Héctor Zaraspe habita el San Martín

Héctor Zaraspe habita el San Martín

Una placa evoca al coreógrafo y maestro de baile tucumano. La semblanza de Ricardo Salim a un artista sin igual. Su trayectoria.

TRIBUTO. La placa en recuerdo al coreógrafo fue inaugurada por Martín Ruiz Torres y Ricardo Salim. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ÁRAOZ TRIBUTO. La placa en recuerdo al coreógrafo fue inaugurada por Martín Ruiz Torres y Ricardo Salim. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ÁRAOZ

Héctor Zaraspe fue mucho más que los merecidos reconocimientos y distinciones que recibió en sus 92 años de vida, como el Konex de 2000 en Pedagogía, el Grammy en 2003, Personalidad Destacada de la Cultura de la Legislatura de Tucumán y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Reconocimiento y Bendición del papa Juan Pablo II y del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz, entre muchos otros.

El nombre del maestro de maestros de la danza, fallecido el 13 de febrero en su casa de Manhattan (donde estaba radicado desde hacía décadas), excede ya la memoria colectiva y quedó inmortalizado en la noche del viernes en el acceso del teatro San Martín: una placa del coliseo de avenida Sarmiento 601 recuerda ahora su trayectoria y su paso por ese espacio.

La semblanza que hizo su amigo Ricardo Salim en el acto formal que contó con la participación de autoridades (encabezados por el titular del Ente Cultural, Martín Ruiz Torres), interesados, artistas y público, sirve de síntesis de su legado. Lo más relevante, más allá de la descripción de sus distintas etapas y premios como artista, fue su sentida referencia a la identidad de Zaraspe. “Rendimos este homenaje a un tucumano que nos representó en el ámbito de la cultura a nivel internacional; fue un caso inusual, considerando sus orígenes, sus posibilidades económicas y su formación inicial. Lo hizo con una trayectoria abrumadora, fruto de su gran personalidad y talento, con gran amor por la danza y rigurosidad en el trabajo, con gran capacidad de gestion. acompañada de una formación cultural autogestionada. Fue humilde y generoso en su trato diario, que colaboró con el desarrollo de su enorme popularidad; y leal y constante con sus amigos. Rogamos por su eterno descanso, y deseamos que esta placa sea una muestra, para las generaciones venideras de artistas y público, del orgullo de los tucumanos de hoy por sus logros”, dijo el teatrista.

Salim recordó que el coreógrafo fallecido “fue una figura reconocida internacionalmente como maestro de ballet y como director artístico de grandes compañías del mundo y de estrellas de la danza”. “Fue un gran gestor de proyectos, con una enorme capacidad de diálogo y de seducción”, destacó.

Zaraspe nació en un hogar muy humilde y siendo adolescente pidió ayuda a la Fundación Eva Perón para viajar a Buenos Aires a estudiar danza en el Teatro Colón, donde fue alumno de grandes maestros como Esmeé Bulnes, Otto Weber y Gema Castillo. En 1954 viajó a España donde vivió 11 años y se desempeñó como bailarín y maestro de la Compañía de Mariemma, con la que actuó en Europa y Oriente, evocó Salim. Allí desarrolló el proyecto del Liceo Coreográfico y Musical de Madrid y dictó clases a bailarines de la talla de Antonio El Grande, Mariemma, Antonio Gades y Rafael de Córdoba, entre otros. En 1965 llegó a Estados Unidos, donde se vinculó con el American Ballet y con la Julliard School of Music and Drama (hay un premio anual con su nombre). Su fama lo llevó a trabajar con Rudolf Nureyev y Dame Margot Fonteyn, como maestro privado. En el cine, realizó coreografías para las películas “Espartaco”, con Kirk Douglas, y “55 días en Pekín”, con Charlton Heston y Ava Gardner.

De regreso en 1974, montó con el Ballet Estable de la Provincia (entonces era dirigido por Esther Gnavi) “El lago de los cisnes”, con lo cual inició un ciclo de puestas que duró 40 años, y que además le abrió las puertas para trabajos en el Teatro Colón, recordó Salim. Maestro invitado de los Grandes Ballets Canadienses, del Nacional de Holanda, del Metropolitano de New York, del Colón, de la Ópera de Hamburgo, del Internacional de Caracas, del de Nancy (Francia) y del Gran Ballet de Ginebra, Suiza; y director y asesor artístico de la Compañía de Ballet del Teatro Municipal de Rio de Janeiro y del Metropolitano de Caracas, entre muchas otras funciones como realizador y pedagogo (recibió la Beca Fullbright para dictar seminarios en Latinoamérica).

Con el tributo eterno en el San Martín, Zaraspe rgresa a una tierra que, en realidad, nunca abandonó y que llevó a cada rincón del mundo donde entregó su arte.

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