Julio Chávez: el arte de contar un cuento particular y complejo
“Yo soy mi propia mujer” es la versión local de la obra de Doug Wright que subirá a escena hoy, a las 20, en el teatro Mercedes Sosa. La protagoniza y la dirige el destacado actor, que la estrenó hace 17 años en Buenos Aires, y que ha recibido varios premios desde entonces.
Dicen que no hace falta nadie más sobre el escenario, dada la dimensión actoral del único protagonista de “Yo soy mi propia mujer”, que sube a escena hoy a las 20 en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479).
La obra de Doug Wright, versión de Fernando Masllorens y Federico González del Pino, es asunto privativo de Julio Chávez, quien habló con LA GACETA.
- ¿Qué tiene la obra, que ha sido tan representada desde su estreno en Broadway, en 2003?
- Tiene la particularidad de que la puede hacer el mismo intérprete a los 40, 50, 60 u 80 años, una posibilidad que se da en muy pocas obras. El material es un actor que cuenta toda una historia que se puede contar en diferentes momentos de su vida. Ese es uno de los motivos, a la par de la calidad y complejidad de la partitura. Para un intérprete son muy buenas excusas como para revalidar puntos de vista, rever decisiones anteriores y además capturar nuevos espectadores que han crecido o que no la vieron. Han pasado 17 años desde el estreno; hay espectadores de esa edad que recién habían nacido. Es una linda posibilidad de volver a contar un cuento tan lindo, tan particular y tan complejo para el oficio, porque tiene su complejidad desde el punto de vista de la ejecución. Y eso me mantiene atento, despierto, y me permite revalidar, chequear y acercar nuevamente a la sociedad este material para que hagan la vivencia.
- Es una vida muy particular, ¿se la juzga?
- El espectáculo no intenta establecer valores ni juzga moralmente: sólo muestra una historia de vida para que cada uno salga y exprese su parecer.
- Desde el estreno, el contexto político global y el social, en la temática LGTBIQ+, no son los mismos. ¿Cómo se lleva la obra, escrita hace 20 años?
- Es cierto que hay modificaciones, y también hay obligaciones políticamente correctas de manifestarte modificado, pero habría que ver cuántos cambios han operado realmente en la sociedad. De todas maneras es importante saber que el asunto está sobre la mesa. Y lo más importante para mí es que el asunto esté expuesto. Después tardará un año más, un año menos; la sociedad hará su proceso; se verá cómo digiere ese nuevo elemento. El tema es que el elemento sea visible. Hace 18 años esto no sucedía.
- Hablaste de la partitura. Ahora, que además de actuar, dirigís, lo hacés con la partitura de de Agustín Alezzo? ¿Qué cambiaste?
- Trabajamos juntos en 2006. El trabajo de Agustín es hermoso y no necesita correcciones. Sí tomé algunas decisiones desde el punto de vista del espacio, porque a medida que avanzamos necesitamos más luz para ver. Antes el espectador podía distinguir entre las tinieblas, pero hoy no tiene ganas de que haya tinieblas. Pareciera que la tecnología alienta al menor esfuerzo. También pasa con el sonido: antes la TV se escuchaba a bajo volumen; hoy no es así. También tomé decisiones con palabras del texto, tras descubrir que alguna es hermética y no es directa; son asuntos pequeños que se van corrigiendo. Pero el material es ese; la puesta es muy similar a la de 2006 y de 2016.
- ¿Cómo estás tras haber estrenado, en 2022, tu ópera prima, “Cuando la miro”, con tu guión y dirección, que protagonizás junto a Marilú Marini?
- Es una gran proeza y una alegría haber podido hacerla. Una película tiene procesos muy extensos, diferentes de una obra de teatro. Me llevó varios años; hice el guión con Camila Mansilla, con quien trabajo desde hace tiempo. Hemos tenido el apoyo de una producción, la hemos podido hacer. Después viene otra alegría, cuando la ves y es un conducto que te gusta como para haber contado lo que quisiste. Concretamente, muchas cosas de la película están muy acertadas, y eso tiene que ver con compañeros excelentes en luz, sonido, arte y compaginación, entre otros.
- Hacés teatro, cine y TV. Pregunta recurrente: ¿dónde te sentís más a gusto con el oficio?
- Entiendo que hay una carrera o un tránsito en la vida que determina que se ha estado más cómodo allá o acá. En mi caso, he estado más cómodo y con almohadones de plumas en los tres ámbitos, y también con cardos con pinchos profundos en los tres. Pero tanto las plumas como los cardos, y más los cardos, me han dado un oficio del que estoy enamorado. Puedo estar con gusto en cualquiera de los tres y puedo también entender las dificultades, y me pueden traer gustos o disgustos. Pero no soy un actor que diga “soy un actor de teatro, de cine o TV”. Más: cuando me empecé a formar, en el 74, los actores expresaban su preferencia por el cine, el teatro o la TV. Y en el Conservatorio, si llegabas a hacer un programa de TV te echaban, porque los actores del teatro General San Martín no podían hacer televisión, salvo cuando se los filmaba para Canal 7, en especiales de teatro, sino, no.
- ¿Cuánto han cambiado esas condiciones?
- Todo eso ha cambiado enormemente. Tanto, que hace 17 años, cuando empecé a trabajar con más asiduidad en series, advertí que extrañaba menos el cine, porque a partir del 2000 se asemejó mucho la técnica cinematográfica con la de series. Independientemente de la discusión entre si una serie es arte o no, desde el punto de vista de la mecánica, del clima de trabajo, es lo mismo. Tanto es así que empecé a encontrar colegas del cine en las series y colegas de las series que empezaban a ser técnicos de cine. Y hoy por hoy se ve en las plataformas que las series están compitiendo con el cine: la factura de lo que puede ser una serie considerada buena es la misma que la de un largometraje.
Tercera temporada
La vida de la Berlinesa Charlotte Von Mahlsdorf
En Argentina “Yo soy mi propia mujer” se estrenó en 2007, y tuvo una segunda temporada en 2016, protagonizada por Julio Chávez y dirigida por Agustín Alezzo. Fue reconocida y multipremiada con el Premio María Guerrero, ACE y ACE de Oro 2007, entre otros galardones. La obra se basa en la vida de Charlotte von Mahlsdorf, nacida en Berlín Oriental. Desde muy pequeña se sentía atraída por la ropa de niña y se autopercibía como tal. Luego de un violento suceso familiar terminó condenada en la prisión de jóvenes. Al ser liberada, fue conocida por coleccionar y vender relojes, fonógrafos y muebles antiguos de la época de Wilhelm II. Von Mahlsdorf se mostraba abiertamente travestida, pero pudo sobrevivir al régimen nazi y posteriormente al comunismo.