Por Hugo E.Grimaldi
En verdad, la famosa “papa caliente” que mencionó Cristina Kirchner para darle mérito al supuesto arrojo de Sergio Massa a la hora de tomarla entre sus manos a esta altura del gobierno del Frente de Todos, venía deslizándose cada vez a mayor velocidad desde hace casi cuatro años. La cuestión es saber quién puso la papa en la cima, quien le dio calor y quien la empujó por el tobogán y se sabe que Cristina ha responsabilizado de todos los males pasados, presentes y futuros al FMI.
Sin embargo, al menos para los sondeos de opinión, hay pocas dudas sobre la autoría del hecho, ya que dicho desplome se generó a partir de un esquema económico que atrasa y que sólo le ha servido a la Argentina para alejarse del mundo, planchar al sector privado, correr a los inversores, perpetuar la decadencia, alimentar la inflación y generar pobres. Así, la papa fue tomando también cada vez mayor temperatura a medida que se llevaba puesta a media sociedad. Sociedad que quedó “hecha puré”, dicen con maldad en las redes sociales.
Fue la vicepresidenta misma quien la echó a rodar el día en que, a través de un tuit, ungió a Alberto Fernández. El primer error de la vice fue el de elegir como Presidente a su ex jefe de Gabinete, quien se reveló como un timorato incapaz de usar la lapicera sin su anuencia. Por decirlo bíblicamente, ése fue el pecado original.
Así, cada cosa que encaró Alberto Fernández desde el minuto uno fue un parto ponerla en marcha, ya sea por sus propias dudas, miedo a no tener aval de su mandante o falta de personalidad para cortarse solo. Recién ahora, ya peleado hasta el fin del mandato seguramente, el Presidente dice que no entiende a Cristina cuando habla de consolidar “el tercio” del electorado, ya que para él hay que sumarle votos a ese tercio. A estas alturas, tampoco vale que hoy la vicepresidenta haga todo lo posible por despegarse del gobierno que creó, al estilo de un monstruo lleno de inseguridades que sólo atinó a poner como explicación de sus padeceres al préstamo con el Fondo tomado por la Administración anterior, seguido por el famoso “ah, pero Macri…”.
En cuanto a la gestión, hay que darle la derecha al Presidente porque la pandemia, la invasión de Rusia a Ucrania y más recientemente la sequía que afectó a la Argentina condicionaron severamente a su Gobierno y le impidieron enderezar el plano de caída del tobogán hasta que llegó el tiempo de las elecciones presidenciales, cuando ya cuesta esconder el estropicio. En su contra como aceleradores menores del deterioro, pero aceleradores al fin, están los numerosos errores (algunos verdaderos bloopers) que Fernández protagonizó en estos años.
También Cristina cometió a largo del actual período de gobierno dos o tres errores políticos bien graves en cuanto a la manera de trabajar en coalición, ya que su personalidad avasallante le indica imponer y nunca negociar, lo que dejó a Fernández caminando en medio del alambre y sin red, criticado por los laderos de la vice y obligándolo a la sumisión. Como atenuante, quizás puede mencionarse el agobio que ella sufre por el mal trago de ver como la Justicia la va cercando, pero sobre todo a sus hijos, especialmente a Florencia, de quien habló públicamente mostrándose muy preocupada por su estado de salud.
En cuanto a Massa, ya se sabe que no quiere las PASO y que eso lo ha alejado del Presidente, que sí las auspicia. En cuanto a ser candidato único al lugar de N° 1, el ministro sólo se llevó como premio la mención televisiva de Cristina sobre la papa caliente, ya que inmediatamente después los aprestos del kirchnerismo fueron hacia otro lado, hacia Wado De Pedro o Axel Kicillof. Objetivamente hablando, con índices de inflación como los actuales y sin dólares para sumar Reservas, su performance electoral se hace difícil de sostener por parte del FdeT, más allá de la voluntad partidaria del Frente Renovador. Justamente, el ministro se reunió con los suyos no tanto para hablar del premio mayor (aunque el tema estuvo latente), sino para pedir mayor preponderancia del sector en las listas.
El Congreso no es algo menor para el oficialismo, ya que en la Cámara de Diputados podría caer bastante su representación. El FdeT es el bloque que más renueva (68) y depende de la provincia de Buenos Aires que pierda más o menos legisladores, ya que si las elecciones se desdoblaran para ganar la gobernación sin el lastre nacional, las generales podrían darle un dolor de cabeza al kirchnerismo. Los cálculos van desde 18 a 25 diputados menos y podría perder la primer minoría, aunque depende de cómo se dividan los votos entre Juntos por el Cambio (renueva 55) y La Libertad Avanza (no renueva). En el Senado no sería tan drástica la caída, pero igual no le alcanzaría al peronismo para recuperar su preeminencia.
En medio de tres años y medios desgastantes, atajar la papa entonces requirió más destreza que las salvadas del Dibu Martínez en el Mundial, pero arreglar el desaguisado que se armó es otra cosa. Está claro que ni Cristina es Scaloni, ni el ministro de Economía es Lionel Messi.