En medio de tanta inflación, el Gobierno apela a herramientas financieras que causen alto impacto en la economía familiar, pero cuyos efectos son tan efímeros como el paso de los billetes por la billetera del caballero y la cartera de la dama. Es que el dinero en mano quema porque los precios de los productos de alto consumo se modifican de un día para el otro y la principal estrategia de cobertura es el consumo anticipado, ese que nos lleva a adquirir mercadería no perecedera. En esa orientación, y al menos hasta que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) le de un respiro a los argentinos, las autoridades buscan darle más disponibilidad de fondos a los empleados públicos. Es lo que en tiempos de la gestión del presidente Alberto Fernández se ha denominado el “Plan Platita”.
La frase fue atribuida en su momento al ex ministro de Salud bonaerense y actual diputado, Daniel Gollan, cuando en medio de otra puja electoral, lanzó aquella polémica frase: “en los barrios la gente dice que las fotos con un poco más de platita en el bolsillo serían otra cosa, no hubieran molestado tanto”, en referencia al caso del cumpleaños de la primera dama, Fabiola Yanez, en la Quinta presidencial de Olivos en medio del aislamiento social obligatorio por la Covid-19. Esa polémico se desató justo en el momento en que Juan Manzur dejaba transitoriamente la gobernación de Tucumán para convertirse en jefe de Gabinete de la Nación. Veinte meses después, tras su paso por la Casa Rosada y retomando el último tramo de su segundo mandato, Manzur apuesta a crear su propio “Plan Platita” para activar el consumo en Tucumán y contribuir a la expansión de las ventas comerciales antes de la convocatoria provincial a las urnas, previstas para el 11 de junio. La noche del miércoles, el mandatario provincial anunció que anticipará los aumentos salariales acordados en paritarias y, además, otorgará un bono extraordinario, por única vez, de $ 20.000 por cada uno de los 110.000 agentes del sector público tucumano. Sumando estas mejoras a la planilla salarial, el Poder Ejecutivo estima que volcará esa suma al circuito financiero local hasta antes del Día del Padre. Si bien el anuncio fue acompañado por los principales referentes del sindicalismo estatal, hay sectores que no están conformes con el ofrecimiento al que consideran insuficiente para acompañar el ritmo inflacionario. Manzur había advertido que esta propuesta se encuadraba en torno de lo que el Estado podía recomponer sin comprometer en demasía las finanzas públicas. “Es lo posible”, enfatizó.
Pero el “Plan Platita” durante junio no se circunscribirá tan sólo a lo que el Estado provincial pague como salarios que, sumado a los compromisos de junio, la disposición dineraria ascenderá a la friolera de $ 110.000 millones. A ello habrá que sumar alrededor de $ 30.000 millones más que sería el movimiento salarial y del aguinaldo en el sector privado hasta el cierre del semestre; otros $ 25.000 por las obligaciones en el pago de haberes jubilatorios, pensiones y varios programas sociales. Por si esto fuera poco, también hay que tomar en cuenta los recursos que los distintos frentes electorales dispondrán para movilización y para control en los comicios. Una estimación posible del dinero que los postulantes a cargos electivos volcarán al circuito financiero supera los $ 12.000 millones, tomando en cuenta las proyecciones realizadas por las distintas fuerzas políticas. De esta manera, en solo un mes circulará en la provincia una suma que es equivalente a dos y media o tres veces la disponibilidad de un mes en condiciones normales. Más consumo. Más platita dulce (cerca de $ 177.000 millones sólo en junio), como diría una ministra del gabinete provincial.
Hasta aquí la danza de los millones. Sin embargo, se plantea un inconveniente operativo que será difícil de sortear para las entidades financieras y para el sector privado, especialmente las industrias azucarera y citrícola, por las quincenas que se abonan los sábados: la falta de disponibilidad de billetes. Los cajeros automáticos no dieron abasto durante los días previos a la frustrada convocatoria del 14 de mayo. Nada impide que ese escenario se repita, ya que la mayor parte de los estatales no están acostumbrados a usar otros medios de pagos, mientras que los cosecheros cobran su jornal en efectivo, por lo que los industriales ya están acumulando fondos.
En la city cada vez hay más cheques para canjear porque la suspensión de los comicios de este mes, dispuesta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha significado gastos inesperados para las coaliciones. “Nos mató la suspensión. Estamos altamente endeudados y ahora hay que buscar plata debajo de las piedras para llegar al 11 de junio”, confesó a LA GACETA uno de los candidatos a gobernador que no tienen tanta disponibilidad de dinero como sí cuentan aquellos que tienen responsabilidad de gestión. Manzur se sentó otra vez sobre los fondos a la espera que el escenario aclare. En Juntos por el Cambio tampoco le imprimen demasiado ritmo a los movimientos proselitistas, mientras esperan más asistencia de los referentes nacionales para el último tramo de la campaña. A la fuerza, la política se sube a la austeridad preelectoral hasta la semana previa al turno electoral.
Los riesgos
¿Cuál es el riesgo de apelar al denominado Plan Platita? El economista Eduardo Robinson explica que, en medio de una mayor expansión del gasto público en todos los estamentos del sector público (nacional, provincial y municipal), la catarata de pesos que se pondrá en circulación, a través del pago de salarios, jubilaciones y planes sociales, puede contribuir a potenciar la presión sobre los precios. “Más dinero no es más riqueza. Al contrario, en una economía estancada, con magros niveles de inversión, impulsar el consumo es sólo aumentar la inflación”, advierte el consultor.
El gobierno, en este caso el provincial, sigue la receta fracasada de las política económica nacional, puntualiza. “Insiste con el Plan Platita, que es ponerle combustible a los precios”, acota.
Según Robinson, la mejor forma de alentar el consumo es reducir la inflación. “Pero, se insiste con este esquema inflacionario que sólo genera pobreza, falta de crecimiento y desarrollo. Es probable que mayo cierre con una inflación de dos dígitos y que junio siga ese mismo sendero”, estima. Por esa razón, considera que en la economía en general “predomina la visión miope, el cortoplacismo, confundiendo creación de riqueza con ilusión monetaria”.
¿Qué pasará después de las elecciones provinciales? En el Gobierno consideran que habrá una inyección extra de dinero a la economía tucumana con la temporada turística invernal, mientras que el receso contribuirá a disminuir los gastos en los hogares. El segundo semestre se muestra con algunos signos de ajustes en el sector público, algo que deslizó el propio ministro de Economía, Sergio Massa, en su renegociación del acuerdo con el FMI. En ese aspecto, el ajuste del gasto público será inevitable. Frente a esta realidad, Manzur gestionó una línea de financiamiento federal de entre $ 15.000 millones y $ 30.000 millones para cerrar el segundo mandato. ¿Qué pasará después de octubre? Eso es toda una incógnita en un país que también debe definir al nuevo presidente y éste, a su vez, deberá diseñar un plan de estabilización económica que implicará una merma en el reparto de fondos discrecionales, independientemente de su orientación política.
El nuevo billete: ¿Cuándo llega?
Hasta ahora no pudo observarse en la plaza financiera tucumana la aparición del billete de más alta denominación de la Argentina: el de $ 2.000. La primera tanda, de unos 200 millones de papeles, se emitió en su totalidad en la Casa de Moneda. El Estado nacional abona cerca de U$S 89 por cada millar de billetes, según trascendió. La aparición de más ejemplares descomprimirá la demanda de billetes en un mercado actualmente inundado por los de $ 1.000. En el caso de Tucumán, se espera que los de $ 2.000 comiencen a circular en los primeros días de junio.