Los partidos del oficialismo y de la oposición encienden los motores, en la antesala a los comicios que definirán las nuevas autoridades con mandato hasta 2027. Y con más de 1,3 millón de tucumanos habilitados a sufragar, habrá que esperar a los resultados provisorios de la Junta Electoral Provincial (JEP) para comenzar a delimitar el nuevo mapa político de Tucumán.
Uno de los interrogantes clave pasa por el poderío territorial que puedan desplegar las distintas fuerzas políticas.
La Constitución de 2006 dividió la provincia en tres secciones electorales: Capital (donde reside el 35% de los votantes), Este (con 24,4% del padrón) y Oeste (con el 40,6% restante).
San Miguel de Tucumán ha sido el principal bastión de la coalición de Juntos por el Cambio (JxC) en los últimos comicios. En contrapartida, el peronista Frente de Todos (FdT) obtuvo un holgado triunfo en los distritos del interior, lo que posibilitó al oficialismo retener la Casa de Gobierno y una presencia mayoritaria en la Cámara provincial.
Más allá de estos antecedentes, habrá que ver cómo inciden en el reparto del electorado los demás espacios de la oposición: Fuerza Republicana (FR), Libres del Sur, el Frente de Izquierda y Trabajadores-Unidad (FIT-U), Política Obrera (PO) y Nos Une el Cambio (NUC).
De hecho, los dos primeros partidos ya cuentan con representación legislativa, y uno de sus principales objetivos será alcanzar cargos ejecutivos en esta contienda.
Además, uno de los aspectos a analizar una vez finalizado el escrutinio provisorio será si las estrategias adoptadas por el FdT y JxC para incrementar su peso en las secciones -a priori- menos favorables dieron o no resultado.
Por ejemplo, el único distrito donde el justicialismo presenta una sola lista para la Intendencia es la Capital. En el resto de los municipios, además de su candidato “oficial”, competirán “acoples” aliados a la Casa de Gobierno. Así, el FdT intentará evitar la disgregación de electores en esta categoría y buscará centralizar sus esfuerzos para reconquistar la sede de 9 de Julio y Lavalle.
Por su parte, JxC selló alianzas electorales en el Este -con el peronismo disidente a la cabeza- y en el Oeste -apuntalados en el radicalismo-, con el objetivo de aumentar su caudal de votos en el interior. La apuesta no sólo alcanza la listas legislativas: en Juntos por el Cambio también registraron dos o más candidatos a intendente en ciertos distritos clave para el peronismo, como Alderetes y Banda del Río Salí, por lo que, si no les alcanza para arrebatar esos municipios, al menos contarán con más propuestas para “traccionar” votos a favor de su fórmula.
En la Cámara
El segundo eje clave de esta contienda será el reparto de bancas de la Legislatura.
El bloque del Frente de Todos ostenta la mayoría, con 33 de los 49 escaños. Y suma además aliados, como Hacemos Tucumán y Lealtad Peronista. Esto no sólo le asegura el quórum, sino también la aprobación de los proyectos de ley que requieren de mayoría calificada.
Por su parte, Fuerza Republicana obtuvo la primera minoría en 2019 al haber presentado una lista única. Con ello, logró ubicarse en la mesa de conducción del cuerpo colegiado, a través de la vicepresidencia segunda.
Mientras tanto, los aliados a JxC quedaron como tercer espacio en las últimas elecciones, producto del reparto de votantes entre sus distintos “acoples”.
Libres del Sur, finalmente, cuenta con un bloque unipersonal. Ahora, intentará ampliar su participación en el recinto.
En las comunas rurales
El peronismo ostenta un predominio absoluto en las comunas rurales del interior de Tucumán. Y una de las claves para el Frente de Todos será conservar estas administraciones locales.
Aunque se ubican en el tercer grado de gestión estatal, detrás de la provincia y de los municipios, los 93 distritos comunales representan más del 24% del padrón de Tucumán, con 317.384 electores habilitados.
De hecho, al menos una decena de estas localidades cuenta con más votantes que algunos de los municipios del interior.
Este listado está encabezado por Cebil Redondo (14.227 electores), El Manantial (13.769), San Pablo y Villa Nougués (11.812). Aparecen luego las comunas de Ranchillos y San Miguel (10.526 votantes), Santa Ana (9.999) y Los Ralos (9.372). Y a ellos se suman Delfín Gallo (8.306), La Florida y Luisiana (7.611), San Andrés (7.329) y Colombres (7.328).
Todas ellas tienen más electores que los municipios de Burruyacu (5.435 electores) y de Graneros (5.941). Incluso, algunas superan a Trancas (7.810), a Tafí del Valle (8.027), a La Cocha (8.463) y a Simoca (10.389).
La oposición prácticamente no ha logrado penetrar entre los ciudadanos de estos distritos.
Esto se ve reflejado por ejemplo en Anca Juli (departamento Tafí Viejo), donde la única candidata inscripta ante la Junta Electoral pertenece a las filas del Frente de Todos.
Uno de los principales desafíos para las fuerzas opositoras será incrementar su desempeño electoral en estas localidades. En definitiva, el caudal de votos que obtiene históricamente el justicialismo en el interior ha sido clave para sostener la distancia respecto a sus contendientes.