¿Quiénes pueden cubrirse frente a tanta inflación?

¿Quiénes pueden cubrirse frente a tanta inflación?

Los trabajadores registrados tienen mayores probabilidades de cobertura a través de las paritarias. El 44% de los ingresos de familias vulnerables van a alimentos y a indumentaria.

¿Quiénes pueden cubrirse frente a tanta inflación?

El comportamiento de la inflación desnuda los grandes problemas socioeconómicos de la Argentina: una mayor desigualdad entre los distintos estratos sociales. Si bien en Tucumán, la Dirección de Estadística de la Provincia había calculado que la diferencia de los ingresos de las familias más ricas respecto de las más pobres era equivalente a 11 veces, el incremento constante del precio de los alimentos puede ampliar esa brecha, además de incrementar la tasa de pobreza que, al cierre de 2022, alcanzaba al 43,5% de la población urbana.

Ahora bien, ¿cómo impacta la canasta de consumo, el trabajo y la evolución de los ingresos en las distintas capas sociales? Ecolatina realizó un ejercicio en cuanto a la situación que se le presentará a las familias argentinas a partir de una inflación de tres dígitos que se vislumbra hacia el cierre de este año.

• Los sectores de menores recursos económicos destinan una mayor proporción de su ingreso al consumo de alimentos y bebidas: dentro de la canasta del 40% de los hogares más pobres, los alimentos representan en promedio el 32% del consumo, mientras que para el otro 60% de las familias de mayores ingresos este rubro explica el 21% del gasto, porque hay más gastos en artículos para el hogar, educación, esparcimiento o salud.  

• El crecimiento dispar de algunos rubros del Índice de Precios al Consumidor (IPC) respecto de otros puede profundizar la regresividad de la inflación (afecta en mayor medida a quienes destinan una mayor proporción de sus ingresos al consumo) o, por el contrario, o darle un carácter menos regresivo.

• Lo mismo ocurre con los ingresos laborales: en los sectores más pobres hay una mayor proporción de asalariados informales y cuentapropistas (en el 10% de los hogares más pobres, 7 de cada 10 trabajadores corresponden a una de estas categorías), mientras que, en contraste, en los más ricos la mayor parte de los trabajadores son formales (75% para el 10% más rico). En este punto es relevante detenerse, toda vez que entre 2019 y 2022 más del 70% del nuevo empleo generado por la economía fue informal y cuentapropista.

En función de este comportamiento de la economía hogareña, ¿cómo ha venido evolucionando la inflación entre los distintos sectores sociales? ¿y el poder adquisitivo de los salarios?  

El punto de partida puede darse en función de los extremos de la pirámide socioeconómica argentina. Ecolatina explica que, mientras el gasto en alimentos y bebidas e indumentaria representa casi la mitad (44%) del gasto del 10% de los hogares más pobres, pero en los hogares más ricos estos dos rubros explican menos de un 20%.  

Con la estampida inflacionaria de los primeros cinco meses no hizo más que profundizar el impacto de esos aumentos en los hogares menos pudientes. Si se toma tan sólo la evolución del IPC de los cuatro primeros meses, se observa que la tasa general fue del 32%,  mientras que los alimentos y bebidas aumentaron más de 41%. Por esta razón, señala la consultora, los alimentos y bebidas explicaron casi la mitad de la inflación de los hogares más pobres (48,3%) en lo que va del año, mientras que para el decil más rico la incidencia fue de 20,4%. En los sectores de mayores ingresos la inflación se explicó en mayor medida por los mayores aumentos en Educación y en Restaurantes y Hoteles, que tienen un mayor peso en las canastas de los hogares más ricos.

En igual sentido, la actualización en las tarifas de servicios públicos (gas, electricidad, agua y transporte público) que se viene efectuando desde fines de 2022 tiene asimismo un componente regresivo en materia de precios: su consumo es ineludible y representa un porcentaje mayor del gasto de los hogares de menores recursos (explica 15% de la canasta del primer decil y 10% del más alto). “Si bien la tarifa social está operativa, protegiendo a las familias de los primeros deciles, la porosidad de la segmentación (hogares que no se inscriben, fallas en la implementación) hace que este sea un problema adicional para algunos de los hogares de menor ingreso”, advierte el diagnóstico privado.

Disparidad de ingresos

La baja del poder adquisitivo también ha sido dispar, tomando como referencia los ingresos laborales de las familias. Según la consultora, el resultado más favorable para las familias de mayores ingresos está explicado en gran medida por la dinámica de los trabajadores públicos -en marzo sus salarios crecieron 16,3% mensual según el Indec-. “Si su desempeño hubiese sido igual al de los trabajadores registrados ese mes (+7,9%), en el primer trimestre todos los deciles hubiesen sufrido una pérdida real de los ingresos laborales”, puntualiza. 

A su vez, los hogares de menores ingresos no solo se vieron relativamente más golpeados producto de la aceleración de precios, sino que también fueron los que peor resultado tuvieron respecto del salario. El resultado empeora si consideramos la variación interanual. “En este caso -plantea el reporte-, todos los sectores menos el más rico presentan una pérdida real, que trepa a casi a 5% en promedio para el estrato bajo y se ubica en la zona de una baja del 1,3% promedio para los más altos”, acota.  

¿Cómo cierra el año?

Ecolatina proyecta que el comportamiento de la inflación más las pujas salariales que se darán en distintos ámbitos laborales plantean escenarios diferentes.

• En cuanto a los precios, la probabilidad de que los alimentos sigan aumentando a un mayor ritmo en los próximos meses no es menor, teniendo en cuenta la sequía que afecta la oferta de frutas y verduras, sumado a un acotado impacto del programa Precios Justos para mantener contenidos a los alimentos frescos, como mostramos previamente. Esta suba debería aminorarse durante el invierno, aunque no se descarta que el carácter regresivo de la inflación se acentúe en los próximos meses.

• Por el lado de los ingresos, quienes disponen de mejores mecanismos para afrontar una eventual aceleración de la inflación son los trabajadores registrados, a través de los acuerdos paritarios.  

En este escenario se plantea un gran dilema: se profundiza la necesidad de aumentar los ingresos no laborales (asignaciones, jubilaciones y pensiones, etc.), que son determinantes en los presupuestos de los hogares más pobres: en el 20% de los hogares más ricos el 80% de los ingresos proviene del mercado de trabajo, mientras que en el 20% de las familias más pobres esta proporción cae al 65%.  

Además, sumerge al Gobierno en una paradoja de cara a las elecciones: su mayor caudal de votos se concentra en hogares con menores ingresos, y no se espera que puedan crecer las políticas de ingresos para dar una recuperación importante al mayor deterioro en el poder adquisitivo de esos sectores, teniendo en cuenta la necesidad de un ajuste real del gasto frente a la escasez de financiamiento y al acuerdo con el FMI.

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