“Un hecho sobrenatural es una emoción de cuerpo entero”

“Un hecho sobrenatural es una emoción de cuerpo entero”

Acaban de publicar La aventura sobrenatural (Seix Barral), libro en el que dan cuenta del vínculo de escritores –como Oscar Wilde, Freud, Stevenson o Yeats- con el ocultismo, las apariciones y el espiritismo.

“Un hecho sobrenatural es una emoción de cuerpo entero”
11 Junio 2023

“Yeats estaba convencido de que los muertos que viven en la insistencia de un recuerdo son el origen de lo que llamamos instintos. Nos influyen en el plano astral. Son sus amores y sus deseos los que nos empujan más allá de la razón o en contra de nuestros intereses”, escriben Esther Cross y Betina González en La aventura sobrenatural (Seix Barral). A lo largo del libro vemos desfilar a escritores que establecieron relaciones con lo oculto, desde consultas a médiums, quirománticas y experiencias sensorialmente percibidas hasta, en alguno de los casos, integrar la Logia Esotérica de la Sociedad Teosófica.

El libro nace en marzo de 2020, en los días previos al confinamiento por la pandemia y creció y se alimentó durante el mismo, ya que nos “quedamos encerradas y lo que más hicimos fue leer”, comenta Betina González y aclara qué las llevó a adentrarse en ese universo inestable y evanescente: “Con Esther descubrimos que teníamos temas en común y que leíamos autoras y autores que poca gente leía, pero sobre todo que nos interesaban las últimas décadas del siglo XIX y principios del siglo XX donde hay un auge del espiritismo y del interés por la vida en el más allá. Incluso un interés de los científicos por comprobar si había una posibilidad de que parte de la personalidad -como se decía entonces- sobreviviera a la muerte del cuerpo”.

En aquella ya lejana tarde de marzo un ¿fortuito? encuentro entre ambas les sirvió para descubrir que no era una quimera escribir sobre eso. Sobre la mesa, apareció la figura de Houdini, según recuerda González, y todo se encauzó: “yo estaba leyendo Un mago entre los espíritus, su libro, y una de las cosas que hizo Houdini fue desenmascarar a los médiums que eran farsantes, ya que usaban los mismos trucos que los magos. Le conté a Esther que estaba leyendo eso y ella me dijo ‘hagamos algo juntas’”.

-En La aventura sobrenatural encontraron una voz propia que permite en una primera lectura que pueda leerse tal como se leen cuentos o microcuentos.

Betina González: -Para nosotras era importante que no fuera un libro académico, una investigación; queríamos que fuera un libro que se pudiera leer como una novela. Son historias reales pero lo real se puede contar con las mismas técnicas de la ficción.

Esther Cross: -También nos interesaba transmitir, casi como en trance, la vida de la lectura que a nosotros nos entusiasmaba, ese clima especial de lectura que compartimos durante la pandemia. Teníamos muchas lecturas encima, y a pesar de que las dos somos muy nerds, no nos sentamos a armar una pila de saber y, desde ese saber acumulado, después sentarnos a escribir. Eso quizás hubiera dado un texto más pesado. Me parece que la escritura registra ese entusiasmo de ir comentándonos entre nosotras lo que leíamos.

B.G: -Hay algo de esa pasión, creo que es un libro luminoso. Estar encerradas en la pandemia leyendo esto nos alentaba a contar historias de personas que habían perdido a seres queridos, que habían pasado por experiencias terribles de desencuentros y encontraban en este reino de la posibilidad de lo sobrenatural una forma de cuestionar la vida y la muerte y para qué estamos en el planeta. Encontramos una conexión filosófica y psicológica con esos autores.

-El libro además del universo sobrenatural que propone también sirve de excusa para hablar de obras y de autores.

E.C.: -En parte era la intención. Algo que nos importaba mucho era dar a conocer y transmitir, hablando de ocultismo, esas vidas y obras.

B.G.: -Lo que llama la atención es que de autores como Wilde o Yeats no se conoce tanto su obsesión con estas preguntas sobre el ocultismo, la magia, el más allá. Pensamos que era una buena oportunidad para contar esas historias que no se contaron porque los críticos o investigadores de esta literatura están más enfocados en otros temas. Y también aparecen las vidas de mujeres, autoras, artistas, que tampoco fueron contadas por la forma en que funciona el canon literario más patriarcal.

-El no transitar algunas zonas tiene que ver con el doble juego de atracción y de espanto que provoca lo sobrenatural.

B.G: -Un sentimiento espeluznante. Hay una parte del libro en la que cuenta cómo Vernon Lee trataba de definir esa emoción de estar frente a un hecho sobrenatural, que es una emoción -dice ella- de cuerpo entero. Como si de repente algo impacta en el cuerpo y no lo percibieras con los sentidos que conocés. Como si se erizara todo el cuerpo. Eso me parece un logro de esta escritora.

-En el siglo XIX lo sobrenatural tenía mucha injerencia sobre la vida de las personas. ¿Es posible pensar una influencia similar en los días que nos tocan vivir?

B.G.: -Creo es que este comienzo de siglo también se hace las mismas preguntas. No son preguntas que se contestaron. Se ve cada vez más que el discurso científico más tradicional, más positivista, no tiene respuesta sobre esto. Tengo alumnas muy jóvenes que se vuelven a interesar por la brujería y hacen rituales. La brujería en el sentido feminista de conectarse con la naturaleza. No es algo religioso sino una manera de conectar con la naturaleza y con otro estilo de vida que no sea el consumismo capitalista, que genera muchísima angustia y enfermedad mental. Sigue habiendo una necesidad de pensar estilos de vida distintos.

-Una pregunta casi obligada: ¿ustedes han tenido algún tipo de experiencia sobrenatural?

E.C.:- Bueno… Betina, ¿te acordás de aquella tarde que levité? (risas)… Por quedarnos en lo estrictamente literario, a mí me llama mucho la atención, y acá generalizo para no quedar sola en la respuesta, con colegas que han dicho en forma anónima cómo a veces al escribir se producen algunas situaciones que, sin explicación racional, tienen que ver con una anticipación de sucesos. Quizás porque, al escribir, una está fuera de la temporalidad y del registro de lo cotidiano y de alguna manera está conectada con la personalidad con mayor profundidad, anticipando lo que una misma va a hacer. Y eso tal vez está captando señales, como pasa también con los sueños, sin que eso tenga que ver con la brujería en el sentido supersticioso de la palabra sino en otro sentido. Pero no tuve ninguna experiencia espectacular.

-¿Hoy la ciencia está muy alejada de lo sobrenatural?

B.G.: -No está cerca como estaba en ese momento. Como (John) Dalton, que era tan cientificista que creía que todo se podía probar o testear. Tiene un texto donde trata de comprobar si la plegaria es efectiva. Si rezar por una persona enferma -para que no muera o se cure- tiene alguna efectividad. Astutamente, recurre a la estadística. Empieza por los reyes, por quienes se obliga a los niños a rezar en el colegio… Si creo que no hay reino que la ciencia no pueda interrogar, no quiere decir que sea la única forma de producir conocimiento. Hay conocimiento que se produce a través de la filosofía y a través de la literatura también.

PERFIL

Esther Cross publicó dos libros de entrevistas, uno con Bioy Casares y otro con Borges, en colaboración con Félix della Paolera; las novelas Crónicas de alados y aprendices, La inundación, El banquete de la araña, Radiana, La señorita Porcel y La mujer que escribió Frankenstein, y los libros de cuentos La divina proporción, Kavanagh y Tres hermanos. Recibió los premios Fortabat, First, Siglo XXI, Regional y Municipal, entre otros, y las becas Fulbright y Civitella Ranieri.

Betina González es autora de las novelas Arte menor, Las poseídas, América alucinada y Olimpia. También publicó el libro de ensayos La obligación de ser genial y la colección de cuentos El amor es una catástrofe natural. Ganó los premios Clarín, Tusquets y Fondo Nacional de las Artes, entre otros. Enseña literatura y escritura en la UBA, en la Maestría en Escritura Creativa de la Untref y en la Universidad de Nueva York.

Por Flavio Mogetta - PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

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