La leyenda de Domingo Cavallo y la deuda

La leyenda de Domingo Cavallo y la deuda

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De vez en cuando, y sobre todo en los últimos días, Domingo Cavallo recibe críticas en discursos del oficialismo nacional. Algunas más directas, otras no tanto, aunque la referencia al “economista de ojitos claros” (¿no debería decir el INADI que es estigmatizante referirse a alguien de manera crítica o despectiva identificándolo por el color de sus ojos –o su cabellera?) es, valga la redundancia, clara. Cavallo recibe palos por diversas acciones desde sus puestos de responsabilidad pública, entre ellas que en los 80 del siglo XX estatizó la deuda privada y así ayudó al hundimiento (o “la entrega”) del país. Pues bien, eso es una leyenda, no una realidad. En todo caso, quien estatizó, y sólo parte, de la deuda privada fue Julio César González del Solar.

Vaya una incompleta aproximación inicial. Una persona debe pagar un servicio y llama a un cadete para que lo haga, entregándole dinero en efectivo. El cadete tiene crédito en su tarjeta pero necesita efectivo para gastos en los que no puede usar el plástico. Entonces paga el servicio usando su tarjeta y se queda con el efectivo. Así, aumentó la deuda del cadete. ¿Puede decirse que se “cadetizó” la deuda del cliente? ¿Que el cadete se hizo cargo de la deuda original? No. El cliente pagó su deuda pero por una cuestión financiera el cadete tomó otra. Parecida al ejemplo fue la estatización de la deuda privada, aunque con distorsiones contra el Banco Central y el gobierno.

Hay que tener en cuenta que en una economía intervenida los agentes económicos nacionales no operan directamente con dólares en sus transacciones internacionales. La toma de deuda pasa por el BCRA y el argentino recibe pesos, así como para pagar el argentino lo hace en pesos y el Central entrega los dólares. Lo que ocurrió en 1982 fue disponer que los deudores privados pagaran su deuda usando pesos y que el Central en vez de girar dólares entregara al acreedor títulos públicos. De esta manera, el sector privado pagó su deuda y el Estado tomó otra. Hasta ahí, no hubo asunción estatal de obligaciones privadas sino que por problemas con la variación de reservas el Banco Central no pudo cumplir su papel de intermediario cambiario. Pero no es lo mismo que la historia del cadete porque hay un olvido en el resumen: los seguros de cambio.

Este mecanismo asegura una cotización de la divisa extranjera cubriendo así contra una devaluación pues quienes tomen créditos en dólares pueden encontrase con subas en el monto en pesos a pagar imposibles de cubrir. Por ejemplo, entre junio de 1980 y junio de 1981 el precio oficial del dólar subió un 136 por ciento (en el mercado negro, 309 por ciento). Parece difícil que una empresa pudiera tener un incremento semejante de ganancias como para devolver los dólares. Entonces, en junio de 1981 el BCRA, conducido por Egidio Ianella (el ministro de Economía era Lorenzo Sigaut, con el general Roberto Viola como presidente de la Nación), dictó la comunicación A31, primera sobre los seguros de cambio, que estableció un mecanismo por el que a la fecha de vencimiento el deudor pagaría por los dólares una cotización menor a la oficial. Eso implicó un subsidio del Banco al deudor que estresó las reservas en dólares pues los pesos a cobrar no le permitían reponer las divisas a girar.

En julio de 1982 asumió Cavallo la presidencia del Central (José María Dagnino Pastore ministro de Economía, general Reynaldo Benito Bignone presidente de la Nación) y lanzó un nuevo régimen de seguros por el que el dólar tendría un ajuste mayor al previsto con las condiciones anteriores. Esto es, redujo el subsidio aliviando las reservas del BCRA. Pero en agosto de 1982 fue sustituido por González del Solar (Jorge Wehbe ministro de Economía, Bignone presidente de la Nación) quien volvió al régimen anterior y en noviembre de 1982, comunicación A251 mediante, dispuso que en vez de dólares por los pagos de la deuda privada se entregaran al acreedor títulos del gobierno nacional emitidos en dólares y se fijaran nuevos plazos y cuotas. Lo estatizado, entonces, corresponde en realidad a la parte subsidiada. Y si lo dispuesto por Cavallo se hubiera mantenido, el subsidio se habría reducido y las reservas habrían sufrido menos.

¿Por qué la leyenda contra Cavallo? Tal vez por su exposición. Pocos recuerdan a Ianella, quien presidió nuevamente el Banco Central en 1989, con Carlos Menem como presidente de la Nación y Néstor Rapanelli como ministro de Economía, y falleció en 2001. González del Solar, por su parte, siguió en el BCRA hasta diciembre de 1983 y murió en 1991. Además, Cavallo fijó tasas de interés para créditos domésticos a empresas por debajo de la inflación. Juan Carlos de Pablo estimó que durante la vigencia de la medida hubo una licuación del 40 por ciento. Tal vez eso también haya sumado a la confusión.

Claro, se dirá, se está obviando la “causa Olmos”, llevada por el juez Jorge Ballestero. En ella, a instancias del periodista Alejandro Olmos, se analizaron, por ejemplo, los circuitos de endeudamiento aduciendo que empresas argentinas habrían tomado créditos en firmas del exterior que serían creación de las mismas empresas nacionales como si fueran independientes para luego favorecerse con la diferencia entre las colocaciones en pesos y la variación del tipo de cambio, previsible gracias a “la tablita” de devaluaciones preanunciadas.

Un carry trade. Los dólares que se comprarían relativamente barato al BCRA podían, por ejemplo, provenir del endeudamiento innecesario de empresas públicas, se sostuvo en el proceso. La causa se cerró en julio de 2000 con el sobreseimiento por prescripción de José Alfredo Martínez de Hoz, ministro de Economía entre 1976 y 1981. Pero lo estudiado fue el endeudamiento durante esa gestión, en la que Cavallo no participó.

En resumen, Cavallo cometió errores en su paso por la gestión pública pero justo la estatización de la deuda no fue uno de ellos

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