Cuando Fredy cumplió los 72, sus hijos empezaron a preocuparse cada vez que él planeaba un viaje largo en auto. “Papá, es muy arriesgado. Mejor andá en colectivo o en avión”, le dijeron la última vez, en 2019. Sin embargo, Fredy se negaba a dejar el volante. Por eso, decidieron llevarlo al médico. Aunque el doctor les informó que Fredy todavía estaba apto para conducir, debía hacer controles periódicos, ya que podía empezar a perder algunas capacidades y habilidades.
A fines del año pasado, Alfredo salió como siempre en su vehículo a hacer unos trámites en el centro. Al mediodía, tuvo que pedirle ayuda a uno de sus hijos. No recordaba dónde había dejado estacionado el rodado. “Lo buscamos dos horas, recorriendo varias calles. Desde entonces, no lo dejamos salir más en el auto. Tuvimos una pelea muy grande con él, porque no quería entregar las llaves. Lo llevamos al médico y le diagnosticó demencia”, cuenta Luciano.
Fredy (su apellido no se publica por pedido de la familia) no es el único. Como su caso hay muchos. Los expertos aseguran que ayudar a los adultos mayores a dejar el asiento del conductor es una tarea muy difícil, más en tiempos en los que la población envejece y los adultos mayores tienen una gran cantidad de actividades.
La subdirectora de Licencias de Conducir del municipio capitalino, Silvia Gallardo, cuenta que a menudo escuchan testimonios similares a los de la familia de Alfredo. Según explica, la edad en sí no es un obstáculo para manejar un vehículo, ya que lo importante es revisar la capacidad real de cada conductor. “Es fundamental hacer una evaluación completa: psicológica, auditiva, oftalmológica y clínica, porque cada persona es diferente”, señala.
La Ley Nacional de Tránsito no pone límites de edad para manejar. Sin embargo, desde los 65 años en adelante establece que disminuye la cantidad de años por los que se puede obtener una licencia. A partir de los 70, se la debe renovar cada año, previo examen médico y psicológico.
“Nosotros lo que hacemos, a los 65 años, es tomar una reevaluación teórica y práctica para ver si esa persona sigue teniendo los reflejos necesarios. Si ha perdido la capacidad de reacción, no le podemos otorgar el permiso”, remarca. No todo el mundo envejece de la misma manera, por lo que no hay reglas generales para determinar hasta qué edad se puede conducir.
Según Gallardo hay una responsabilidad que tienen los familiares y también los médicos. Algunas señales que dan cuenta de la necesidad de bajarse del auto y someterse a exámenes médicos son: si hubo choques en el último año, si hay infracciones reiteradas o quejas constantes y episodios de olvidos.
“No solo la vista y la audición se deterioran. Hay enfermedades, como el parkinson, la demencia o el alzheimer que hacen que ya no sea seguro conducir y hay medicamentos que provocan somnolencia, aturdimiento y pérdida del estado de alerta normal. Todos ellos son efectos secundarios que potencian el riesgo de manejar. La visita al neurólogo es esencial antes de sacar el carnet”, remarca Gallardo.
Un informe de la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en las Carreteras (Nhtsa, por sus siglas en inglés) señaló ocho afecciones médicas que están relacionadas con el deterioro de la capacidad de manejo para los conductores mayores. Entre ellas se menciona:
- Demencia
- Glaucoma
- Diabetes
- Encefalopatía hepática
- Degeneración macular
- Apnea obstructiva del sueño
- Enfermedad de Parkinson
- Accidentes cerebrovasculares (ACV).
Según Nhtsa -agencia que depende del gobierno de EE.UU.-, la tasa de accidentes de los conductores mayores con demencia leve es más alta que la de los grupos de control de adultos mayores sanos.
Riesgos
¿Cuáles son los riesgos de seguir conduciendo después de cierta edad? El mayor peligro es que puedan protagonizar accidentes.
La limitación no la imponen los números de años, sino la pérdida de las funciones, sostiene Pedro Erazo, instructor de manejo de la Fundación Conciencia al Volante. No obstante, señala que hay cosas inevitables que nos traen el paso de los años: van disminuyendo sus sentidos, se van perdiendo los reflejos, las reacciones son más lentas, ya no coordinamos los movimientos como antes ni vemos igual a la distancia. Por eso, el experto no recomienda manejar mucho más allá de los 70 años. Aunque aclara que hay personas que a los 80 todavía tienen buenos reflejos.
Estadísticamente, los conductores de más de 65 años están involucrados en menos accidentes que los más jóvenes. Según las estadísticas de la Agencia Nacional de Seguridad vial, el 44% de los accidentes son protagonizados por hombres de entre 14 y 34 años. El 6% de los que chocan tiene de 65 a 74 años y solo un 3%, 75 años o más. Algunas explicaciones son: a mayor edad hay una mayor madurez y los conductores suelen ser menos temperamentales, menos arriesgados y más respetuosos de las normas de tránsito.
No obstante, los estudios también muestran que los conductores mayores tienen menos probabilidades de sobrevivir a un choque severo.
Consejos
Cada vez más personas de la tercera edad quieren seguir manejando, incluso pasando los 80 años, cuenta Gallardo. Conducir les da independencia y libertad. Sin embargo, cuando por cuestiones médicas, ya no es posible sentarse frente al volante, hay que ayudar a un ser querido en esa transición. ¿Cómo se puede hacer? La psicóloga experta en tránsito da algunos consejos: “a veces es la conversación más difícil que una familia puede tener, por eso una consulta al médico es fundamental y que sea el profesional el que le indique la prohibición de manejar”. También se puede buscar ayuda psicológica si se deprimen. Y es importantísimo pensar en alternativas de transporte para que no pierdan la vida activa que tenían.
Al hablar con ellos hay que tener cuidado y ser comprensivos porque seguramente se pondrán a la defensiva y se enojarán. Los especialistas sugieren evitar la confrontación y usar mensajes como “tengo miedo de que pueda pasarte algo” en lugar de “ya no podés manejar”. Asimismo, lo ideal es poner el foco en la aptitud del conductor y no en la edad. Decirles, por ejemplo, que les está costando ver de noche o cuando llueve, o que el tránsito está cada vez más inseguro, lo cual también es cierto.