a la hora de valorar los argumentos de Djokovic en esta discusión: no sólo ha pulverizado registros históricos, sino que a sus 36 años luce en plena forma para seguir compitiendo al máximo nivel por un buen tiempo más. Basta con ver la comodidad con la que derrotó a Ruud, número 4 del mundo y 12 años más joven que él. El noruego arrancó bien, ganando los tres primeros games de la final, pero una vez que el balcánico se quedó con el primer set y tomó el control del partido, ya no hubo caso: el resto de la final se jugó bajo sus términos.
Con Federer retirado y Nadal en camino a hacerlo a causa de las lesiones, “Nole” parece tener el camino despejado para seguir aumentando sus cifras en el contexto de una nueva generación que por ahora no le llega a los talones al “Big Three”, ganador de 65 Gran Slams en total.
Sólo el tiempo dirá si Carlos Alcaraz, Holger Rune, Jannik Sinner o el propio Ruud, por citar algunos de los más jóvenes, merece ser mencionado a la altura de los tres titanes del siglo 21. La camada de Daniil Medvedev, Stéfanos Tsisipas y Alexander Zverev definitivamente no.
Volviendo a Djokovic y la discusión sobre si es o no el mejor de la historia, habrá quienes sigan eligiendo a Federer o Nadal sin importar cuánto más llegue a ganar el serbio. Para muchos, la elegancia tenística de “Su Majestad” o la potencia y el corazón de “Rafa” pesan más que la cantidad de Gran Slams o la cantidad de semanas como número 1 del ranking. Todas las opiniones son válidas. Sin embargo, hay una cuestión que también juega mayormente en contra de “Nole”: su personalidad. Aunque histriónico y desfachatado, el de Belgrado suele pecar de soberbio y por ende no goza de la simpatía general que siempre despertaron el de Basilea y el de Mallorca, favorecida por la amistad que desarrollaron fuera del court a pesar de la rivalidad que los enfrentaba dentro. En ese triángulo, Djokovic siempre fue el tercero, el extraño. “Nunca fuimos amigos”, reconoció el serbio hace un par de meses. Aunque también es cierto que nunca pareció importarle demasiado quedar bien con nadie. Basta con recordar su férrea negativa a vacunarse contra el coronavirus, decisión que le costó ser excluido de varios torneos en los que era favorito, como el Abierto de Australia del año pasado.
A todo esto, ¿qué piensa el propio Djokovic sobre este candente debate? “No quiero decir que soy el mejor de la historia porque sería una falta de respeto para los demás. No soy yo el que tiene que decir eso. Cuando se habla de historia se habla de Gran Slams y semanas como número 1. Y he batido ambos récords”.
Clarito, ¿no?
Activó el modo máquina
Djokovic se consagró en París habiendo cedido apenas tres sets en todo el torneo, pese a que su gira previa en polvo de ladrillo no había sido buena. “No me sentía bien ni estaba jugando bien. Pero gané. Sé que mis rivales tienen la presión de jugar contra mí al mejor de cinco sets y eso es lo que pretendía”, expresó. Además, tuvo palabras de elogio para los otros miembros del “Big Three”: “los últimos 15 años he dedicado mucho tiempo a pensar en Rafa y en Roger. Soy lo que soy porque tanto Nadal como Federer me han empujado a mejorar”.
Por último, aseguró que se tomará un descanso para llegar de la mejor forma a Wimbledon: “no jugaré nada hasta entonces. Me dedicar a celebrar porque ha llegado el momento”.